El periodismo pinocho de Venezuela

Sinceramente, yo me arrepiento de haber desperdiciado cinco años de mi vida, asistiendo a una universidad para titularme como periodista, ya que cualquier persona es capaz de escribir, de hablar, de chismear, de mentir, y de informar cualquier cosa que deba ser informada como noticia, brollo o traición a la patria.

Con leer el periódico durante un simple día de la vida, con ver un noticiero en la televisión durante un simple día de la vida, o con escuchar un programa de radio durante un simple día de la vida, cualquier hombre de la ciudad o cualquier animal de la selva puede transformarse en el mejor periodista del Mundo, por lo que no debemos vivir enjaulados por cinco años en las tontas jaulas de clases.

Cualquier feo animal puede escribir en la prensa, cualquier bonito animal puede leer noticias en la televisión, y cualquier animal tiene la capacidad de informar a su tribu, aunque sea para decir mentiras o aunque sea para decir verdades, cualquier animal tiene la capacidad de informar a su tribu, pueblo o nación.

Pero los animales no pueden realizar una peligrosa cirugía a corazón abierto en el quirófano, los animales no pueden medir la distancia sideral entre Marte y Japón, los animales no pueden extirpar el tumor maligno de un perro de la calle.

Yo debí haber estudiado medicina, astronomía o veterinaria, porque son carreras universitarias que realmente te permiten alcanzar un conocimiento que otros animales no tienen en la vida, pero por desgracia, yo estudié una mundana tontería llamada periodismo, que aunque por afuera sirve para informar cualquier cosa que deba ser informada a la tribu, pues por adentro no sirve para curar las enfermedades mentales de los animales, lo cual convierte al periodismo en una estéril profesión del Mundo, que carece de sabiduría para salvar vidas humanas.

En el sexto semestre de la carrera de Comunicación Social en La Universidad del Zulia (LUZ), los estudiantes cursan la cátedra Periodismo Informativo.

En el séptimo semestre de la carrera de Comunicación Social en La Universidad del Zulia (LUZ), los estudiantes cursan la cátedra Periodismo de Opinión.

En el octavo semestre de la carrera de Comunicación Social en La Universidad del Zulia (LUZ), los estudiantes cursan la cátedra Periodismo Interpretativo.

Pero lamentablemente, aunque los profesores de las universidades de Venezuela te enseñan el periodismo informativo, te enseñan el periodismo de opinión y te enseñan el periodismo interpretativo, nunca jamás te enseñan el verdadero periodismo venezolano, el que realmente importa conocer y aprender en las jaulas de clases, el que realmente se ejercerá en las calles venezolanas, el que realmente se imprime con tinta y papel en la rotativa, el que realmente se publica en medios impresos, en medios radioeléctricos y en medios cibernéticos del país.

El verdadero periodismo venezolano no se aprende en las universidades venezolanas, siendo el motivo por el cual el futuro periodista venezolano, estudia el periodismo sin haber aprendido a perfilar su propia nariz en la vida, lo cual será una bomba de tiempo que explotará tras graduarse en la universidad, porque cuando el nuevo periodista empiece a ejercer legal o ilegalmente su profesión, no tendrá buen olfato periodístico para discriminar objetivamente el bien del mal.

Por culpa de su alérgica sinusitis laboral, el nuevo periodista venderá prematuramente su ética periodística para ganar más maldito dinero, y aunque desesperadamente el periodista intentará estornudar su tergiversación informativa para no ser delatado por su propia culpa, pues lamentablemente, la ensanchada nariz ya creció demasiado en el claroscuro del firmamento, y el periodista sabrá que si decide estornudar el polvo de sus mentiras por tanto ratón moral en sus venas, se morirá como una sucia rata que agoniza en una trampa dominical.

Mientras más mienta el periodista para beneficiar a la política editorial de su medio comunicacional, más crecerá la nariz del mentiroso periodista, y mientras más dinero gane el periodista con sus mentiras, más larga será su perversa nariz.

