Como ya hemos asentado, la transición venezolana esta urgida de una política comunicacional que responda no solo a los requerimientos del momento electoral sino que apunte a las exigencias estratégicas del proceso de cambio revolucionario que ineludiblemente se desarrolla en nuestro país.
Si de algo esta urgida la revolución venezolana es de una política comunicacional con la que se pueda dar el combate ideológico - comunicacional como el que esta planteado con las grandes empresas mediáticas privadas, agentes difusoras del plan político desestabilizador de la contrarrevolución y reproductoras permanentes de la ideología capitalista aposentadas en todos los intersticios del cuerpo social.
Por ello es una tarea de primer orden avanzar en la construcción de una política comunicacional bolivariana, democrática y revolucionaria. Vacilar en este sentido es perdernos. No entender la significación de esta tarea es hacerle concesiones al reformismo, a quienes piensan que basta con acceder a los medios privados convencionales para alcanzar una hipotética normalidad informativa o con repotenciar a los medios del Estado como fórmula para equilibrar la balanza informativa en Venezuela.
El problema es de otra naturaleza. Tiene una dimensión mucho mayor. No esta sujeto a una mayor o menor intensidad informativa. Por supuesto que lo informativo es importante pero no es lo fundamental. No se trata limitarnos o de contentarnos con el planteamiento de la democratización de la información. Es decir potenciar los medios oficiales (VTV, Vive TV, Radio Nacional, etc.) o paraestatales (Telesur) para alcanzar el equilibrio informativo. Alabada sea la providencia si esto se logra. Y se cae de maduro que hay que apoyar y auspiciar toda iniciativa tendente a fortalecer la capacidad mediática del Estado. Que cada vez debe estar más abierta a la participación activa del bravo pueblo, a visibilizar su presencia mediática y su acción como sujeto histórico del proceso revolucionario.
Pero esto, insistimos, es una pata de las tantas que tiene esta mesa comunicacional. Los Medios Alternativos y Comunitarios (MAC), los Movimientos Sociales y Los Consejos Comunales son las otras patas o soportes expresivos del nuevo modelo comunicacional que estamos llamados a concebir y a construir en Venezuela, dirigido al gran objetivo planteado como es la democratización de la comunicación. He allí nuestro aporte con la propuesta sobre la Misión Comunicación que estamos empeñados, desde el Bloque Venezolano de Prensa Alternativa (BVPA) en presentar, promover y debatir a lo largo y ancho del país.
Evidentemente que se ha avanzado. En eso no tenemos la menor duda. Hay el perfilamiento de una política comunicacional, de una visión modélica de la cuestión comunicacional que es preciso articular, sistematizando y cohesionado sus distintas expresiones. Este es el paso necesario e inmediato que debemos asumir con toda la urgencia del caso.
Enarbolar la bandera de una política comunicacional bolivariana, democrática y revolucionaria es una gran tarea que tenemos por delante los revolucionarios venezolanos que nos desenvolvemos en el ámbito de la comunicación. Contribuir a rescatar esta función social para ponerla al servicio de las relaciones humanas, del nuevo orden civilizatorio socialista es, sin duda alguna, un gran aporte al propósito de redención de la especie humana, en nuestro país y en el mundo entero.
Esta política comunicacional, que estamos propugnando, no vacilamos en nombrarla como bolivariana porque responde al propósito de involucrar a todo el pueblo en el quehacer comunicacional tal cual como lo concibió el genio de Bolívar en aquella lucha titánica de ruptura del colonialismo español, que sólo se hizo posible, cuando el pueblo llano fue ganado masivamente para la gesta libertadora. Es democrática porque propicia la participación protagónica de los (as) venezolanos (as) en la actividad comunicacional. Y es revolucionaria porque esta destinada a romper con viejos esquemas excluyentes y reproductores de relaciones de poder y orientada a crear nuevos paradigmas comunicacionales. La conjugación de estas tres condicionantes conduce directamente a democratizar la comunicación y, por ende, al forjamiento del poder popular comunicacional.
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