Echeverría tiene una ventaja aparente: que luce serio, pero no lo es; y en eso es muy echeverrioso… Echeverrioso vendría a ser entonces alguien que luce serio en las formas, pero que en el fondo, no lo es. Y hay mucha gente así, incluido este que está aquí, que no es más que un jodedor bien echeverrioso, y claro, sin dejar nunca de ser estúpido. Y con ese talante, pues, echeverrioso, se desempeña en el periodismo nacional e internacional Echeverría, el flamante nuevo presidente del Colegio Nacional de Periodistas, que lo resultara en unas elecciones, de verdad, harto echeverriosas.
Echeverría muestra en su programa de Globovisión un típico rostro lareado; propio de Agustín Lara, quiero decir: ceñido, asimétrico y de fisonomía luctuosa, matizado con una que otra risita, donde por cierto ninguna alcanza lucirle para nada. Y así mismo era el de don Agustín cuando cantaba en los burdeles que constituyeron los primeros escenarios para exhibirle al público su quebradizo donaire musical.
Echeverría pretende hacer creer que es equilibrado en el tratamiento de los asuntos públicos, pero no lo es. Y una prueba de que no, sería cuando se negó a recibir (sorpresivamente) el Premio Metropolitano de Periodismo el pasado año, aduciendo en su discursito una profusión de argumentos echeverriosos: que aquí no hay libertad de expresión porque no se le renovó la concesión a RCTV; que aquí se nos insulta, no dejando de alabar, con echeverriosa copiosidad, a los miembros del jurado que le otorgara el premio. Pero dejó de mencionar quizás la verdadera y única razón que lo obligara a rechazarlo, y que no sería otra que haber recibido, de los tan premiadores gringos, otras gratificaciones en metálico para que fuera muy echeverrioso con el gobierno, como se lo demostrara muy bien la menuda y diligente Eva Golinger, con legítimas pruebas documentales en la mano provenientes del mismísimo gobierno estadounidense.
Queremos un Colegio de Periodistas inclusivo, diría Echeverría esta vez, despolarizar al gremio, mejorar sus condiciones laborales y luchar por el respeto a los profesionales, pero no mencionó nada acerca de la verdad como deber ético del periodista, que se perdiera justamente por la compra de conciencias tan profesionales; vale decir, que mi buena conciencia profesional llega hasta donde me la compren… ¡Carajo, vas muy bien, Echeverría, en la evolución de tu madurez profesional, vale! (Y la verdad es que me siento aquí como albriciando a mis lectores con esta revelación). Echeverría, ¿tú por ejemplo eres capaz de entender lo que significa acaparamiento y especulación? ¿Eh? Porque José Luís, que es otro echeverrioso como tú, nunca lo entendió.
Y valiéndose de excusas, igualmente echeverriositas, la periodista Beltrán Carías también rechazó el Premio; pero esta vez, Nacional de Periodismo. Pero este rechazo se ve mucho más nítido -y por tanto justificable- en cuanto a las razones que pudo tener esta dama echeverriosa para rechazarlo; pues, porque ella ha sido, previamente formada y laureada por Venancham y CEDICE con ética para colmo emeteriana, y, porque quien patrocina su programa hoy, es un conocido refresco que se elabora con unos insumos donde el único inocuo es la hoja de coca, y, con la indescifrable consigna de “Refréscate leyendo”, cuando uno se refresca más bien es bebiendo, ¿no? Pero como este que está aquí, no es normal, ¡bueno! Y, porque ella, poco a poco, fue entendiendo acerca de la responsabilidad social de los empresarios echeverriosos en ese contacto tan prolongado con Venancham y, sobre todo en los cursos de ética con Emeterio -y presumo que en los de la señora Cuenca también- además de la ternura que le extrae, desde bien de sus adentros, la singular nobleza de la Asociación Civil Ronald Mc Donalds, y, nada de extraño que también se la pudiera extraer, la de Charles Burger King, la de Peter Wendys y la del conmovedor George W. Matacura.
Pues, con esa hoja de vida, ¡por dios, qué va a estar aceptando un premio de un gobierno sobre todo tan muérgano y con tan imperceptible sensibilidad social!
Y, como decían los romanos, Acta est fabula, cuya traducción podría ser también: ¡A la mierda los pastores que la pascua se acabó!
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