Yo existo como cosa pensante: tal es la primera verdad indudable, en el orden de las razones. Mi naturaleza es únicamente puro pensamiento y pura inteligencia, incompatible con cualquier elemento corporal: tal es la segunda verdad que según el orden se sigue inmediatamente de la que precede. Me conozco, pues, tanto en mi existencia como en mi esencia, mientras que en el mismo período el cuerpo, expelido fuera del saber y anulado por el genio maligno, sigue siéndome desconocido en su existencia, lo mismo que en su esencia. De ello concluyo que el cuerpo es menos fácil de conocer que el alma, pues el alma se conoce antes que él, según el orden de las razones. Tal es la tercera verdad. Esta verdad, que resulta inmediatamente de la visión del orden, no tiene ninguna necesidad de una demostración suplementaria. Hay, sin embargo, una gran diferencia entre estar convencido y estar persuadido.
Gueroult – Descartes según el orden de las razones (Tomo I) -
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Confieso que en algún momento estuve interesado por el estudio del Derecho, pero, cuando el pensar me hizo comprender la distinción entre el estar convencido y el estar persuadido, opté por convertirme en educador, pese a las limitaciones que ello implicaba en el menosprecio de nuestra sociedad, atiborrada de seudoculturas y rechazo por quienes ejercen la docencia, mientras otros hasta se proclaman "doctores" (sin llegar a cursar estudios de doctorado), sin siquiera llegar a realizar una tesis de genuina investigación con aporte sustancial para el desarrollo de la sociedad.
Uno de los campos del Derecho que revela la prostitución de quienes tienen la obligación de orientar la propia sociedad por la justicia y la verdad está intrínsecamente sujeto por la Constitución de cada país. A partir de esa constitución, cuando menos en el caso venezolano han surgido los autodenominados "constitucionalistas" quienes al parecer tienen en su "única verdad" (aunque sean un oxímoron jurídico) lo que otros, por no ser "abogados" y menos "expertos", sobre eso que llaman Derecho constitucional, la posibilidad de opinar sobre un tema referido con la situación de violación de los derechos más fundamentales contra sus ciudadanos.
Así vemos que estos "constitucionalistas", (¿o seudoconstitucionalistas?) luego que nos expresan en sendos escritos sus verdades (muchas de ellas, sin el mínimo contenido filosófico), las mismas pueden ser contrarias en su naturaleza sobre la aplicación de la justicia y del derecho. No obstante, aunque alguno mienta (por no decir ambos, en el caso de una disputa dual), estos constructores del derecho nos hablan con tal "sabiduría", que en honor a la verdad, apenas que pluralizan el verbo haber (oral y escrito)¹, podemos determinar su historia de lectura que en muchos casos, lo único que revela es ignorancia sobre lo básico que debería tener un abogado, como lo es el manejo pulcro del idioma.
Explicado, lo anterior, hay que comprender, que la diferencia del pensamiento cartesiano entre persuasión y convicción es de un extremo a otro. Ambos se oponen. Tal vez por ello, sin saberlo, los abogados, en especial los "constitucionalistas" sean tan divergentes. Lo irónico de esto es que tal divergencia sea promovida desde el propio Estado, concretamente, en relación con sus decisiones administrativas, cuyo impacto jurídico no sólo las hace divergentes, sino que sus ejecutantes, no saben si lo hacen por convicción o persuasión. En el primer caso, quien piensa o hace algo vertido por esas convicciones no necesita que nadie lo pueda persuadir de hacerlo, su orientación está dada por sus principios, por el origen de las razones que vienen desde su alma. En el segundo caso, hay alguien quien intenta a través de palabras, "convencer" que ese es el camino. Allí está la trampa de quienes aplican el derecho, bien por efecto del poder (político, económico, social, mediático, etc.); o por tener discrecionalidad jurídica otorgada por las propias leyes.
Cuando por ejemplo, vemos que una juez, por "solicitud" de una fiscal, allana, en este caso la sede de una organización política, la cual, pese a ser negado su registro de identificación legal ante la sociedad, porque alguien o algunos desde la praxis del poder dicen que no puede ser un partido político, por "razones" leguleyas, no hace falta que exista esa connotación legal, para que el colectivo, vea a Marea Socialista (Movimiento Anticorrupción Revolucionario de Expresión Autónoma)² como una corriente emergente dentro del quehacer de la política, la economía y la sociedad, además como un importante grupo de opinión. De nada valdrá que un "constitucionalista" alegue su amorfa explicación "jurídica", para explicarnos el por qué un grupo de tal magnitud no puede ser una referencia legal y política para el país. En otras palabras, no podrá persuadir a la opinión pública de su "verdad", menos en términos de aletiología.
Peor resulta que el Estado luego de cometer semejante exabrupto y abuso de poder, venga el director de la policía "científica" del país, a decirnos que tal "allanamiento" no tenía nada que ver con Marea Socialista, porque estaban buscando un "estafador". En este caso se impone el principio cartesiano de las razones, es decir, ni porque se tenga todo el poder político o mediático, se podrá persuadir al colectivo sobre tal acción. En criollito: nadie va a creerle.
En relación con el ataque cibernético perpetrado, "coincidencialmente" contra el portal de Asamblea Popular Revolucionaria (Aporrea) el día del allanamiento contra Marea Socialista, las palabras sobran. Es claro que al estar su editor en franca vinculación de liderazgo, tanto personal como ideológico, sobre quienes están al frente de esta organización, el propósito de tal acción, aunque no haya pruebas suficientes, está ubicado desde las crápulas del poder político, quienes intentan silenciar la crítica ante la corrupción, la ineficiencia, la ineptitud, el sectarismo, la arrogancia, la ausencia de sindéresis, y por supuesto, la pérdida de apoyo popular antes las necesidades de alimentos y medicinas de una población empobrecida por nefastas políticas económicas, y por una nula capacidad de rectificación, como por ejemplo, preferir pagar deuda externa a los más grandes capitales del mundo, o hipotecar todo el pulmón vegetal de Venezuela con las más degradadas transnacionales del oro, por un simple puñado de dólares, mientras el pueblo que dicen "representar" agoniza o muere por violación de sus derechos fundamentales.
Esa es la razón por la cual, los llamados "constitucionalistas" no tienen subterfugios legales para persuadirnos que lo sucedido contra Marea Socialista o Aporrea es todo lo contrario, sobre lo que el colectivo percibe como un despiadado ataque por callar las voces críticas en un contexto sociopolítico muy volátil, y de acercamiento hacia una explosión social con posibilidades de llevarnos por una guerra civil, la cual se intenta evitar por los propios mecanismos constitucionales que el poder político intenta obstaculizar como referencia perfectamente viable en el plano del Derecho, de ese derecho constitucional.
Los seudoconstitucionalistas, amparados en una visión narcisista de su "preparación", sólo genera asco y repugnacia que se convierte en bazofia jurídica ante lo que ocurre en el país. No hay que ser abogado, y menos "constitucionalista" para conocer cuándo, dónde y cómo a un pueblo les son arrebatados sus derechos. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
¹ http://debatefilosoficodelser.blogspot.com/2013/02/habemos-docentes.html