Dicen que del corazón habla la boca, y los periodistas venezolanos si pertenecen a un medio de comunicación opositor al gobierno, solo informarán las terroríficas noticias que destruirán la reputación del gobierno, pero si los periodistas venezolanos pertenecen a un medio de comunicación financiado por el gobierno, solo informarán las angelicales noticias que endiosarán a la gestión política del gobierno, lo cual pudre a la podrida ética periodística de los medios venezolanos.

Yo me pregunto para qué sacrificar cinco años de la vida en una universidad, si el estudiante de periodismo sabe de antemano, que cuando obtenga su título universitario usará sus manos para escribir lo que el dueño del medio le obligue a escribir, y desusará sus manos para no escribir lo que el dueño del medio le prohíba escribir, porque para ganar el maldito dinero hay que vender la dignidad.

Dicen que la nariz crece hasta los cuarenta años de vida, porque después de cumplir cuarenta años en la Tierra, todo el cuerpo humano empieza a decaer como una muralla a la deriva, y ni siquiera Pinocho puede evitar que sus mentiras se las empiece a llevar la tempestad del viento, que siempre sentimos cuando llega por las espaldas, pero que nunca sentimos cuando llegó con sus espadas.

Espadas que matan las ilusiones, espadas que cortan rabos, orejas y narices, espadas que te fusilan el alma, y te hacen odiar a quien una vez amaste, y ya no te importa decir mentiras, y ya no te importa decir la verdad, y ya no te importa recibir insultos, y ya no te importa nada, porque las espadas te mataron la ilusión.

No hay peor enemigo que un periodista herido, y yo me siento muy herido, porque un ingrato pinocho de vidrio se burló de mí, me usó para llenar con joyas a su propia alcancía, me humilló en la capilla, abusó de mi amor sincero, envenenó mi alma en la plaza, me quitó la sonrisa con sus falsos emoticones, y me asesinó sin piedad en el burladero, sin escuchar mis súplicas, sin ver mis lágrimas, sin levantar mis ensangrentadas rodillas de la arena, sin atender el teléfono, sin dar una miserable explicación al más herido periodista venezolano.

Y es que Pinocho no quiere venganza, Pinocho tan solo quiere justicia, así como los periodistas venezolanos no quieren hacer el mal, tan solo quieren informar.

Un periodista no debe ser esclavo de nadie, pero por desgracia, los comunicadores sociales venezolanos ejercen el periodismo en un entorno periodístico muy esclavizado, muy viciado, muy adoctrinado por la politiquería de la sociedad venezolana, y hasta para informar si la gallina puso el huevo, el periodista venezolano primero preguntará si la gallina era una opositora escuálida o si el huevo era un oficialista revolucionario, y depende a la respuesta que consiga en el gallinero, el periodista informará la patraña con la que gana dinero.

La verdad es que Pinocho no nació diciendo mentiras, así como los periodistas venezolanos no nacieron con gigantescas narices de mentiras, porque aunque son narices que de verdad se pueden tocar, se pueden besar y se pueden palpar, siempre hay algo o alguien que sabe escapar del olfato periodístico, para que el periodista venezolano reciba los castigos de la media verdad y de las verdades a medias, y así el periodista aprenda a reconocer con humildad su mediocridad profesional, porque para informar primero hay que desinformar al informante.

La noticia es desnuda, un disfraz no puede informar noticias, debe desnudarse.

Mi hermano, yo te besé hasta el culo, me duele reconocerlo, pero es mi triste verdad, yo te besé hasta el culo, y usted no me dio ni siquiera las gracias. Lo deseaba, lo hice, lo disfruté. Fui animal del circo para olvidar a mis derrotas.

Todo lo hice para agradarte a ti, todo lo sufrí por amor a ti, todo lo hice para recibir un poquito de atención, pero usted nunca me llamó por mi nombre, a usted nunca le importó mi crisis, usted nunca entendió nada porque el egoísmo es tu mayor placer, ahora yo estoy herido, muy loco, no tengo nada que perder porque yo sé que te perdí, porque tu injusto adiós llegó cuando yo esperaba una gran bienvenida, y no olvides que no hay peor enemigo que un periodista herido.

Periodista que no patalee y no sude las calles como reportero, no es periodista.

