Dos planos del debate comunicacional

Desde hace cierto tiempo quienes activamos en el Movimiento Social de los Medios Alternativos y Comunitarios hemos venido planteando la necesidad de que en Venezuela se abra un intenso debate en torno a la cuestión comunicacional.

Para nuestro beneplácito hemos visto como en los últimos días a consecuencia, primero, de la decisión soberana del Estado venezolano de no renovarle la concesión a las empresas 1BC para que no se perpetuasen en la explotación de la frecuencia del canal 2 del espacio radioeléctrico nacional y, segundo, con motivo de la celebración del día del periodista y de los premios que, en consecuencia, se otorgan anualmente se ha desarrollado una diatriba, por demás, interesante en la que comienzan a aflorar distintos enfoques en torno a tan polémica materia; que por supuesto están en íntima correspondencia con las posiciones políticas, teóricas o conceptuales que mantienen quienes participan en la discusión.

Venezuela es un país polarizado, y así será por mucho tiempo. La transición en la que se desenvuelve la sociedad venezolana requiere de un largo período para que se asienten las definiciones que la enmarcan y se consolide un nuevo consenso social. Mientras tanto están y estarán en pugna dos concepciones de la vida, del mundo, de la política, de la sociedad …y, naturalmente, de la comunicación que signarán las posiciones de quienes en este país interactuamos.

La polarización marca un primer plano de la discusión. Quienes pugnan por un país que se mantenga en los cánones por los que transitamos en la época cuarta republicana y de la exclusión de las grandes mayorías, circunscrito a la condición de periferia del sistema capitalista mundial y supeditado, en consecuencia, a los designios del centro imperial y de las grandes corporaciones transnacionales, incluidas las de la industria cultural y las cadenas comunicacionales, optarán como en efecto lo han venido haciendo, por defender y asumir las concepciones que explayan las grandes empresas mediáticas venezolanas, que difícilmente podrán desprenderse de su propensión golpista y desestabilizadora en virtud de que cada día sienten que el país cuarto republicano que habían moldeado se les diluye de las manos. Quienes optan por estas posiciones son los que confunden libertad de expresión por libertad de empresa, que defienden la exclusión en las universidades venezolanas, que postulan el individualismo, el egoísmo, el afán de lucro como los valores primordiales de la vida, los que defienden a los gremios y colegios profesionales por ser expresión del viejo orden, los que conciben a los medios y su papel en los mismos como mecanismo de proyección personal, resaltando lo individual por encima de lo colectivo, invisibilizando al pueblo pobre, incomunicando a la sociedad. Proyectando una visión de la sociedad y del país ajustadas a modelos totalmente ajenos a nuestra realidad histórica social. Quienes comparten esta posición asumen y construyen una verdad, la verdad virtual que les permite justificar y congraciarse con la particular manera de concebir la vida y las relaciones sociales. Por supuesto también cuentan con una ética que es la que les permite aceptar sin remordimientos, la explotación a la que están sometidos los trabajadores(as) en el sistema capitalista que defienden; así como justificar y hasta aplaudir las masacres que en diferentes partes del mundo se realizan en nombre de la democracia y la libertad.

En contrapartida a esta posición se expresa la de quienes propendemos la construcción de un país libre de cualquier intromisión extranjera, autónomo de cualquier centro de poder mundial, solidario con los pueblos hermanos, y que cultivamos los valores de la solidaridad y la corresponsabilidad social. Que entendemos la necesidad de resaltar nuestros valores ancestrales, de estimular la producción social y que en fin de cuentas asumimos que el país debe encaminarse hacia el socialismo, nutriéndose de los aportes que en ese sentido han legado los pensadores de distintas épocas y latitudes así como los que surgen de nuestra propia historicidad, como condición insoslayable para superar, junto con los otros pueblos del mundo, los males que aquejan a la humanidad. Esta claro que quienes asumimos esta visión de la vida social tenemos, al mismo tiempo, una concepción de los medios de comunicación y de la intermediación que estos deben jugar en la interacción social. Orientados siempre a la formación, entretenimiento e información de los ciudadanos, comunicándolos y visualizándolos bajo cualquier circunstancia. Por supuesto, que nuestra conceptualización de la verdad y de la ética esta en armónica correspondencia con las concepciones que tenemos de la vida y del mundo.

Como hemos dicho un país polarizado que expresa una sociedad con posiciones divergentes de la comunicación y del papel que en la misma le corresponde a los medios de comunicación. He allí un plano de la discusión planteada pero subyacente a él hay otro plano que, ahora más que nunca, se hace necesario abordar. Es el que esta referido a la significación de la comunicación en el transito hacia el socialismo, que roza indiscutiblemente la relación entre comunicación convencional y la comunicación alternativa y comunitaria, la comunicación insurgente. Este lo analizaremos en las próximas Notas.


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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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