¿Habrá sobreseimiento para La Hojilla y su conductor?

Será posible que en éste –nuestro gobierno revolucionario- haya alguien que se conduela de nosotros, los chavistas, como audiencia fija de ese programa y, nos los devuelva sin ir bien lejos en represión calenturienta. O es que acaso el penalti qué supuestamente cometió Mario Silva, está sentenciado como un crimen alevoso que debe ser castigado sin consideración ninguna y, más si vivimos en democracia que pudiera ser de unos pocos y, no es, porque quien dio la orden –ella o él- de sacar La Hojilla del aire está en el poder con un poder que, no es imaginario ni del montón y, se dijo: o el o, yo que, ocupo un lugar bien ganado y por supuesto la orden se cumplió y sigue intacta. ¡Vaya vanagloria!

Y, eso te pasó, Mario Silva, por ser buen observador, fatigosamente indeclinable y querer estirar los tiros del pantalón crítico de noche a noche quizás, más de lo necesario y, por eso el dicho de quien no coge consejos, aunque lo fajen cuando bebé no llega a viejo, ni emparentarse siquiera con el diablo alcanza.

Entonces, Mario Silva, Hojilla no hay que, mejor es empapelarnos de madrugada como si el infierno, nuestro infierno de cada día está allí mismito y la oposición feliz y contenta bailando sin pareja en el rincón de la infamia -¿verdad que sí, Mario?

Imagino y pienso que el tiempo de permiso del reposo por la vesícula es indefinido, sigue abierto, aunque el que tiene la vesícula grande, tiene un perdón que puede ser invariable si variabilidad de escogencia existe. Mientras, La Hojilla, seguirá siendo un producto escaso que para eso existen otros más metódicos y, más revolucionarios y sarcásticos. Eso está por verse, pero…

Mientras, sólo nos queda recordar que el pez grande se traga al pequeño como parte del equilibrio natural y al natural te deshuesaron y, quedaste metido en camisa de once varas que no es tu talla, por lo que lo aconsejable, Mario Silva, es cogerte unas vacaciones post reposo por enquistamiento de ideas y te vas a recorrer los ríos de las terquedades insólitas. Montado en una chalana de ilusión que quién quita que consigas buen viento y, regreses después por el Sur cargado de “existencia” más creativa sin pasar por el Polo Norte de tus torpezas no configuradas, ni mucho menos cómplices y, así será mejor para el recuerdo cuando, “la juventud engreída” en su sano juicio se acuerde o, oiga que exististe, aunque salvo los sabios no viven.

La traición –Mario- no cabe entre nosotros y moriremos en paz de rebeldía como nos lo enseñó nuestro eterno comandante Chávez sin subterfugios. Y, como caso excepcional sólo nos queda reclamar algo. Y, ese algo, se llama: “La Hojilla” y, qué pasó con La Hojilla. Cuál es el meollo. O es que la voluntad popular de los chavistas no se respeta. ¿O es que Chávez es de unos pocos?

Sé y me imagino –señor de la noche, sin nostalgia- viéndote en la antesala del infierno comunicacional y, pedirte paciencia es ser un alcahuete de complicidad. Siempre que puedas: promete a los amigos mantener la verdad y miente lo mejor que puedas que son un par de afectos beneficiosos en lo personal. Y, seguro estoy que no fuiste leal con tu público. ¿Discutible?

Solamente, por ahora, Mario Silva, te queda decir con la canción: Adiós María Pancha (dicen que fue una mujer) te llevaste, mi Hojilla y, mi presente y, debes decir también con valentía revolucionaria, para qué carajo quiero, yo el futuro.

Y, para no aburrir a los amigos y molestar a otros, sigo releyendo ambos: “La Caída de Albert Camus” y “Sobre la Violencia de Anthony Storr” en secuencia de atrapar conocimiento.

Ya que sobreseimiento quizás, no habrá por deslenguado impaciente como te presentó el bandido de Ismael García por órdenes (que tú debes saber mejor que yo), pero hay que ponerse serio y con seriedad al lado de la “Tropa” y del comandante Chávez: reclamar que nos den la respuesta que estamos esperando.



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Esteban Rojas


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