Usted no sabe todo el calor que transpiré en las soleadas calles venezolanas de los infiernos, solo esperando recibir las migajas periodísticas de tus tres letritas, esas malditas tres letritas que menguaban mi andar como periodista, pero yo seguía informando sin saber qué informaba, yo seguía reportando sin saber qué reportaba, yo seguía comunicando sin saber qué comunicaba, yo seguía agonizando con noticias que me partieron el lomo tan grande como mi nariz.

Yo estuve hasta preso en una cárcel merideña, solo para acariciar el pecado de tu amor, solo para que me recordaras por un segundo de tu vida, solo para hacerte entender que tu vida me importaba más que mi propia vida, pero usted nunca quiso entender nada, y hasta insultaste mi intelecto cuando adulé tu existencia.

Por tu culpa me convertí en periodista pinocho, por tu culpa eché a la basura los cinco años de mi carrera universitaria, por tu culpa me prostituí como un vagabundo en la calle, por tu culpa fui oprobio social de la madrugada, por tu culpa me acostumbré a decir mentiras para justificar mis delitos periodísticos.

Porque yo sabía que el gobernador era corrupto, pero lo bendije para recibir más plata, le dije que todo estaba chévere para recibir más dinero, porque yo no quería emparejar el puñito de mi mano izquierda con el puñito de su mano derecha, pero terminé emparejando a mis mentiras, y mientras el gobernador se robaba la comida del pueblo, yo me quedé viendo las bonitas montañas desde el mirador, y cuando el gobernador se fue con todo el tesoro del pueblo, yo informé que el generoso gobernador había regalado toda la comida al pueblo merideño, y aunque ya no tenía nariz para respirar, yo supe respirar para engañar al pueblo.

Por hambre me vendí como periodista, por hambre me vendí como hombre.

El maldito periodismo pinocho venezolano, que no deja rastro de sus mentiras, porque te consume por adentro de las piernas, te viola con el inmundo espíritu mundano, te hace daño como piedra entre los dedos del zapato, nunca se arrepiente de sus malditos embustes, te dice adelante aunque sientes el deseo de matarlo por delante, porque Pinocho nunca cambia, nunca dice la verdad, nunca se cansa de mentir, nunca dice lo que realmente piensa, simplemente te odio.

No es cierto, no te odio Pinocho, realmente te amo. Tú lo sabes. Soy igual que tú, porque mi nariz es igual que la tuya, y mis mentiras también son tus mentiras, porque me rompiste el Universo, me rompiste la noche de estrellas, me llevaste al suicidio periodístico y lo hice por ti, me ahogué por ti, lloré sangre por ti, perdí mi dignidad por ti, y tú, sigues alimentando a mi odio con tres malditas letritas.

Pinocho fue mentiroso desde su infancia, y los periodistas venezolanos también aprenden a mentir desde sus infancias, porque dicen que los padres mentirosos engendrarán hijos embusteros, porque sin valores familiares no habrá cruz de honestidad en el futuro del delincuente, no habrá ética profesional que remuerda el cerebro de una sucia conciencia, no habrá periodista bueno que ejerza buen periodismo venezolano, porque Pinocho aprendió a mentir desde su infancia.

Los periodistas son malos, pero Pinocho es muy malo, yo creo que es mejor solo ser malo, porque ser muy malo es como mucha maldad para un simple periodista, yo no creo que un periodista venezolano pueda ejercer el periodismo pinocho en las calles de mi país, y al mismo tiempo, el periodista pueda cerrar los ojos y dormir en paz en su cama, yo no creo que la mentira permita conciliar el sueño, por lo que Pinocho sufre mucho insomnio, mucha amargura, mucha angustia.

Yo creo que debe existir una historia jamás contada sobre Pinocho, así como cada periodista venezolano tiene un dolor, una ambición y una mentira, que no se atreve a compartir, que guarda en secreto, que esconde en el desierto, porque los periodistas son buenos para informarle la desgracia al prójimo, pero cuando la desgracia pregona su desgracia en frente de sus casas, los periodistas perderán sus escrúpulos, mentirán a quien deban mentirle, y prostituirán sus profesiones, para que no exista sospecha de dolor, para que no exista sospecha de ambición, para que no exista sospecha de mentira en las confusas páginas del periódico.

