Toda excepción tiene su regla. En este caso la excepción es el periodista y la regla es el “periodista”.
Evitaré las comillas para que la colomina mecánica-tiene un motor de ocho cilindros en la lengua-y el matacuras-y monjas también-además de otros descerebrados de calaña igual, no se sientan aludidos sino descomillados.
No obstante, sobra aclarar que me refiero a la pila de atolondrados e inmorales quienes hoy son la regla general del periodismo venezolano, insumos de una guerra de IV generación que desarrolla el gringo en contra de la patria de Simón Bolívar El Libertador, pero que pueden representarse en estas dos joyas del periodismo –fo- colomeca y matacura.
Como producto de la globalización neoliberal las escuelas de periodismo no pasan de ser manicomios. Globalizar es imponer, es seguir un solo patrón. Todo se produce en series y aunque cada cerebro parece ser diferente uno de otro, si están sometidos a un sólo patrón, manejarlos es como echarles cebo a perros y, no precisamente sólo a los perros de Pavlov Pérez sino a cualesquiera perros callejeros, inclusive a Gringo José, el perro de Pacheco-mi vecino-que se caga y se mea todos los días frente al portón, aunque yo lo espanto.
Todo caduca cada cierto tiempo, las teorías-así como el metal con la humedad-también se corroen, entones, la revisión continua de todo lo que el hombre desarrolla, debe revisarse y ponerse a tono con la realidad real pero, ese nido de serpientes que es la escuela de periodismo de la Universidad Central de Venezuela y de otras universidades financiadas directa o indirectamente por el Estado, lesionan, no obstante, la identidad de nuestra patria; es que estamos desde hace mucho tiempo en el escenario de una guerra de IV generación o, dicho más claro, en una guerra de meter mierda en la cabeza de los muchachos periodistas, particularmente, para así controlar al resto de nuestra población.
La
escuela de periodismo-genéricamente hablando-es la principal cabeza
de playa del gringo en nuestro territorio. Así, periodistas comemierdas
como matacura, colomeca y otros, responden a las estrategias encubiertas
y otras, descaradamente abiertas, del enemigo de la patria venezolana,
para atacar y tratar de destruir la cultura de la unidad patria, que
hoy es de vida o muerte para nosotros.
Tendemos a pensar que las cosas son como las vemos-erróneo-pero el efecto potente del condicionamiento que ejercen los medios masivos de difusión de embustes, sobre nuestras percepciones, maniatan las voluntades de muchos, a una visión prefabricada en los laboratorios del gringo, esa es la guerra de IV generación.
Por eso es que prefiero tratar de interpretar lo que no dicen- carajos como José Albornoz, Ismael garcía, Baduel, el de barbita (del PCV) la señorita Marisabel Rodríguez y tantos otros sinvergüenzas quienes han estado tan cerca del Presidente-antes que lo que expresamente hablan, porque es en el trasfondo donde está el lance, el quid de la cuestión.
Al menos, así lo entiendo yo, entonces, supongo que hay que cotejar las vainas para tratar de sacar conclusiones válidas, es que la CIA suele hacer esfuerzos tempranos y, respecto a la revolución bolivariana, con mayor razón.
El gringo tiene la mira puesta en esguañingar la revolución desde adentro. Es extraño que partidos tan pequeños como el PPT y PCV corran riesgos que los sepulten, a menos que tengan una carta bajo la manga o bajo el sobaco.
No basta fijarse en lo que el hombre es sino que hay que escarbar en lo que ese hombre finge ser. Si no hay confianza, entonces faltan y faltarían argumentos para justificar una relación política de tan grande importancia como es elegir gobernadores y alcaldes. El PPT y el PCV tratan de chantajear al PSUV y en medio de ese forcejeo inútil puede estar la jugada del periodista lacayo, para difundir la controversia y tratar de hacernos fracasar. Luego, dadas las circunstancias, pienso que PPT y PCV andan en una pomada, en conchupancia con el gringo
No veo fantasmas, veo realidades. Ahí está Gabriel Puerta, que vendió a los muchachos de Bandera Roja y que fueron masacrados en Cantaura.
Si el periodista toma conciencia y asume que su trabajo puede desencadenar conductas que impactan favorable o desfavorablemente el desarrollo de su propia patria, estaríamos en el centro de una discusión acerca de la ética periodística en una confrontación brutal de IV generación y en la que dicho periodista debe jugar, para bien o para mal-vaya su conciencia-un determinado papel.
Estimo que, más que del periodista, se trata del periodismo. Ojalá podamos desembocar en una cultura de la verdad pues, de lo contrario, corremos el riesgo de desintegrarnos como patria.
Actualmente, quienes se apoyen en los medios de difusión de embustes, no avanzan sino que retroceden, sin percatarse conscientemente.
Hay que parar las agresiones de la maquinaria mediática porque ésta lesiona la identidad de la patria.
Yo no entiendo tantas contradicciones
de la prensa escuálida. Me refiero a las contradicciones de ruidos
y silencios como estrategias perversas, esa es una guerra de IV generación
que periodistas malucos esgrimen descerebradamente.