Rosales, Granier, La Bicha, los bichos y las bichas y no sé quién más como miembro del pequeño resto de la derecha y ultraderecha, y el novedoso efecto Lovenstein

Uno de los contenidos que me ha desazonado más en esta vida -que he tenido no sé si el privilegio de vivir, pero que por sólo observar lo que acontece hoy en mi país, entre otras pocas cosas, pienso que sí- es no haber sabido nunca, ni siquiera con cierta seguridad, si lo que pudo ser falso en verdad lo fue o si lo que fue o pudo ser verdad nunca pudo serlo en realidad porque falso fue, dado que las circunstancias que rodearan aquella verdad (que parecían verdaderas) no resultaran luego sino en mentiras con apariencia de verdades, lo que al final pudo obligarme a llegar a la conclusión de que aquello que diera por verdad no sería sino una de las tantas presentadas por simples y miserables mentiras eternas que me ha parecido son las verdades de siempre.

Nietzsche creo que le dio la vuelta al asunto de esta manera: “Toda verdad es simple. ¿No será esto una doble mentira?” Y cuando Heidegger se refiere a la verdad de la metafísica (que según él habita en abismos insondables) estima que su vecino más cercano es el error más profundo, que incluso, siempre se ve al acecho.

De esto más o menos (y de lo que creo haber realizado una adaptación haciendo un gran esfuerzo para poder escribir esta crónica) me hablaba por cierto en estos días un compadre que sabe mucho, y que lo hacía dentro una confesión íntima de última hora, dado dizque ha tenido que pasar en sus 25 años de casado por el penoso trance –y me lo confesaba casi llorando, mi compadre- de no haber podido convencer a su mujer nunca de ninguna de sus verdades...

Y ante esa tragedia tan enorme, sólo me salió decirle, y boquiabierto: “¡Miieerda, compadre! ¿Cómo va ser?”

Y me contestó él con este monosílabo y un gesto de resignación, además escalofriante: “Sí”.

Pero por ahora con la vaina esta de la CIA está la cosa como muy complicada para perder el tiempo en disquisiciones desorbitadas.

El caso es que por estos días, el periódico derechista español El País, muy dado a campañitas no sé si gratis contra Cuba, Venezuela, y ahora contra Ecuador, y que es reputado como serio y basándose en la agencia EFE reputada también como seria (¡con razón serio murió como murió!) difundió una noticia donde hablaba acerca de que un supuesto Instituto Lovenstein de Scranton, Pensilvania, Estados Unidos (que sólo su retumbante nombre de suyo le haría presumir a un escuálido e incluso hasta una persona sensata de que trátase de uno de los de más innegable prosapia del Imperio) afirmaría, luego de un meticuloso estudio, que Bush es el presidente más limitado intelectualmente que lo haya gobernado en los últimos sesenta años, al mostrar el “menesteroso” cociente intelectual de 91; sobre todo siendo la mitad del de Clinton, quien quizás por ese tan alto cociente resultara tan grande gozón oficinoval… ¡Hay que ver lo que gozó el mozo Clinton con sus relaciones tan “impropias" en esa oficina tan ovalada con ese cociente tan elevado!..

Pues ¡muéranse! como decían las sifrinas de antaño y dicen las de hogaño; resulta que el campanudo instituto no existe, por lo que el estudio de marras resultó simulado (quizás mejor chimbo de toda chimbonidad), y además un “refrito” reciclado en Estados Unidos por varios años, lo que no se le ocurriera verificar, ni a la seria Agencia Efe, ni al serio El País que lo rebotaran con absoluta libertad, por lo que publicarían la mojiganga palabra por palabra.

Ahora, la verdad de toda esta mentira, además de servir de eficiente mecanismo propagandístico (no lo niego) para tratar de convencer a los escuálidos por qué basado en el alto cociente intelectual de sus presidentes, es por lo que Estados Unidos logra ser una superpotencia, es que siendo una mentira, en vez de terminar siendo verdad, terminó siendo mentira; vale decir, que el tiro les salió por todo el centro de la culata por culpa, justamente, del “caballerito este”, porque de él todo el mundo sabe (hasta el mismo Rosales, por dios, que debe exhibir un muy generoso y avalanchoso 63), que el suyo en 91 es requetelevado; que el suyo llega a 65… ¡Mire!.. ¡Y de vaina! ¿Sabe? (Y que conste que lo expreso con los ojos “pelaos” y el índice derecho erecto, como para que se imaginen la dimensión de la duda que me posee).

Tal vez sea por eso que el oposicionismo mayamovenezolano esté siendo víctima del efecto Lovenstein; en el sentido de que no hayan logrado todavía convertir una solita mentira en verdad como siempre se han propuesto y proponen, sino que todas sus mentiras han terminado siendo mentiras. ¡Qué vaina! Pareciera que su “the american way of life” les estuviera mermando tal como lo hace el queso blanco e`cincho recién hecho. Y eso los escuece.

crigarti@cantv.net




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Raúl Betancourt López


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