El perverso fablistán

Aun cuando la acepción no se corresponde realmente con la de un periodista, fablistán es aquella persona que por imprudencia, irreflexión o insensatez se dedica a relatar a través de sus escritos todo lo que oye o se escucha de manera indebida.

Fablistán, de acuerdo a los diccionarios, es una persona que habla demasiado sin cordura. Se pudiera calificar de charlatán.

Si se indaga más a fondo sobre esta palabra encontraremos que realmente no se refiere a un periodista y es, en todo caso, sinónimo de hablistán, es decir, se señala a la persona quien habla lo que no debe.

Así pues que un verdadero periodista, indistintamente que se haya graduado en una de nuestras prestigiosas universidades en donde se imparte la profesión de Comunicador Social, deja de serlo para convertirse en un hablistán, si asume, desde luego, esta indebida conducta.

Un fablistán, en definitiva, no es un periodista. Fablistán es sinónimo de hablistán. Y este último es quien habla lo que no debe.

Por qué aludimos hoy este término. Simplemente para poner en su sitio a quienes haciendo uso de su condición de periodistas se dedican a incumplir con la norma de lo que debe ser un buen Comunicador Social.

Lamentablemente nos hemos encontrado con viejos colegas, con quienes incluso compartimos en un mismo trabajo espacio y tiempo, que hoy han caído en la barbarie de hacer periodismo.

Al parecer perdieron el rumbo, se volvieron locos y desquiciados, pues a través de las redes sociales podemos ver sus perseverantes escritos cargados de odio, ofensas y frustración.

Un verdadero periodista, ante todo, debe llamar al mantenimiento de la paz y la hermandad de un país.

No puede un periodista incitar al odio, a la barbarie, al desconocimiento del Estado de Derecho, a mentir y romper de un sopetón con su ética.

La situación que vive nuestro país ha llevado a más de un colega a actuar fuera del Código de Ética del Periodista. Vienen dando, incluso, motivos suficientes para ser llevados ante los órganos jurisdiccionales encargados de impartir justicia, solo por utilizar un lenguaje inadecuado.

En nuestro caso, hemos sentido la daga del fablistán esbirro solo porque no somos afectos a la tendencia política que le anima. Es decir, a la de la cuarta república, en donde los encumbrados solo tenían derecho al festín.

Por cierto, pido excusas a los lectores que nos siguen pues desgraciadamente nos han obligado a dar repuesta a quien olvidó incluso, aún siendo colega, uno de los principios sagrados que involucra a toda una sociedad, como es la amistad.

Un verdadero periodista está llamado a promover el entendimiento, a ofrecer alternativas viables, a mantener la unidad y sobre todo estar ceñido a una política humanista, cosa que brilla por su ausencia en quien nos ataca inmerecidamente desde el Zulia.

Incluso, este perverso fablistán, acostumbrado a "pavonearse" y hablar mal de sus conquistas, entre ellas de otras colegas, cayó en lo personal cuando haciendo uso de su pluma putrefacta ha ofendido la honorabilidad de toda una familia, incluyendo a quienes nos sentimos revolucionarios.

Mal podemos los periodistas honestos permitir que un lacayo de la pluma, acostumbrado a utilizar su enfermo intelecto, continúe utilizando nuestra sagrada profesión para ofender a todo aquel que le sea adverso y así pretender satisfacer sus apetencias políticas.

Lo triste de todo es que se jacta de ser un extraordinario docente, un consagrado periodista, cuyo ejemplo no quiero ni pensar que lo copien nuestros queridos estudiantes que muy pronto se convertirán en la generación de relevo de nuestra profesión.

Por cierto, el Artículo 11 del Código de Ética del Periodista Venezolano, en su Capítulo II, dice textualmente: "El periodista comete falta grave cuando comunica de mala fe acusaciones sin pruebas o ataques injustificados a la dignidad, honor o prestigio de personas, instituciones o agrupaciones".

El Artículo 17 dice igualmente: "El periodista debe luchar por un ambiente comunicacional sano, en el sentido de procurar y promover el equilibrio de los mensajes que se emiten a la opinión pública".

El Capítulo IV, que se refiere al periodista con su gremio, en su Artículo 27 dice de igual manera "El periodista está obligado a fortalecer el espíritu de fraternidad, consideración y respeto mutuo que enaltece la profesión. No deberá promover el descrédito, ni atribuir intereses o propósitos que perjudiquen moral o materialmente a otros colegas".

Parágrafo único: "El trato indigno que afecte a un periodista sería motivo de repudio y sanción por parte del gremio".

Desgraciadamente el colega que ha incurrido en la ofensa y en el descrédito es un claro violador del Código de Ética del Periodista, solo porque apoyamos el proyecto que promovió en el pasado nuestro Libertador Simón Bolívar y desde luego ahora el comandante eterno Hugo Chávez Frías.

Por ello concluyo diciendo que en más de 40 años que tenemos ejerciendo la actividad periodística es la primera vez que nos vemos forzados a denunciar un hecho que nos ha dejado verdaderamente conmovidos. "Entre más conozco a mis amigos, más quiero a mi perro", dice un dicho.

italourdaneta@gmail.com



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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