Para ciertos analistas de la cuestión comunicacional, la sociedad contemporánea, con el salto gigantesco que se operó en el ámbito científico – tecnológico, en las últimas décadas del siglo pasado, especialmente en los campos de la electrónica, la telemática, la cibernética, la robótica, etc., adquirió una dimensión nunca vista antes, expandiéndose la capacidad de informar a nivel mundial, incluso en el momento mismo de los acontecimientos, en vivo y simultáneamente. Acuñándose así el concepto del canadiense Macluhan acerca de la “aldea global” como una verdad inconmovible. En consecuencia, se caracterizó a la actual como la sociedad de la información o del conocimiento. Se dijo, lo que vale es estar informado y lo que cuenta, para ello, es disponer de los medios cada vez más sofisticados, tecnológicamente más adelantados, que permitan dispensar y difundir la información o el conocimiento. Por supuesto que esta tendencia revalidó más aún la significación, de por si relevante de los medios de expresión, y, naturalmente, de sus propietarios.
Venezuela, país dependiente adscrito al sistema capitalista mundial, no podía abstraerse a este fenómeno. Así como en lo económico y en lo político en lo cultural comunicacional, también, fuimos globalizados, que es como decir, neocolonizados. Proceso similar vivieron el resto de los países latinoamericanos, igualmente dependientes del sistema capitalista mundial. La exclusión, obviamente, fue Cuba.
Lo cierto es que en nuestro país, en estas últimas décadas, estuvimos sometidos a un bombardeo mediático implacable, atosigante, sobresaturados de información, de información banal, modernizante, insulsa, que nunca va a la causa de los acontecimientos, a la raíz de los problemas, pero que, sin embargo, aturde, guardando la apariencia de libertad expresiva. Si, la libertad de los Granier, de los Phelps, de los Cisneros, de los Otero Castillo de los De Armas, de los Mata, de los Poleos, de los Capriles, de los Natera, de los Camero, etc. , conectados por una vía u otra con las grandes cadenas y agencias internacionales, garantes comunicacionales del orden económico mundial globalizado. Medios que nos suturan de información pero no nos comunican. Medios de incomunicación.
Por ello nuestra resistencia al concepto de sociedad de información. Preferimos el de sociedad de la comunicación. Porque apostamos por una sociedad que reivindique el derecho natural y social de todos los seres humanos a comunicarse. A no ser meros espectadores, oyentes o lectores del producto comunicacional. La sociedad que propendemos es la de la comunicación recíproca, integral en la que todos tengamos la oportunidad y el derecho cierto de participar en el quehacer comunicacional. Pretendemos una sociedad, en la que rescatando la función social de la comunicación, ésta se reconstituya en una función de integración, de armonía, formativa, recreativa, educativa, de los venezolanos y, por extensión, de la humanidad entera.
Sociedad de la comunicación es, para quienes activamos en el Movimiento Social de los Medios Alternativos y Comunitarios, sinónimo de sociedad socialista. Recrear la comunicación es construir el socialismo desde la perspectiva comunicacional.
Esta idea es la que sustenta el lema Por la Socialización de la Comunicación que inspira la Asamblea Nacional de Medios Alternativos y Comunitarios (AN – MAC) que ha de realizarse el próximo mes de mayo en la ciudad de Caracas. Bienvenidos todos al debate comunicacional …