Globovisión: un problema grave de salud pública. ¡Y no es cuento!

De acuerdo a los resultados de una encuesta descubierta a última hora en el computador de Raúl Reyes, ocho, de cada diez escuálidos, según su género, culpan a Globovisión de sus problemones; porque en verdad son unos problemones.

Las mujeres más que todo, parten el alma. Se ven espléndidas, es verdad, con sus pelos muy bien arregladitos, sus cejitas bien sacaditas, con su maquillaje de costumbre bien cuchi, bien vestiditas y enjoyaditas, su impecable acentito sifrino, pero -¡y qué dolor!- cuando los encuestadores hablaban con ellas, todas presentaban expresión de angustia en sus agraciados rostros, colocándose en sus sienes sus largas y bien cuidadas manos como significando tormento parejo, y no precisamente por los eventuales cachos de sus mariditos, y, donde lo único que les brillaba, era el solitario engastado que lucían en su aún más engalanado pecho sostenido por una cadenita de oro delicadísima.

Pero la parrilla de esos principales problemones que les causa la programación y musiquitas de Globovisión, está encabezada por la inseguridad para excitarse con un alarmante 80%. Ellos ya no saben cuándo excitarse para una cosa, y cuándo excitarse para la otra, de acuerdo a la queja generalizada. Dicen que ya confunden totalmente los momentos excitantes. Cuando escuchan de repente la dislocante musiquita esa de: tan tan… tan tan… tan ta tan tan tan… lo que hacen ambos es pelar los ojos, pero es el pobre marido que casi siempre va a buscar desesperado, debajo se la sábana king de seda, el control remoto para cerciorarse de si esta vez se trata del segundo anuncio de la caída de Chávez. Inclusive, parece que hasta se les ha venido bajando muy drásticamente el nivel de tiroxina que, sintetizada ella, se utiliza también para el tratamiento del cretinismo no sólo causado por una deficiencia tiroidea, amén de que, en muchísimos casos, hasta se les ha presentado, para más de más, el incordiante coitus interruptus, que, al parecer, y de acuerdo a los misterios de la ciencia, tiende a desestabilizar la mente revolviendo mucho las categorías, pudiendo impulsarlo a uno (o a una) a votar por Chávez o por un (o una) chavista.

Al final, dicha situación de incertidumbre los ha venido manteniendo en la triste condición de “ni fu ni fa”… Es decir, nunca saben por cual excitación decidirse para compensarse; y, mucho menos, cuando le ven la cara a Ledesma declarando. Pero el asunto ha llegado a un límite tan lesivo a sus respectivos psiquismos, que ya están pensando con mucha seriedad en pasarse a Vive TV a fin de esperar más relajados y relajadas el dichoso momento que tanto codician. Porque expresan -¡y qué dolor-: “¡ya no soportamos más, carajo, la cara de nazi ni los patológicos gestos de intriga del Matacura, ni la cínica sonrisita de sus chicas, en especial, la de Hieina Chang!” “¡Porque ya Carla Angola se nos está pareciendo a Manuel Cova, coño, y Kiko a Goicoechea luego del premio tan merecido! “¡Imagínense en la situación que nos encontramos!” decían con más que esbozos de ira reflejados.

En fin, todo un distinguidísimo despelote de visiones por el que está pasando el famoso glamour de los infortunados escuálidos y escuálidas venezolanos por la brutal ferocidad terrorífica del mensaje de Globovisión, la planta que, por desgracia, más aman; porque además, ya a Marcel, ni lo destapan…

Pareciera que va siendo hora ya entonces de que la Organización Panamericana de la Salud conozca de este delicado asunto de sanidad pública, y tome cartas en él. Si no, véanse nomás en el espejo de Colombia: Uribe y Juan Manuel Santos se ven a puntito ya de asesinar personalmente a uno de los más prominentes miembros del Polo Patriótico Alternativo.

¡Y qué Dios los proteja y que sobre todo los salve!

crigarti@cantv.net


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Raúl Betancourt López


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