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Contar el final de un chiste casi siempre es un mal trámite, porque el oyente o lector tiende a perder el interés y las ganas de escuchar el resto. En este caso les aseguro que funciona al contrario. Tanto ha llovido sobre la denuncia de Eva Golinger y sobre la fulana interpelación en la AN que prácticamente no hay otra manera de repotenciar el tema sino mediante la develación de un dato curiosísimo, muy cruel o muy gracioso según quien lo lea: una periodista venezolana ha sido acusada de traición a la patria y de ser agente de la CIA por escribir a favor del presidente Chávez y de eso que llamamos "el proceso". El disparate no fue perpetrado directamente por Eva Golinger, pero vaya que esta doctora es su responsable. Aclaremos ahora el resto del cuento.
Antes, un paréntesis. En un tiempo en el cual es innegable que estamos en guerra, y que en esa guerra la falange, escuadra o artillería más activa es la mediática, vale la pena señalar como una labor importante la organización y difusión de información que ha realizado la Golinger. El que haya sacado a la luz una lista de periodistas "pagados por el Imperio" no la convierte en un ser aborrecible pero tampoco la hace candidata a ocupar un nicho en el Panteón Nacional. Eva Golinger no desclasificó ni descubrió ningún documento secreto (hazaña que le atribuye cierto imaginario por la mala maña de no leer con atención), tan sólo tradujo al castellano y sintetizó una información disponible para el público. Así que su trabajo tiene de respetable el esfuerzo por poner al alcance de nosotros, los que no espic inglish, una novedad bastante curiosa y delicada, como la es el hecho de que un grupo de periodistas viajó con los gastos pagos a EEUU y otros cobraron por escribir en determinados portales web.
Pero también tiene mucho de negligente e irresponsable (y acá cierro el paréntesis), pues no profundizó en la investigación de los casos particulares sino que metió en un mismo saco a quienes evidentemente sí le hacen el juego a la derecha, a las grandes corporaciones mediáticas y al movimiento internacional antivenezolano... y a una periodista cuyo espantoso delito consiste en haber escrito dos artículos a favor del proyecto bolivariano en 2003. Eva le asigna a esta compatriota el mismo nivel de pozo séptico de Miguel Ángel Rodríguez y el Santodomingo a causa de un detallazo que daría risa si no fuera tan dramático: la caraja escribió sus artículos en un portal (IPYS) que recibe fondos de una entidad que a su vez recibe fondos del Gobierno norteamericano, cosa de la cual, por cierto, no estaba enterada la amiga ni nadie en aquel remoto 2003. Ella escribió unas verdades duras contra las encuestadoras y medios de la derecha venezolana, y lo hizo en un portal donde decir Chávez es una grosería, es decir, en territorio apache (ah, y le pagaron una fortuna: 120 mil bolos por cada uno de los dos artículos que escribió). Gritar "Viva Chávez" en el 23 de Enero es más fácil que el coño; jodido es hacerlo en Las Mercedes o el San Ignacio. Imagínese que usted va y lo hace, porque tiene los testículos de un toro, e imagínese que un investigador o chismoso chavista pasa por allí en ese momento, lo ve en ese plan y va al barrio a echarle paja: "Epa, vi al güevón del Duque en Las Mercedes. Ese traidor de mierda". Y bueno, ultimadamente, ¿habrá que linchar a Vanessa Davies por escribir en un diario que también recibe dinero del golpismo?
De ese tamaño es la injusticia que cometió Eva, y que un puñado de opinantes que no analizan las noticias porque les da flojera leer más allá de los titulares se empeña en reproducir hasta el infinito. Eva cometió un error y los exaltados le han acuñado ribetes de escándalo. La investigadora dijo que unos periodistas recibieron dinero de varios organismos norteamericanos y una cuerda de caimanes lo ha traducido así: quienes están en la lista son traidores a la patria y hay que quitarles la nacionalidad y etcétera. Fíjense bien y se darán cuenta: quienes les dan vivas a Eva (y a Mario Silva, a quien se le ha salpicado por interpuesto, y porque este pana defiende sus posturas con mucha pasión, lo mismo que sus errores) dan por hecho que todos los acusados de la lista de Eva fueron a Estados Unidos y que la CIA les dio entrenamiento. Simplificar es tan fácil y tan sabroso...
No tengo autorización de la amiga en cuestión para hablar en su nombre, pero el suyo es uno de la media docena de casos en los cuales la ametralladora de Eva le infligió daños a quienes no se lo merecían. Asunto éste que me lleva a la penúltima y más delicada reflexión al respecto, sobre la cual he de hacerme responsable así como de todas las demás.
Una de las instituciones creadas durante el puntofijismo, y que permanecen en vigencia en la Venezuela bolivariana, es una llamada División de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). En la DISIP y por la DISIP fueron torturados y asesinados miles de compatriotas insurgentes y valiosos. Miles también fueron vejados, allanadas sus casas, convertidos sus nombres y señas particulares en material de engorde de un archivo nauseabundo, donde los datos de la gente "sospechosa" permanecen a la vista del voyeurista profesional, el puyador de teléfonos, el tombo que ha visto más películas detectivescas de lo recomendable: el Estado burgués en acción contra el ciudadano que se quiere libre. Nada me hace pensar, a mí en lo personal, que este organismo, ahora que estamos en tiempos de Chávez, se volvió pulcro, revolucionario y éticamente intachable: tombo es tombo y su apellido es mierda.
Así que el resultado más grave de las "sensacionales revelaciones" de Golinger no es el escarnio público al que han sido sometidos unos cuantos periodistas que, al igual que en el caso detallado arriba, no merecen ser escarnecidos. Lo realmente peligroso, porque no se muestra al público sino que fluye por debajo, como esos ríos subterráneos que arrastran desechos oscuros y muy tóxicos, es el hecho de que los periodistas señalados (los que se lo merecen y los que no) ya están fichados en ese cuerpo. De nada valdrá que Eva Golinger rectifique o aclare conceptos a estas alturas: lo dicho a través de los medios suele causar un daño irreparable y difícil de corregir. El cuerpo de seguridad venezolano más tenebroso del último medio siglo ya tiene en sus manos los nombres y señas de los acusados de Eva. ¿Cómo explicárselo a quienes consideran palabra sagrada todo lo dicho por esta mujer? ¿Por qué este empeño en endiosar a quien es sólo un ser humano más, capaz de cometer errores, omisiones y sesgos, como en efecto los cometió en este caso?