Sábado del grasiento cerdo mediático

En verdad que la conducta delictual de nuestros Medios de Comunicación Social no es nada nueva. La estrategia del “apagón informativo” que aplicaron magistralmente las televisoras en abril de 2002, tiene sus antecedentes más dramáticos durante la explosión social del Caracazo del 27 de febrero de 1989. Durante el estallido popular no fueron Tom y Jerry, ni el Pato Lucas los seleccionados para tratar de desmentir la tempestad con el pronóstico del tiempo. ¡No!, pero en el fondo la táctica del grosero ocultamiento fue en esencia la misma. Todas las televisoras de entonces se limitaron a transmitir algunas imágenes de los saqueos a comercios y locales de los principales centros urbanos, con el dedo acusador presto y bien alzado para recriminar ese comportamiento como una “conducta salvaje”. No obstante, la brutal represión de los cuerpos de seguridad no generó suspicacias, ni siquiera un leve prurito. La canallada más bien fue ocultada de manera acomodaticia. Casi ningún reportero, ni gerente de contenido de algunos de los noticiarios de entonces tuvo la libertad de transmitir con toda su crudeza el baño de sangre de una matanza como pocas, en la historia contemporánea de nuestra convulsa América Latina. Pero el guión prefabricado de los Medios ordenaba más bien justificar la actuación de la policía y la Guardia como una “acción necesaria para restablecer el orden público”. A la sombra de un lacónico Eladio Lares, se bombardeaba a las masas con un mensaje que entremezclaba vergüenza y al mismo tiempo dejaba traslucir “un fresquito”, por la represión a sangre y fuego contra “las hordas primitivas”. Tanto ayer como hoy esa soberbia élite fue incapaz de analizar la coyuntura con un poco de sindéresis y sin superficialidades chambonas. Fue la deuda social la verdadera causa del sacudón, la misma que sentaba y ha sentado en la mesa, con cubierto y servilleta, a un nuevo invitado, siempre rechazado. Nada justifica la barbarie de un saqueo, pero no se puede descontextualizar los hechos y diseccionarlos con bisturí para falsear la realidad. Esos venezolanos fueron sistemáticamente traicionados y aquel hartazgo derivó en violencia. El sistema en vez de entender que ocurrido era el fruto de su propia semilla, arremetió con metralla para “restablecer el orden” y los Medios solícitos, en vez de ser críticos y valientes, “alcahuetearon” a una clase política degradada y mal oliente. En los años sucesivos el descrédito de los partidos políticos acrecentó el poder de los Medios, éstos orgullosos llegaron a erigirse en santos varones intocables, prostituyendo los nobles conceptos de Libertad de Expresión e Información. Sin embargo hay un viejo dicho llanero que reza lo siguiente: A todo cochino le llega su sábado cámara, y por eso el 27 de mayo cuando expire la concesión dada al señor Ganier y por añadidura a su inefable Granielito, habrá llegado el sábado para un grasiento cerdo televisivo que acumula gordas décadas de desmanes y atropellos.

* Periodista

dcordovaster@gmail.com


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Daniel Córdova Zerpa*


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