Nunca como ahora, con el proceso de cambios que se ha venido desarrollando en el país en estos últimos ocho años, se ha debatido tanto en Venezuela. ¡Qué cosa más buena! El debate es pre - requisito básico de la democracia, para que florezca y se profundice. Si bien todo es debatible, hay puntos en la agenda en discusión que tienen más trascendencia que otros o, en todo caso, hay temas que por su significación estratégica deben ser abordados por el colectivo nacional desbrozándolos, claro está, de la paja seca con que algunas veces aparecen revestidos.
Entre los temas que , a nuestro entender, deben ser ubicados en el primer plano del debate nacional resalta el de la cuestión comunicacional, desprovisto, naturalmente, de la inmediatez, de la urgencia que imponen las circunstancias. Evidentemente que hay que dar repuestas puntuales a las situaciones y exigencias surgidas de la diatriba del diario acontecer político. Pero sin perder la perspectiva conceptual, teórica, profunda que implica el elemento comunicación en el marco de una sociedad en transición que se plantea la construcción del socialismo.
Desde esta perspectiva lo transicional es el largo plazo. Es asumir, en consecuencia, por un lado, a la comunicación incomunicante -y a todo lo que ella implica- en una sociedad mercantilizada y consumista como un componente esencial de la superestructura jurídica – política –ideológica que hay que transformar y, por otro lado, concebir la comunicación en su acepción realmente comunicante, alternativa, como un esfuerzo de construcción colectiva destinado a la generación de una nueva sociedad.
En la sociedad capitalista el quehacer comunicacional esta prácticamente circunscrito a una elite preclara, imbuida de un vedettismo exacerbado que responde a los intereses de las grandes empresas mediáticas, vinculadas por múltiples vías a los centros de poder mundial. En esta, el actor comunicacional tiende a ser individualizado, convertido en un sujeto privilegiado que se superpone al común, irradiando mensajes para el consumo general, sin contenido crítico capaz de cuestionar los cimientos del sistema. Se propicia la masificación de la información en función del supremo interés del capital y de la reproducción constante del orden de dominación.
En una sociedad en transición, como la nuestra, la comunicación adquiere una relevancia fundamental por su contribución en el desmontaje del tinglado ideológico propio de la formación social en transformación, en la generación de una conciencia crítica de orientación antiimperialista y de defensa de la gestión reivindicatoria del gobierno bolivariano y en la formación e instauración de nuevos valores culturales y societarios. La comunicación en esta etapa de transición es un instrumento decisivo, y más aún con los desarrollos tecnológicos existentes, para el avance revolucionario.
En este marco de ideas la concepción que se maneje sobre el quehacer comunicacional debe ocupar prioritariamente la atención. A diferencia de lo que caracteriza al modelo comunicacional convencional, nuestra concepción del quehacer comunicacional debe estar enfocada a ampliar cada vez más la participación popular en la actividad mediática, a la incorporación masiva del pueblo como nuevo actor comunicacional que por lo demás ha internalizado ampliamente el poder protagónico que le corresponde en el forjamiento de la nueva sociedad. Impulsar un país de comunicadores, partiendo del principio, de que cada venezolano tiene la disposición, la necesidad y el derecho de expresarse, de escuchar y de ser oído. Histórica tarea en la que los Medios Alternativos y Comunitarios, sin duda, tienen mucho que aportar.
Creemos que a estas alturas del proceso esta discusión es insoslayable. Acontece que en seno mismo de las fuerzas que apoyan al gobierno bolivariano, que funcionarios de jerarquía relacionados con el área comunicacional, continúan manejándose con esquemas convencionales que responden a la concepción cuartarepublicana, capitalista, burguesa, de la comunicación y del quehacer que lleva implícito. Por ello hay que contraponer una práctica – teórica insurgente, una praxis comunicacional revolucionaria, alternativa, que enrumbe el hecho comunicacional en el transito hacia el socialismo.
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