Una pequeña muestra de ese inmenso daño que los medios del odio han generado en la población que no comulga con las ideas socialistas del presidente Chávez, la tuvimos esta semana bajo la forma grotesca de criminales que intentaron quemar vivos, y de hecho les prendieron fuego a varios de ellos, a un grupo de muchachos bolivarianos que hacen vida política en Anaco.
Un día antes, otro contingente de estudiantes sufrió durante varias horas la furiosa arremetida de una partida de criminales que intentaron quemar la Escuela de Trabajo Social con ellos adentro. La justificación en ambos casos: estaban haciendo proselitismo a favor del Sí. Los medios por supuesto voltearon la noticia para presentar los acontecimientos de la forma contraria a como sucedieron. Todos conspiran para que la verdad salga torcida y justificar con ello los crímenes que se cometen.
Como simple espectadora de televisión vi con horror las caras descompuestas de los jóvenes nazis venezolanos, llenos de ira, ardiendo en deseos de ver la sangre correr, ansiosos por comenzar la masacre de chavistas con la que tanto sueñan. Es el mismo rostro que hemos visto en el pasado reciente en las enajenadas amas de casa que salieron de sus cocinas a defender la patria potestad sobre sus hijos, que supuestamente les pretende quitar el Estado. La cara de los Torquemada que ahora se mueven a sus anchas en la UCV, es idénticamente retorcida, como la de todos esos hombres y mujeres que siguen como autómatas la pauta que desde la mañana les señala Globovisión y que les envenena el espíritu con un odio tan profundo que ya no tiene vuelta atrás.
Ellos culpan a Hugo Chávez de la división que amenaza con llenar de sangre las calles venezolanas. Yo coincido en parte con esa percepción, pero por motivos diametralmente. opuestos. El Presidente se dirigió al país el 13 de abril con un crucifijo en la mano, implorando por una conciliación que nunca llegó y que jamás llegará. Tan perniciosa como la intolerancia, es el exceso de la misma. Esa que ha permitido que hoy veamos diariamente en la prensa, como una noticia regular, que otro dirigente socialista ha sido asesinado. La injusticia y la impunidad terminarán por conducirnos a cruentos derroteros.
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