El país virtual

Hace días la oposición había anunciado que si el Tribunal Supremo de Justicia decidía en contra de los inhabilitados, se produciría un gran cacerolazo nacional. Como quiera que el martilleo de las ollas me trae desagradables recuerdos de aquel diciembre en que pretendían que no comiéramos hallacas, me dispuse a acopiar paciencia para soportar el escándalo. Pero, haciendo alarde de una gran apertura y un enorme equilibrio, podría asegurar que no escuché más de tres poncheras sonando, ninguna de ellas por más de cinco minutos. Vivo en la misma urbanización de los tiempos del paro, y entre aquella respuesta y ésta hay un enorme abismo.

No voy a cometer la tontería de pensar que los opositores han recuperado la cordura. Sería mucho pedir. Lo que sí creo es que se cansaron de los mismos discursos inconducentes.

Esos que los mandan consecuentemente a calentar la calle y después los dejan entendiendo en el pavimento mismo. Deben estar fastidiados de oír a los sempiternos líderes anunciar que el fin de Chávez está cerca y que, con el concurso de la población, "esta penuria" va a acabar pronto. Probablemente el convencimiento de la tal tragedia no sea mucho si consideramos que después de la protesta siempre hay espacio para tomarse unos traguitos y volver a casa tranquilitos, porque aquí nadie va preso por protestar ni mucho menos va a sufrir de torturas ni nada de eso, como sí pasaba en otros tiempos.

Siempre insisto en que si nos proponemos apagar la televisión, probablemente reencontraríamos al país amable que perdimos en esta guerra mediática.

¿Cómo puede una persona medianamente sensata, seguir el llamado de alguien que le pide "romper el hilo constitucional", si no ve a su alrededor nada que justifique honestamente semejante acción? Creo que la mayoría de aquel 40 por ciento opositor sigue militando en la misma causa, no lo dudo, pero le ha perdido el respeto a esos dirigentes de micrófono que son capaces de argumentar hasta lo imposible. En relación con las leyes habilitantes recientemente anunciadas por el Ejecutivo, se contempla que, en materia de vivienda por citar un ejemplo, se van a otorgar las mayores facilidades para la adquisición de una propiedad inmobiliaria. ¿Quién puede oponerse a eso? Por supuesto, a esa misma ley la atacan porque pretende regular los alquileres. Si de seguridad alimentaria hablamos, por otro lado, el decreto ley que regirá la materia no tiene, según ellos, la bondad de procurar el acceso de la población a los bienes y servicios, sino que amenaza el lucrativo negocio de la especulación. Y así por el estilo Los mismos muchachitos del año pasado, ahora más entrenados y mejor preparados, volverán a pintar sus manos de blanco y nuevamente querrán "incendiar las calles".

Lástima por los pobres árboles que se atraviesen en su camino y que puedan ser víctimas de su piromanía.

También lo lamento por los dos millones de choferes que tiene esta "empobrecida" ciudad y que pagarán las consecuencias de la insensatez bajo la forma de un tráfico un poco más infernal que de costumbre. De resto, más nada. La oposición sólo se activa en el país virtual. En el real, cada quien en lo suyo.

Mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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