La vieja estructura de hacer periodismo en radio y televisión debe tener más de medio siglo y nadie se entera de que hay que revolucionarla. Pedro Estacio Estoy tratando de conocer cuáles son las razones o los argumentos de valía para que el Dpto. de Prensa de VTV me trate de meter como noticia, en su acostumbrada media hora informativa, la intervención del Presidente Nicolás Maduro que media hora antes había visto y escuchado íntegramente este miércoles 26 de octubre. Este tipo de situaciones lleva a mucha gente a hablar mal de la revolución bolivariana y sus periodistas, porque –como es sabido- la intervención del presidente la transmitían Tves, Canal 8, Telesur y, si no me equivoco, otros canales del Estado. La información transmitida como noticia por el Dpto. de Prensa de VTV, ya había dejado de ser noticia media hora antes, amén de que es posible que tuviese menciones en otras estaciones, los corresponsales extranjeros, las emisoras de radio y televisión alternativas o comunitarias. Ese tipo de errores –en mi opinión- sumado a la mala pronunciación de otros colegas, nos deja mal parados a los periodistas que creemos en la revolución y nos obliga a estar dando respuestas sin comérnoslas ni bebérnoslas . Si observamos con cuidadoso equilibrio –y no solo me refiero a los que nos identificamos con la Revolución Bolivariana sino también a quienes se oponen a ella- podremos escuchar ese mal hablar con mucha claridad. Por ejemplo, ¿No escuchamos pronunciar todos los días a colegas que, en vez de decir años, pronuncian jaños? Es un asunto que sucede en la mayoría de los medios y todo sin dejar de mencionar que, además de ello, gritan en vez de hablar y, como es de esperarse, las expresiones no son de lo mejor. Hay otro asunto que también hace daño, como es el caso de los periodistas, locutores o anunciadores, quienes parecieran que reciben un regaño antes de salir en cámara, en el que presuntamente les ordenan decir un montón de noticias y sin derecho a respirar. Se les aprecia como si fuesen unas ametralladoras de la palabra. ¡A lo mejor respiran por branquias y uno no lo sabe ni lo nota, aunque si el jadeo que les deja la velocidad empleada! Otras veces escuchamos voces que son tipo rompe cristal, algo así como chillidos, que obligan a los televidentes o radioescuchas a cambiar de emisora. Y a eso, debemos sumar una gigantesca ausencia de ingenieros de sonido, porque, cada vez que algún periodista, animador o locutor se le ocurre decir que van a escuchar algunos mensajes, inmediatamente aumentan el volumen, asunto que también molesta en casa a quienes tienen la radio encendida o el huésped alienante que es la televisión. Entiéndase bien que de esta irregularidad o carencia de calidad no se escapa la mayoría de las emisoras, tanto de radio como de televisión. Otro de los nefastos asuntos que torpedean lo bueno que se pueda hacer en televisión, es la reiterada expresión que dice: ¡Y una última pregunta porque ya nos queda poco tiempo para concluir y es que el tiempo en televisión es una cosa seria! Dicha realidad pone en evidencia la carencia del sentido de planificación del trabajo periodístico que se adelanta. No se planifica con tiempo o no se cambia la vieja estructura que se mantiene por más de 60 años. Y cuando nos ponemos a analizar el hecho del periodismo en televisión, nos encontramos con personas que suelen decir ¡Es que eso no se puede hacer!, respuesta que no se ajusta a la transformaciones que lleva en sí un proceso revolucionario. Seguimos haciendo el trabajo de medios de comunicación dentro de la estructura capitalista del espacio de tiempo, es decir, tiempo para el comentario de las noticias o la entrevista, tiempo para la identificación de la planta y tiempo para la promoción o la publicidad, pero nadie se atreve a crear una nueva estructuración de eso que llaman tiempo en televisión. Hay muchos mas temas, porque acerca de de eso hemos hablado e intercambiado opiniones los colegas en la Plataforma de Periodistas y Comunicadores de Venezuela, PPCV, desde hace tiempo.
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