El periodismo, la prostitución y la profesión. El triángulo amoroso que une a unos y desune a otros, por amor al dinero, por amor a la mentira, por amor a Pinocho.

No debiste llamarme gente, yo tenía nombre y apellido, pero usted me llamó gente, aunque conocías mi nombre y mi apellido, me llamaste gente. Ahora la gente se ha rebelado, ahora la gente es como usted, no tiene corazón, no tiene alma, solo quiere dinero, solo quiere mentir, herir, traicionar, solo quiere morir.

La mentira es como un laberinto, después que mientes no hay forma de escapar del laberinto, y mientras más mientes, el laberinto se hace más ancho, más oscuro y más triste, porque la nariz de Pinocho es como un laberinto de mentiras, es como el Mundo que se expande sin pedir permiso, es como vivir el periodismo.

Y cuando empieces a vivir el periodismo venezolano, siempre llegará el periodista que te robará tu noticia, que te robará el crédito de la mentira, que te robará el aplauso del dueño del medio, porque los periodistas no tienen amigos, no tienen palabras, no tienen rivales, los periodistas solo tienen tres espejos rotos.

Toda la traición periodística es parte del periodismo pinocho venezolano, el que no se aprende en las universidades, el que se aprende en las calles, el que duele en las oficinas, el que se moja con un pene lleno de arrechera, el que se huele con una vagina llena de hipocresía, el que mancha, el que ensucia, el que no perdona.

El periodismo pinocho es similar a la persona que siente muchas ganas de estornudar, pero justo cuando está a punto de estornudar, su propia nariz se acobarda y no termina estornudando, esa frustrante y odiosa sensación que siente la persona que abortó el estornudo, es muy similar a la vida del periodista que ejerce el periodismo pinocho venezolano, porque su nariz se enrojecerá por tanto intento fallido en el medio, por tantos verbos mal conjugados, por tanta jaqueca en la cama, por publicar tantas noticias de mentiras, por tanto semen sin látex.

Rectores universitarios venezolanos, ustedes deben incluir la cátedra Periodismo Pinocho dentro del plan de estudio de la carrera de Periodismo, porque si los jóvenes estudiantes que estudian comunicación social en Venezuela, obtienen sus títulos universitarios sin haber recibido el conocimiento del Periodismo Pinocho en los salones de clases, pues cuando esos compatriotas tengan que ejercer profesionalmente el periodismo en las calles venezolanas, los nuevos periodistas serán profesionales mediocres, sin valores éticos, sin credibilidad, sin moralidad.

No hay que sentir miedo por el Periodismo Pinocho, ya que por el contrario, debemos reconocer que ese sucio periodismo lleno de mediáticas mentiras amarillistas y sensacionalistas, es el periodismo más ejercido por los medios de comunicación social venezolanos, pero si los jóvenes venezolanos son vacunados contra la enfermedad del Periodismo Pinocho en las aulas de las universidades, entonces habrá una luz de esperanza para que las nuevas generaciones de periodistas venezolanos, no cometan en el futuro los mismos errores éticos, que actualmente cometen los vendidos y prostituidos periodistas de Venezuela.

El periodismo pinocho no es un cuento chino infantil, porque el periodismo pinocho es una triste realidad laboral que sufre el periodismo en Venezuela.

Yo no quiero más periodismo pinocho en mi vida, aborrezco mi destino, no fui capaz de alcanzar mis verdaderas metas, me hubiera gustado ser tu luz, darte un fuerte abrazo, no soltarte nunca, trabajar contigo, vivir contigo, dormir contigo, pensar contigo, hacer todo contigo, pero la realidad sigue superando a la ficción.

Otra vez estoy usando el periodismo pinocho para sacar el dolor del alma.

Yo solo tengo la nariz del periodismo pinocho, hago lo que aprendí a hacer, soy esclavo de mis estornudos, de mis mentiras, de mis problemas.

Si alguien puede salvarme, bendito sea.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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