El derroche de talento, simpatía y compromiso de las y los jóvenes excelentes que brindan su mejor esfuerzo profesional en VTV no es aprovechado y se desperdicia por la imposición editorial del gobierno que utiliza dicho canal preferentemente para impulsar, reflejar y mantener en la pantalla una popularidad ficticia, virtual que no existe en el mundo real, del gobierno y de nuestro Presidente Nicolás Maduro. Es verdad que algunos de ellos, como el sobresaliente Pérez Pirela, a veces rompe el molde y el mismo Jordán Rodríguez, cuando conducía "El Desayuno", también lanzaba expresiones oxigenantes pero al fin insignificantes ante la publicidad apabullante, que repiten hasta el cansancio, donde presentan a Maduro como la estrella más brillante del firmamento y al gobierno queriendo tapar el sol con un dedo.
Todo eso se cayó de una sola vez, por su propio peso, con el resultado del 6D pero la línea editorial del Canal Ocho sigue sin rectificar y ante la incapacidad de encontrar una respuesta creativa a la nueva situación se continúa como si nada hubiera pasado. El Canal Ocho tiene su parte de responsabilidad, y no lo reconoce, en el desastre electoral porque gracias a su campaña publicitaria el pueblo confundido percibió simbólicamente que el candidato a votar era Maduro y la gente terminó dándole un voto castigo a la mala gestión de su gobierno. Los medios de comunicación oficiales silenciaron la verdadera realidad, y lo siguen haciendo, expresada en lo que dice el pueblo descontento en las colas infernales del neoliberalismo salvaje donde está el chavismo indignado.
No se trata de entregar el Canal Ocho y demás medios oficiales a la oposición, eso sería un contrasentido insensato o al menos una ingenuidad. Lo que estoy planteando es poner el Canal Ocho y los otros medios oficiales al servicio de la verdad. Hay que hacer honor al principio de que los revolucionarios siempre le dicen la verdad al pueblo. Si esta es la premisa correcta, hay que darle un vuelco a la publicidad visibilizando la realidad del país en su verdadera dimensión. Nada se gana con esconder el sufrimiento del pueblo y las debilidades de la revolución porque eso es engañarse a sí mismo y hacerse cómplice de la corrupción, de la ineficiencia y del burocratismo. Los medios, si son revolucionarios, tienen que acompañar a los desposeídos, a los trabajadores, a los humildes y compartir con ellos, hombro a hombro, todas sus vicisitudes.
Hay que abrir los medios de comunicación oficiales al heterogéneo mundo del chavismo, a las diferentes reflexiones revolucionarias y no exclusivamente a la cúpula del PSUV. Las puertas del Canal Ocho y demás medios similares están cerradas para los revolucionarios que se inscriben en la corriente de pensamiento del chavismo crítico donde se encuentra el "pasajero criticón" del Titanic. Sería loable y positivo que los canales del estado y los medios de comunicación escritos facilitaran el debate político e ideológico entre las diversas visiones existentes para la construcción del socialismo y para combatir a la derecha, a la burguesía y al imperialismo. Por qué no aceptar el reto de invitar a voceros de Marea Socialista a programas de opinión donde puedan exponer sus puntos de vista discrepantes con representantes de la posición oficialista. Se puede equilibrar la difusión de un programa como la Hojilla, nominada al premio del "Mecate de Oro de la Televisión Venezolana", por ejemplo, dando un chance a Toby Valderrama para que monte en televisión su programa radial proscrito. ¿Cuál es el miedo? Inclusive deberían ofrecerle a Aporrea Org un espacio televisivo para que haga lo mismo. Hay que tomar en cuenta que este portal digital es el único medio chavista de discusión, en la revolución bolivariana, donde se practica la absoluta libertad de expresión sin restricciones de ningún tipo y es un ejemplo comunicacional donde no se excluye a nadie.
La libertad de expresión desde el punto de vista del socialismo, y no del liberalismo, debe estar al servicio de la emancipación del pueblo en contra de la dominación burguesa y capitalista. Yo no predico la libertad de expresión bobalicona y santurrona de esa que hizo saltar a una vieja periodista, renegada y vociferante, desde el marxismo al neoliberalismo, esa es una perversión reaccionaria de la derecha. Lo que sí defiendo es la libertad de expresión para todos los revolucionarios. Que no se discrimine al chavista inconforme, descontento y cuestionador, al que vio el Iceberg en el horizonte y fue ignorado por el Capitán. Que la crítica de los socialistas revolucionarios no sea censurada y considerada una herejía. La unidad histórica del pueblo chavista se fortalecerá con la búsqueda de la verdad y con la libre discusión entre todos los que luchamos por la transformación social.