Satélite cuchi
Cuando el presidente Chávez puso en el espacio el satélite Simón Bolívar, las burlas de Globovisión fueron bestiales. La línea de ese canal siempre es ridiculizar al jefe del Estado. ¿Para qué un satélite?, se mofaba. Hoy el “Simón Bolívar” permitirá la llegada de la televisión digital a los hogares venezolanos. Globovisión armó un berrinche porque “nos dejaron afuera”. El artefacto ya no le parece tan ridículo, es cuchi. En comunicación, la antena es castigo del cuerpo.
Aerochatarra
Si la televisión digital no se soportara en el satélite Simón Bolívar, Globovisión estuviera allí. Pero ocurre que el canal desprecia ese avance espacial. Con clasismo tecnológico, lo llamó “aerochatarra”. Fue el epíteto más sutil. El gobierno bolivariano entiende que Globovisión gusta de satélites más sofisticados y primermundistas. No lo va a meter a juro donde no quiere estar. Esa planta se autoexcluyó de la órbita marginal de la aerochatarra Simón Bolívar. Ando volando bajo.
Ridículo digital
La noticia más importante de la semana, después del retorno de Chávez, fue la llegada de la televisión digital a Venezuela. Un salto formidable en lo cultural, científico y tecnológico. Pero Globovisión, como ocurre desde 1998, decidió que la noticia era ella misma. Comunicados, histeria digital y rueda de prensa para dilatar sus aullidos. Excepto El Nacional reconcomiado, nadie le paró. Aquello de que “el medio es el mensaje” se cayó hace rato. Alguien debería decírselo a Globovisión y evitarle ese ridículo aeroespacial.
Perdidos en el espacio
Cuando Venezuela lanzó su segundo satélite, el Francisco de Miranda, Globovisión ironizó valiéndose de mensajes de twitter: “lo envían a buscar el otro, el Simón Bolívar, que lleva más de tres años perdido”. Bien, a través de ese satélite “extraviado”, el canal de Zuloaga y Mezherane chilla para que la metan en la televisión digital, pero por los gélidos vientos que soplan en la estratósfera, esa planta seguirá perdida en el espacio de su estrecha órbita.
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