Decía este humilde servidor y hombre del pueblo en una crónica reciente, y repetido de seguidas, creo, casi de manera textual, que había podido darme cuenta, leyendo un informe por allí, que la actitud de la derecha es inmadura e infantil cuando no genocida, y que en estos están sus verdaderos polos de acción, razón por la que el señor Mancuso y su carnal Marcel resultan derechistas tan arquetípicos.
Pues sí, el señor Mancuso y Marcel son derechistas, ultraderechistas o megaderechistas, como prefiera llamárselos. Ambos son también paramilitares. El señor Mancuso llegaría a ello seguro que dejándose arrastrar no tanto por la ideología como por el poder de seducción del dinero y de los verdes germinados en bolsitas negras de la CIA, o en otros continentes vergoñosos (y por cierto extraño atavismo puede que también). Marcel lo mismo, aunque no utilizara las armas de fuego sino las de imágenes... Ambos carecen de ideología, pero adolecen de perversidad. Marcel quizás con algo más de formación por haberse cobijado desde muy temprano bajo un árbol muy rico por su frondosidad, pero ambos en nada frondíos. Y también genocidas ambos. El señor Mancuso por haber confesado sus crímenes mediante una parrilla que va desde los individuales hasta las masacres. Crímenes aborrecibles cometidos sólo para impedirle a sus víctimas que pensaran como pensaban y aterrorizarlos con todas sus familias hasta asesinarlos a mansalva si acaso habían osado votar por algún candidato de izquierda, como lo confesara no ha mucho. Marcel no confeso aún, pero convicto sí. 1BC y RCTV han sido las armas y el escenario con que (y donde) ha perpetrado sus crímenes individuales, y hasta sus masacres. Crímenes cometidos contra el digno sustento de empleados y periodistas por el solo hecho –como lo hiciera el señor Mancuso- de ser de izquierda o que no le sirvieran más a sus intereses fuera de reglas. Masacres, porque habría que ver la cantidad de conciencias aún tiernas que sus asquerosas parrillas –salvo muy contadas excepciones- contribuyeran a matar de una manera tan prematura a través del suicidio inducido, para que muchos adultos “salvados” resultaran con posterioridad, y por ejemplo, de carácter violento, ignorantes, superficiales, desnaturalizados sexuales, adictos impenitentes y obesos o delgados al límite, bien dentro de sus empresas y dejados llevar también por la ingente cantidad de dinero ofrecido y pagado más a lo mediocre que al talento verdadero, o bien afuera, a los tiernos y desprevenidos televidentes víctimas incluso de posible propaganda subliminal, que desde muy temprano en la mañana comenzaban con avidez a ver las promos de las novelas, programas humillantes y películas donde lo que se pasaba eran unos lenguazos que no se notaban tan sobreactuados y casi con intentos de emboquillamiento que, seguro por ser víctimas de las hormonas, hacían que los adolescentes se fueran al colegio masturbados (lo que no es condenable, pero tampoco que fuera obligado por comerciales circunstancias) o practicando el último movimiento corporal de los humillados de siempre o calzados con una enorme pistola al cinto para jugar al asesinato de su mejor amiguito, apuntándoles y disparándoles con la sañosa onomatopeya pam…pam…pam…pam… hasta verlo exánime y sangrante dentro de su personal y representada escena mental dramática y hórrida; además de los comerciales pornográficos a altas horas de la noche, siempre al alcance de los niños noctámbulos tácticos, por lo que hubiera sido interesante conocer al propietario (único quizás) de tan erótico consorcio.
En estos días por cierto le otorgaron a una periodista venezolana un premio rey de España por haber descubierto, según, algunas mentiras en el caso del asesinato de Danilo Anderson. Y si fuera por develar mentiras, ¿por qué entonces no le han otorgado el mismo premio o uno mayor a VTV por haber develado tantas y cuántas perpetradas por RCTV y por el propio Marcel, sobre todo las del 11, 12 y 13 de abril (y en sus instantes preliminares y cruciales de 2002) y por las que sería cerrado el canal luego de que inocentes fueran masacrados por francotiradores encubiertos por los canales, dentro de ellos, como primero de adelante, el de Marcel? -Está fuera del aire- serían las palabras tan lapidarias del inhabilitado Mendoza que, en ese preciso e histórico instante, tenía el rostro de lo que en realidad es en su desalmada verdad: un malandro de siete suelas del que debería encargarse la Misión Negra Hipólita si no fuera por el grave riesgo de contaminación que correrían los demás beneficiarios de tan noble Misión…
Me confieso haber sido siempre muy antiRCTV (no sé si se nota), desde que cayera en las manos deformadoras y trampeadoras de Marcel, que llegó a convertirla como en un burdelón con toda la carga despectiva que me permito insuflarle, porque tuve el honor de haber visitado burdeles donde las proveedoras se comportaban con mayor urbanidad que muchas de sus pupilas. Y todavía tiene la desvergüenza Marcel de protestar porque no se le renueve la concesión ¡qué bolas!, cuando eso es un clamor nacional como resulta a todas luces, y también auto salvador. Bueno, el señor Mancuso hace lo propio alegando presuntos derechos y poniendo condiciones allá… Pero el señor Mancuso ha confesado públicamente sus horrendos crímenes. ¿Y por qué no aprovechamos de una vez entonces e instamos a Marcel y a otros más a que confiesen también los suyos?
Creo haber leído alguna crónica en un diario colombiano, que se preguntaba algo más o menos así: ¿Qué hicimos o dejamos de hacer en Colombia para que tengamos a un señor Mancuso? Bueno, esa mismita pregunta pudiéramos hacérnolas también aquí, pero así, sin tanta finura, porque a lo mejor el señor Mancuso más se la merece, y porque no obstante a que los del pueblo seamos elegantes muy siempre en nuestro lenguaje, sin embargo tendemos a no serlo (sobre todo) cuando se nos saca la piedra:
Así pudiera rezar entonces nuestra pregunta: ¿Coño, Dios mío, qué pecado tan grande hemos cometido nosotros aquí o hemos dejado de cometer como para tener que calarnos a un vergajo contrarrevolucionario de una calaña tal como la de este Marcel? ¿Qué les parece?
Sé que las comparaciones siempre resultan chocantes y odiosas, y puede que hasta injustas, por lo que pido excusas al señor Mancuso.
crigarti@cantv.net