El mensaje crítico y su carácter revolucionario

La crítica y la autocrítica constituyen para muchos, una forma de contribuir al desarrollo eficaz de las instituciones, para otros, una forma de descalificar sin aportes reales, la solución de lo que representa la crítica en sí.

Es indudable que en el primero de los casos es un aporte constructivo y es necesario, sin importar el funcionario o personalidad que se encuentre como objetivo de la misma. Para nadie es un secreto que la crítica es una forma de enjuiciar y desenmascarar las desviaciones de las que son protagonistas muchos “revolucionarios” en el caso que nos ocupa. Se han suscitado muchos comentarios adversos en la forma como una periodista afecta a este proyecto político que lidera el comandante Chávez por como se ha conducido en su espacio televisivo. Algunos piensan ha debido ser más contundente con algunos invitados claramente identificados con una oposición irracional, otros, la defienden. En el mejor de los casos, debe ser una muestra de reflexión de esta periodista en futuras entrevistas, al margen de que la misma se parcialice o sea demasiado complaciente con sus entrevistados. Se hace necesario un análisis autocrítico que contribuya a buscar un equilibrio en la información.

Es importante el señalar lo que para muchos puede ser una desviación, o síntomas de debilidad, siempre que se ajuste la crítica a un modelo objetivo sobre la cual se construye esa realidad. Lo que no se debe criticar son los señalamientos, por entender que nuestro enemigo está claramente definido. Es un error y una máxima de lo que no se debe permitir. El enemigo de la Revolución Bolivariana, además de estar claramente definido, no solamente es representado por la Oligarquía criolla y el Imperialismo, hay factores internos muy perturbadores que están distorsionando la naturaleza de este proceso, se hace necesario debatir, como órganos de contraloría social, sobre la buena o no, labor que estos “revolucionarios” despliegan en detrimento del colectivo, el no hacerlo nos hace cómplices silenciosos, y convalida la gestión de estos “disfraces” que entorpecen, con su desidia, oportunismo, egocentrismo y carencia de compromiso, las políticas que emanan desde el alto Gobierno.

Las desviaciones hay que atacarlas provengan de donde provengan, ya nuestro líder, desde su tribuna “Alo Ciudadano”, de manera sistemática, crítica, denuncia la mala praxis del poder y sus deformaciones (hasta con nombres y apellidos) que atentan en contra del buen funcionamiento de las instituciones, es característico escuchar todas estas manifestaciones que nos alejan del deber ser. La moral revolucionaria es la buena utilización de las prerrogativas conferidas, sea a través del voto o por designación del ejecutivo, y la que, de manera objetiva, nos acerca al humanismo como categoría fundamental del desarrollo del Socialismo del Siglo XXI, concentrando su actuación en la buena praxis y consecución de políticas que direcciona el Ejecutivo Nacional.

Hugo Chávez es seguidor funcional del proceso de crítica y autocrítica que debe estar inmerso en la Revolución, es prácticamente doctrinario del señalamiento explícito de todo aquel que, usufructuando el poder, se burocratiza y corrompe sus principios para ahogarse en el lucro personal, traicionando la voluntad del colectivo bolivariano y revolucionario, desvirtuando la esencia del nuevo modelo de hombre que tanto se pregona. La confianza y compromiso pasan a un segundo plano.

Quien no crítica de manera constructiva se hace cómplice de aquel que delinque, y aquel que no recibe la crítica como un instrumento constructivo para el análisis autocrítico se sumerge en su egoísmo y prepotencia. Todo proceso social que busque el equilibrio y la igualdad de condiciones en la sociedad, se hace merecedor de detractores que se niegan al cambio, enemigos visibles, enemigos muy peligrosos, pero no más peligrosos que aquellos que acogen un doble discurso como única forma de mantener cuotas de poder y prebendas político-económicas, “revolucionarios de papel” o más chavistas que el propio Chávez, o lo que ha denominado la derecha endógena factores ultra conservadores, que se alimentan desde las bases estructurales del alto Gobierno, creyéndose los mismos que son inmunes a los procesos de crítica y autocrítica y que están por encima del bien y del mal. Un enemigo mucho más fuerte y difícil de combatir que los visibles.

Nadie debe ser inmune a la crítica constructiva, menos aun cuestionar el uso de esta herramienta en el proceso de construcción del Socialismo del Siglo XXI, hay que desenmascarar y combatir al enemigo visible, pero es necesario de igual forma, atacar cualquier desviación por pequeña que sea, ya que la misma si no se cuestiona, podría convertirse en foco de distracción y alimentar el carácter antirrevolucionario de los detractores y de nuestros enemigos visibles.

Patria Socialismo o Muerte…
Venceremos.

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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

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