Al lado de mi casa, en los días de mi preciosa e inolvidable infancia, vivía una familia verdaderamente “sangre de cucaracha”. Eran tres, padres e hija. No trataban a nadie. Siempre estaban de mal humor, no saludaban y el padre tenía cara de mega simiritruki. Papá algunas veces le buscó conversación desde las contiguas azoteas, pero el tipo se hacía el paisa y desdeñaba a papá, que todo lo contrario al sujeto tenía el rostro como una comiquita; todo el tiempo produciendo alegría. Papá, ya lo he escrito, fue mi payaso favorito. Bailaba, gesticulaba, decía chistes horrendos a los que luego yo analizaba en mi habitación y me cagaba de la risa por lo simple de los mismos. Papá imitaba a Cantinflas y mamá se desternillaba de la risa con las ocurrencias de aquel Mario Moreno con cuerpo de caletero. Bien el sujeto no era distinto a la esposa. Ésta trataba a los demás de poca cosa. Le decía a su hija, según pude conocer de boca de la muchacha que le hacía el aseo a la casa, que no se le ocurriera tener comunicación alguna con las chicas del barrios, pues esta no les llegaban por las patas a ella, a demás que estudiaban en colegios del gobierno.
Los otros vecinos se acostumbraron a estos menesterosos sociales y no les pararon más. Los veían de reojo y hasta peos les tiraban cuando pasaban. El sujeto poseía un auto último modelo, al cual le dedicaba los domingos desde las 9am hasta la 2pm. La señora iba con su niña a la iglesia y así transcurría la vida. Una Semana Santa la señora y la chica se fueron de viaje y el hombre quedó solo. Lo observábamos en la azotea bebiendo “yoniguaquer” y fumando aquel cigarrillo que anunciaba el inolvidable Renny Ottolina. El Martes Santo como a las 3am escuchamos unos gritos. Venían de la casa de al lado: la de los sangre de cucaracha. Papá saltó de la cama y según escuché a mamá, de vaina no se rompió la rabadilla. El perro “Barrecampo” que no se cansaba de jalarle bolas a papá, pues dormía a orilla de la cama, chilló como si estuviera recordando su esencia en la selva en noche de luna llena.
Los vecinos igualmente escucharon el alarido y corrieron a la casa del sujeto de marras. A medida que transcurrían los segundo, los gritos rompían el equilibrio sonoro de los vecinos. Llegaron a la puerta de la casa y tocaron con fuerza. “El brujito”, que era un rolitranco de jodedor, como nadie abría, decidió poner a la vista de todos, la fuerza muscular que había adquirido como carga sacos en el mercado de Quinta Crespo descargando camiones, entre ellos el “Balandra Isabel” y se lanzó contra el rectángulo que dividía lo interior con lo exterior.
Entraron. Corrieron a la habitación de donde llegaban los quejidos. Como en una escenografía fílmica de Woodie Allen, el hombre yacía en la cama manando sangre de su cabeza. Todos aquellos hermosos vecinos a los cuales mientras viva no olvidaré, buscaron toda clase de vaina para pararle el manantial que brotaba de la testa del hombre que lloraba como una madre, empero la sangre fluía. Lo embojotaron para taparle la herida y el cuerpo, pues el mismo estaba en cuero. Buscaron el carro de Felipito y allí lo introdujeron. Felipito hizo chirrear los cauchos de su viejo “ forcito” sobre la inhóspita calle y se perdió en la ontanántica, seguido por otros. Lo llevaron al hospital de Salas. El médico dijo que de no haber actuado con prontitud , el carajo hubiera pelado cacho. Los vecinos avisaron a la esposa y a la hija del hombre, pues no sé como carajo consiguieron la dirección de la madre de ésta por allá por Tajamar en la Pastora. La mujer gemía como una bestia herida. La hija se abrazaba los hombros de todos y moqueaba. Los vecinos mostraron lo que es un pueblo que ama sin prejuicios. No recordaron en ningún momento la actitud de esa familia que irradiaba complejos tan grandes, pero le dieron una gran lección. Cuando el hombre fue a declarar a la policía, dijo que unos sujetos habían penetrado a la casa y como él estaba borracho, lo golpearon, lo desnudaron para que no los siguiera y se llevaron muchas cosas y que GRACIAS A LOS VECINOS SE HABÍA SALVADO DE MORIR DESANGRADO.¿Por qué tuvo que ocurrir esto para que él se diera cuenta de la valía de sus vecinos a los cuales desdeñaba y los creía inferior?
Hoy vemos una cuña de televisión, donde varias personas vestidas de pueblo son utilizadas por MARCEL GRANIER para hacerle creer al país que el medio RCTV es parte de los venezolanos. Observamos con estupor que el MISMO MARCEL GRANIER, que gritó alborozado, ¡¡LO LOGRAMOS!! cuándo le dijeron, después del criminal GOLPE DE ESTADO en el cual él tuvo el 60% de participación que Chávez estaba detenido. El mismo MARCEL GRANIER que utilizó el espacio radioeléctrico del Estado para actuar contra ese soberano, pues Chávez fue electo por la mayoría de ellos, se vale de ese inmenso amor sin frontera para buscar lástima. Ahora si RCTV es del pueblo, gañán de las miles de especies de crótalos. AHORA SI ACUDE AL PUEBLO, el cual fue llamado por sus acólitos, tierrúos, desdentados, negros sucios, pocas cosas. Ahora si busca al negro, al acanelado, a la lavandera, al obrero, al músico de reguetton. Ahora no tiene prejuicios. Ahora el empleado que no era capaz de subir con él en el mismo ascensor, porque le tenía asco, hoy es su “hermano”. Al recordar el episodio narrado, siento una indescriptible alegría, al saberme parte de ese pueblo, que no mira la VIGA EN EL OJO AJENO, pero siente la espiga del amor que le cercena el alma y es capaz de dar agua al mismo diablo por sobre todas las cosas del mundo, aun al déspota, al traidor, al mentecato Marcel Granier. Empero, ese mismo pueblo sabe que lo que dicen poquitos no es verdad y que RCTvas.
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