Uno, quizás por viejo ufano, suele creer que no habrá nada que le asombre.
-“Lo he visto todo. Nada habrá de suceder que me sorprenda o cause asombro”.
Es frecuente que uno diga eso y no siempre en son de chanza, sino hasta cuando intentamos asumir el rol de oráculos o pretender horadar el futuro. Pero la realidad es tan terca y uno tan ingenuo que siempre habrá de sorprenderse por algo.
Al hablar de Teodoro, desde tiempos atrás, hemos asegurado que nada de lo que hace y hará, es ajeno a un cálculo. Por ejemplo, cuando Teodoro se le ofreció a la derecha, bajo el gobierno de Caldera y la poderosa influencia del FMI, para resolver los problemas de la economía venezolana, encontrar los equilibrios de la misma de conformidad a las imposiciones de ese organismo, no nos sorprendimos; al contrario, pensamos, lo dijimos y lo escuchamos de otros, que “el catire”, estaba preparando su nueva propuesta de candidatura presidencial, tomando en cuenta que el electorado se distanciaba de los viejos partidos gobernantes. Intuyó que Caldera, pese haber aglutinado al chiripero, sería el último de los “Mohicanos”, como solíamos decir en nuestro tiempo para referirnos a un grupo por extinguirse, usando el nombre de una originaria tribu indígena norteamericana.
No nos sorprendió, y lo rechazamos, cuando Teodoro hizo aquella oferta engañosa, que ahora hacen a los españoles, de modificar el régimen de prestaciones sociales, para que los empresarios, entre otras cosas, pudiesen con “generosidad” aumentar los salarios. El FMI en España, reformula su propuesta “solicitando” – que es en verdad un imponer - al gobierno que baje el salario en 10 % para los empresarios empleen trabajadores, tomando en cuenta que el desempleo sobrepasa el 25 %. El ex guerrillero – por cierto Teodoro lo fue, cosa que algunos deberían recordar -, viniendo de la izquierda y cuando todavía se le contaba entre ella, quiso ganarse el favor del FMI para, de ese lado, apuntalar su candidatura. Nosotros, no nos asombramos. Si nos asombró, que Chávez cambiase de posición, optase por la salida electoral y dejase al Ministro de Cordiplán de Caldera con los crespos hechos.
Chávez, el militar, presenta su candidatura con un programa opuesto a los designios del FMI y Teodoro, ya un advenedizo de la izquierda, que se intentó ligar a esa institución, quedó como la guayabera y repleto de odio.
Por esas cosas, los pasos posteriores del director de “Tal Cual”, no producen asombro ni siquiera al más desprevenido.
Teodoro no es sólo un viejo político, como todo el mundo sabe; además de ello economista, conocedor de las teorías marxistas y de principios básicos de la sociología y el comportamiento de clases, experto y relancino en muchas cosas, nada fácil de engañar; menos por una clase de individuos adinerados, hábiles para los negocios, pero no tan inteligentes y competentes para engatusar a un hombre como el ex militante comunista.
Pero a uno “le llama poderosamente la atención” –nunca antes creí más pertinente esta manida frase-, por lo menos en principio, lo que ratifica que siempre habrá un motivo para ello, que Teodoro Petkof, se sienta sorprendido y hasta defraudado que Guillermo Zuloaga, al vender Globovisión, haya sobrepuesto sus intereses materiales “a la libertad de la patria”.
¿Puede uno creer en la sinceridad de esa expresión de Teodoro? Muy difícil. Lo que asombra, tampoco es que lo crea, sino que se atreva a decir, como ingenuamente aquello, creyendo que los demás somos pendejos.
Nosotros sabemos y Teodoro también sabe que esa gente no tiene patria y además le da poco valor a la libertad de la gente. Si acaso cree en la relativa a negociar sin regla alguna para que sus capitales se multipliquen velozmente con el menor esfuerzo.
Pero Teodoro pretende hacernos creer que fue víctima de “un engaño de gente de quién él no sabía podrían ser así”. ¡Ni un ciego, Teodoro!, dirían en mi pueblo. Si le creyéramos en lo que dice, tendríamos que pensar que es un pobre corderito.
Teodoro sabe bien lo que es el capitalismo, de su lógica y la moral de los capitalistas. Bastante de quien pronunció aquella vergonzosa y cínica frase “puede que especulemos pero damos empleo”. Pero asombra que “el catire”, cree o, por senil, haya llegado a creer que en Venezuela predominan los cogidos a lazo.
Además de simplista, luce como desentonado, para decirlo con sutileza, cuando expresa que la “libertad de la patria”, depende que Globovisión siguiera en la misma tónica.