En el último Dando y Dando de este año, Aristóbulo Isturiz, Vicepresidente de la República y conductor de ese excelente Programa junto con Tania Díaz, nos instó a no perder la perspectiva, a entender que los diversos ataques de la oposición forman parte de un todo: la guerra declarada por los amos del gran capital contra el Gobierno y el pueblo venezolano. Llamado tan obvio como necesario en momentos en que muchos están (o estamos) atrapados en una viscosa telaraña de problemas, incomodidades y rumores.
Hoy más que nunca debemos evitar que la vertiginosidad con que suceden las agresiones contra nuestro país nos impida comprender que el llamado a descargar la rabia, las guarimbas, la manipulación de los precios del petróleo, la especulación, el florecimiento del paramilitarismo, los asesinatos selectivos, el Decreto de Obama, el maltrato al ciudadano, el saboteo de las instalaciones petroleras y eléctricas, el ataques a nuestra moneda, las interrupciones de los sistemas de trasmisión de datos, las irregularidades diplomáticas, etc. son elementos de una misma estrategia terrorista instrumentada contra Venezuela, América Latina y El Caribe a partir del despertar libertario estimulado por el Comandante Chávez.
Estrategia a su vez inserta en una avanzada guerrerista mucho mayor - agresiones bélicas francas, desestabilización de estados, polarización de la sociedad en países claves para los intereses imperiales – orquestadas para defender la mundialización del dominio de las potencias capitalistas occidentales, amenazada por la creciente presencia de potencias alternativas y por el asomo de modelos no capitalistas de organización social.
También debemos tener claro que las agresiones mediáticas internacionales y nacionales a Maduro y demás autoridades del Gobierno y el PSUV, pretenden, entre otras cosas, llevarnos a un limbo depresivo para que dejemos de apoyar al único muro de contención del fascismo que tenemos en país. Pretenden que abandonemos al Presidente Maduro quien, además de aguantar una catarata de porquería sin sacrificar al pueblo, ha logrado que las agresiones contra Venezuela no tengan las consecuencias que tuvieron en Irak o Libia.
Debemos estar conscientes de que defender a nuestro Presidente es defender el proyecto independentista Bolívariano – Chávista. Es luchar por nuestra nación, por la soberanía de nuestra Patria y por la integridad territorial de Venezuela. Es defender la soberanía del poder constituyente y los derechos intransferibles que reconoce la Constitución. Es profundizar el reencuentro con nuestra historia y raíces. Es apoderarnos de nuestra venezolanidad. Es ejercer nuestra hermandad con otros pueblos del mundo. Es perseguir la mayor suma de felicidad posible para las nuevas generaciones de venezolanos. Y así debemos difundirlo y explicarlo.