La cantidad de artículos aparecidos en Aporrea, a raíz de uno escrito por Javier Vivas Santana http://www.aporrea.org/actualidad/a165190.html donde hace críticas fuertes al programa “La hojilla”, aunque también las asoma contra el PSUV, demuestra la importancia del programa de Mario Silva para el proceso de cambios que vive el país. Pero también nos demuestra el nivel de intolerancia ante la crítica de parte de muchos camaradas. Descalificativos han llovido contra Javier Vivas. Cada improperio más intolerante que el otro, cuando se trata de la opinión de un camarada que, por ejemplo en Margarita, ha levantado ronchas con otros artículos. Los compañeros con posturas críticas son indispensables en cualquier revolución, de lo contrario no es revolución. Basta pasearse por la historia de los países donde el socialismo se abrió paso hasta el poder para comprender cuando daño hacen la intolerancia, la censura y la imposición de un criterio uniforme.
En lo particular no comparto el título del texto de Javier, pues considero que “La hojilla” corta, corta mucho, el meollo del asunto está en el cómo corta y a quién corta. Y corta de tal manera que su artículo tuvo miles de lecturas y las respuestas al mismo han sido numerosas.
De allí que el propio Mario Silva debe sopesar la importancia de su programa, el valor de lo que dice o deja de decir en el mismo, pues está demostrada que su palabra es casi santa, si lo medimos en términos cristianos, y que cierra cualquier discusión, con evidente saldo a su favor. Por ejemplo, si el camarada Mario Silva anuncia repetidamente en su programa, pocos días antes de las elecciones del 14 de abril, que Enrique Capriles se va a retirar de las mismas, que es tan evidente su derrota que va a buscar una excusa para dejar el pelero, usted lo escucha y le cree a pie juntillas, y puede comentar a su familia “nojó, ¿y para qué vamos a ir a votar si ese tipo está perdido de calle”.
Se dan las elecciones, el tipo (Capriles) opta por aguantar el chaparrón de votos chavistas, y se aparece -¿será por un lechazo?- con más de siete millones de votos a su favor, poco menos que nuestro candidato.
Al otro día sólo decimos que Capriles es un fascista. Sí, y se trata de un fascista con siete millones de seguidores que le dieron su confianza. Quisimos que en el cortante programa se recordara lo dicho por Fidel Castro en el 2004: en Venezuela no puede haber cuatro millones de oligarcas, en referencia a la votación contra Chávez en el referéndum revocatorio. No fue así. Sólo se dijo que Capriles era un fascista, un vendepatria, un asesino. Sin considerar que un personaje con tales características cuenta con siete millones de seguidores.
Es tan firme el filo de “La hojilla” que pocos días antes de las elecciones primarias del escualidismo, se nos dijo hasta el cansancio, citando hasta palabras de Ramos Allup, que ese proceso no iba porque estaban seguros que no llegarían a un millón de electores. Hasta se inventaron unas cuentas de votantes por tiempo que no se correspondían a la realidad. Todos sabemos lo que pasó. No creo que la baja en la audiencia del programa haya tenido alguna significación. Siguió cortando.
En una de estas noches recientes, millones de venezolanos fuimos alertados por el conductor de tan filoso programa sobre las acciones violentas que estallarían al día siguiente cuando la oposición fuese a presentar sus documentos de impugnación a las elecciones ante el Tribunal Supremo de Justicia. Nos pasamos la noche en vilo, nerviosos ante la certeza –según Silva- de ir a vivir un día violento. Se aparecieron unos señores bien trajeados, con un pocotón de hojas foliadas, y las entregaron al TSJ sin mayores aspavientos. Lo más resaltante del acto fue el anuncio de “después traemos las pruebas”.
Lo preocupante es que este tipo de anuncios, alertas o lo que sea no es el primero. Es una repetición constante. Y nada pasa. Es tal el aburrimiento con la vaina que algún día dejamos de creer, nos quedamos tranquilos en casa, y nos van a ir a buscar para llevarnos presos.
“La hojilla” sigue cortando, es evidente, pero su conductor no va al mercado. No nos comenta nada de un Indepabis que es como Dios: todos sabemos que existe, pero nadie lo ve. Los precios suben cada día, aunque estén regulados. La devaluación del bolívar le dio un empujón bárbaro a la inflación. Se acapara, y no hay gobierno que ponga coto a tal delito. El Vice denuncia que están saliendo camiones de alimentos de Mercal por la frontera hacia Colombia, pero no hay presos, ni investigados, ni nada de eso.
“La hojilla” es leal porque no corta a los nuestros, va a cortar al fascista, vendepatria, pitiyanki, asesino que tiene siete millones de seguidores. Y en el resto de la programación de VTV seguimos gozando con “las capriladas” y otras vainas que nos divierten, pero en nada ayudan al pueblo cuando está en la caja de un mercado o una bodega. Sitio, por cierto, donde no reparten propaganda fascista, aunque sirva al crecimiento de los votos caprilistas. No sé si exagero, creo que la propaganda la hacen Indepabis y la Sundecop. Muy efectiva, por cierto.
“La hojilla” corta y en lo particular no me preocupa el lenguaje vulgar, salvo por aquello que en una oportunidad dijo un intelectual venezolano “las groserías son un recurso natural no renovable, por lo tanto su uso debe ser razonable”, pero sí me preocupa el lenguaje en sí. Mientras la oposición ha ido borrando de sus códigos aquello de que nos van a quitar los hijos, van a prohibir las telenovelas, van a cubanizar la educación, van a prohibir el uso de las toallas sanitarias y otras bolserías para apuntar a los reales problemas del país -la corrupción, el caos económico, la escasez, la altísima inflación, el acaparamiento y el aumento de la criminalidad-, nosotros seguimos enraizados en el mismo discurso: el golpe de Estado, el fascismo, las conspiraciones, el imperio, sin atrevernos a abordar los males palpables y a la vista.
Lo último que hemos escuchado es lo de la “victoria heroica del 14 de abril”. Vaya, ¿y no era Capriles el que se retiraba porque estaba derrotado de antemano?
No fastidio más con estas reflexiones, sólo llamo a no dejarnos llevar por la intolerancia. Podemos estar de acuerdo o no con el artículo de Javier Vivas, lo inaceptable es que lo condenemos porque opine. Lo escribió asumiendo el riesgo con entereza, eso es válido.
Que “La hojilla” corte, pero que atine bien con el filo. Mire que del otro lado son siete millones y eso no es para quedarnos sólo en “las capriladas”. Necesitamos mirarnos más hacia adentro.