“El objetivo ya no es matar, sino controlar. Las balas ya no apuntan a su cuerpo, sino a sus contradicciones y vulnerabilidades psicológicas. Su conducta está siendo chequeada, monitoreada, y controlada por expertos. Su mente y su psicología están siendo sometidas a operaciones extremas de guerra de cuarta generación.
Una guerra sin frentes ni retaguardias, una guerra sin tanques ni fusiles, donde Ud., es a la vez, la víctima y el victimario.”
Fragmento de “Guerra de Cuarta Generación”, Manuel Freytas, marzo 2009, IARNoticias.
¿Cuánta falsedad podría soportar un pueblo? ¿Quién defiende el derecho a la verdad? ¿La verdad debe oírse o debe decirse? ¿La verdad es un alimento para concientizar o para crear enemigos? ¿Cómo se gana más dinero; escondiendo la verdad o difundiéndola? ¿Hubieran destruidos pueblos enteros en el mundo si la verdad hubiera sido expresada en los medios? ¿Se puede vender la verdad o se puede comprar? ¿Es nobleza comunicacional vender la verdad? En fin ¿Tendrá dueño la verdad? O la verdad tiene que ser la dueña del hombre.
Hago estas interrogantes como reflexión, ya que oyendo, leyendo o viendo los medios de comunicación, algunas veces internacionales, pero mayormente los nacionales; no concibo como es que se puede jugar con tanta mala intención desde la página de un diario, desde un espacio de la radio o un programa de televisión, para crear caos interno y generar odio desde el exterior, a todo lo venezolano. Debo destacar que considero las redes sociales como aposentos de pasiones personales a los cuales, si bien pueden tener un efecto dómino en la creación de matrices informativas, una persona de cinco sentidos no tomaría esa forma de chismorrear - lo propio o lo ajeno - con otra u otras personas conectadas a su cuerda, como fuente de la verdad.
Traer a colación el hecho de la verdad, me hace sentir cumplidor de una responsabilidad que tenemos todos los seres humanos. También exponer una preocupación desde el punto de vista de educación de masas donde con la práctica de esconder la verdad, con conocimiento o no, se empuja al abismo social y político a una población que ha alcanzado un nivel de madurez ciudadana tan óptimo como lo ha logrado -independientemente de su ideología política o sus sentimientos morales-, el pueblo venezolano. Eso es una de las razones por lo que la conflictividad venezolana alcanzó niveles de temperatura altos o muy altos. Las masas reaccionan sin sentido de racionalidad subjetiva de allí lo mortal en esconder la verdad al público o manipularla. Porque no es igual mentirle a la pareja que mentirle a una comunidad.
El mundo entero está en crisis con la verdad. Nuestro país no podía escapar sin saldos de esta situación planteada u organizada desde los centros de poder mundial. Sobre todo el poder mediático transnacional, corporaciones con toda clase de negocios que se hacen de medios de comunicación masivos globales comprando sus acciones, tecnología y personal sumamente calificado en tratamiento sicológico de masas. La verdad escondida o coartada es su mejor activo. Ya medios venezolanos y comunicadores locales están encadenados a estas corporaciones y arremetiendo contra la tranquilidad y el buen funcionamiento social aquí, en este lugar de Dios.
Es muy preocupante la situación de Venezuela con respecto a la desaparición de la verdad en los medios de comunicación. Lo peor es que, con honrosas excepciones, no tiene defensores la verdad en nuestro país. Esto nos hace muy vulnerables al poder mediático dentro de nuestro pueblo, de nuestra sociedad, nuestros jóvenes, nuestros niños, nuestras instituciones. No decir la vedad en los medios al parecer se convierte en el negocio de nuestra vida, para desgracia de otros. A pesar de contar con infinitos medios de comunicación de toda clase, los venezolanos carecemos de información verdadera en nuestras conciencias.
La verdad eclipsada es parte de una estrategia de destrucción guerrera. Cuenta en Venezuela este accionar, con miles de soldados cuyas armas son primero que todo la mentira, luego cuentan: un micrófono, una computadora, una rotativa, un teléfono celular, una cámara, una antena de transmisión, un libreto y mucho dinero. Estos soldados sin patria a quien querer, se someten al egoísmo consumista que depara el pertenecer a los asalariados mercantiles o mercenarios mediáticos de gran calado, creyendo haber traspasado la barrera clasista social que los trae acomplejados en sus vidas.
Hay una batalla mediática que puede estar mellando la capacidad de respuesta venezolana. No hay otra arma utilizada aun en su contra por nosotros. La academia, la universidad, los expertos en semiótica, las instituciones de comunicación no advierten a los grupos sociales el peligro que corre nuestra nación con tales prácticas. Lo nefasto que es para la inteligencia de los venezolanos ser víctima de rumores, medias verdades. Lo odioso que sería, la formación de un ejército de analfabetas funcionales producto de la alienación. La pérdida de valores de convivencia de los venezolanos, el sentido nacionalista y la valoración de la independencia real. Si lo permitimos la estupidez ilustrada será quien reine en Venezuela.
La manipulación de la verdad, es un común comportamiento de una gran mayoría de comunicadores venezolanos, al punto que podemos deducir que toda publicación de productos de consumo es mentira; calidad, cantidad, beneficios, componentes, tamaño, rendimiento, incluso, hasta el precio ofrecido. Ahora en la batalla política es peor o mayor la horrenda practica de la manipulación de la verdad. Se tienen históricos ensayos comunicacionales de corta data, que han desatado desgracias populares como enfrentamientos y fallecidos a lo largo de toda Venezuela y hoy esos culpables gozan de respeto y credibilidad en altas esferas sociales, políticas, mercantiles, internacionales y por supuesto mediáticas. Dictan seminarios de credibilidad periodística, los colocan como ejemplos de moral nacional y cobran por eso también.
Si hay formas de que la verdad sea reivindicada y llegue a todos integra y pura. La inteligencia de los venezolanos tiene que lograr armar una contra para vencer esa maldición que significa el secuestro de la verdad por parte de un grupo diseñador de guerras. Tenemos que vencer al ejército interno que a punto de mentiras nos han sumido en un caos social y total, sin la información veraz. Tenemos la oportunidad, al pueblo, a la razón y a la verdad. Batallemos y logremos desmontar la horca donde han colgado a la verdad, desde los mismos medios y los propios comunicadores como verdugos.