Si nos llevamos por los números, no cabe la menor duda de que el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, nunca debió estar tan mal conducido en las manos de los enemigos de la revolución bolivariana. ¡Así de fácil!
Pero el tiempo y los acontecimientos nos dicen hoy que entendamos las razones por las cuales no participamos en las elecciones pasadas, razones que hoy no les vemos validez y que a la vez, nos invitan a que todos los periodistas y comunicadores como de los movimientos Periodismo Necesario, Periodistas por la Verdad, Grupo Combate, Frente de Comunicadores Bolivarianos, periodistas recién egresados, estudiantes de los últimos años de las diferentes universidades así como otros grupos representativos de divulgadores vayamos a la Plataforma de Periodistas y seamos ese frente de periodistas revolucionarios que necesita una sociedad como la que está en construcción.
Debemos hacerlo porque la herencia histórica, moral y patrimonial de los periodistas, pertenece a las nuevas generaciones de periodistas que se están formando con un concepto de la vida muy por encima del banal estatus mercantil que viene caracterizando a quienes dicen ostentar el título de comunicadores sociales.
Los profesionales del periodismo y los movimientos con los cuales se identifican, por decirlo de una manera y ante la insana e inmoral conducta que vienen exhibiendo algunos medios privados de difusión, que pisotean de modo permanente la verdad –el caudal dorado de los periodistas- deben abrir un incuestionable proyecto que los involucre a todos, como es ¿Qué será de los medios de comunicación social en este futuro que tenemos siempre tan cerca? ¿Quién tiene la fórmula que permita la recuperación de la verdad en los medios dañados, porque no hay duda de que lo están?
Si la verdad es la primera apedreada, no es menos cierto que igual ocurre con la previsión social de los periodistas. ¿Cómo se come la previsión social de los nuevos y experimentados comunicadores sociales?
Los periodistas que antes contaban con la Casa Vacacional de Periodista, con sede en Naiguatá, no van porque no funciona. ¿Qué sucedió con la otra sede de la Distrital, en San Bernardino?
Comentan –no sabemos si es cierto- que un directivo marabino puso la sede del CNP en el Zulia como patrimonio suyo y para dejársela a sus hijos. Desconocemos el tipo de irregularidades que ha venido caracterizando a la administración de las sedes del CNP a nivel nacional. ¿Alguien sabe cuánto ingresa al CNP de la avenida Andrés Bello por concepto de alquiler de locales? Nadie tiene idea de que sucede o ha sucedido con esos bienes patrimoniales. Los movimientos profesionales del periodismo deben apostar a la recuperación del bien moral y patrimonial del CNP, porque, ¿qué les va a quedar a los estudiantes de esta disciplina tan llena de humanidad como es el periodismo solidario?
Lee el siguiente blog: wwwpertinentes.blogspot.com (Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión)