Los medios de comunicación ¿Abyectos o miserables?

 

 Hace ya unos cuantos años, Fidel dijo algo así como que estábamos tan acostumbrados a vivir con la mentira, que cuando decíamos la verdad parecía que el mundo estallara en pedazos. Probablemente hoy este hombre grande y sabio, no tendría palabras para expresar esta injusta e indigna realidad que nos dibujan los medios de comunicación.

 Pero tan grave como la mentira que desforma manipulando la realidad, lo es la permisividad del Estado ante tal hecho. Esa exagerada lenidad que muestran las autoridades, no solo no le hace ningún bien a la sociedad, sino que es peor aún; la debilita permitiendo su resquebrajamiento. En tanto el medio con su mendacidad y su manipulación al ver la impunidad de la cual goza, incrementa su hacer en perjuicio de toda la colectividad. Eso es lo que estamos viendo también hoy en el mundo.

 Puede ser que de pronto en Venezuela, un funcionario investido de relativa autoridad pero no en uso de ella, sino como un asunto personal, de motu proprio, se dirija con un regaño público a una persona responsable de alguno de esos medios. Para el amonestado esa “recriminación” le sabe igual que si se la hubieran manifestado en turco o en hebreo, idiomas que no comprende. Le es absolutamente indiferente si es que le llegara en algo esa crítica, ya que ese aparente poder que piensan que tienen, les hace creerse inmune y les cierra los oídos a todo cuestionamiento.

 Los medios de comunicación son una herramienta fundamental para la difusión del conocimiento. Otro lo es la educación y su forma de impartirla. Los dos son la columna vertebral de toda sociedad para su desarrollo. La religión es otro de los estamentos que asciende en su influencia cuando la gestión de los anteriores es débil o mala. Pero ambos –medios y educación-, en el presente, no solo son deficitarios en su acción, sino que propenden a acrecentar la ignorancia por la deformación deliberada que su actividad genera. Quien desconoce un tema, cuando lo aborda lo hace lleno de expectativa pues es humano el querer “aprender”, excepto cuando le han bloqueado parte de esa capacidad para comprender. Y ese es el efecto que produce el medio. 

 Si no se tiene un mínimo de comprensión de un tema, no se puede hablar de él. El medio de comunicación en la actualidad, no es aquel adalid social que luchaba por la verdad aun cuando esta le pudiera costar la vida. Hoy son una corporación que abarcan múltiples intereses cualesquiera de ellos de los más rentables de una sociedad. Eso es lo único que les interesa; lo crematístico. Llegan a los extremos que haya que llegar, con tal de lograr lo que quieren. Irrespetan reputación, honor y cuánta dignidad sea, por la obtención de sus beneficios. Carecen por supuesto de ética. Negocios y ética se contraponen. Y en este caso concreto, medios y ética son antípodas.

  Cuando se manejaron las cifras que obtenía anualmente el canal de televisión venezolano al cual no se le renovó la concesión, que eran estratosféricas, el asombro fue inconmensurable. Todavía su ingreso pero ahora como canal por suscripción, es millonario en dólares. De sus intereses (algunos, no todos) nos fuimos enterando por filtraciones que se fueron dando desde el propio canal.

 Se comprendió entonces el porqué de una campaña virulenta de ese canal contra oficiales de la Fuerza Aérea, cuando se discutía la adquisición de aviones entre aparatos franceses y estadounidenses. La gente del canal era representante de la empresa de EEUU. Sometieron entonces, defendiendo sus intereses y no los de la nación, a un ataque inclemente a quienes sostenían la conveniencia de comprar los aviones franceses. En este caso de los tantos que se podrían mostrar, hay un ejemplo concreto y brutal de la acción perversa de deformación de la opinión pública por parte de la acción mediática.  

 Cuando el gobierno manifestó que no se le renovaría la concesión, todos los medios se pusieron codo a codo para defenderle ese privilegio. Llegaron a poner a quien toda su vida fue un déspota y desconsiderado en el trato con sus subalternos, como si fuera el hermano gemelo de la monja Teresa de Calcuta. Este mismo personaje puesto como paradigma de la libertad de expresión, fue el que por su mala gestión quebró un periódico, botando a la calle a todos sus empleados.

 Antes de que se produjera su colapso, persiguió y acosó a periodistas y empleados con saña, y tanta que hubo una campaña del Colegio Nacional de Periodistas denunciando su prepotencia y su abuso. Cuán lamentable es ver hoy a aquellos infelices perseguidos por este hombre, hacer con él causa común para defenderle sus injustas prerrogativas. Es este mismo sujeto quien pretende ahora, en el paraíso de la desmemoria, erigirse como probo ciudadano.

 Se llegó al colmo de lo execrable cuando el decadente director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Central de Venezuela dijo en un espacio del canal de ¿noticias o realmente de deformación?, que en ese deleznable personaje estaba el candidato presidencial de la oposición venezolana. Es obvio cualquier comentario.

2

 El canal de noticias es para sus propietarios, como para los de todos los medios, uno más de sus tantos negocios de jugosos lucros. Banca, explotación por concesión, contratos con el estado, representaciones y todo aquello que sea muy rentable y de escaso riesgo. También de poca o ninguna inversión. Ellos nunca pierden, pues cuando por sus errores llevan a la debacle un negocio, socializan las pérdidas. Las termina pagando el Estado, es decir, el pueblo.

 Uno de los dueños principales del canal de noticias también banquero, lo fue de un periódico que tenía parecido nombre. Quebró y votó a la calle sin cancelarle a su personal el resarcimiento que establece para esos casos la ley. No sabemos si al fin los tribunales lograron que este “defensor de la libertad de expresión” cumpliera sus obligaciones. En concesión explotaba un hotel, al cual modificó en sus estructuras para agrandar un casino que ahí funcionaba. Tiene otras concesiones, todas muy rentables.   

 Escribíamos lo anterior refiriéndonos al medio televisivo. De los impresos, aquellos de mayor circulación no se quedan en la zaga de los anteriores en la demostración de su abuso. En la noche del 15 de septiembre, en su programa vespertino, un veterano periodista nos ilustró sobre el motivo de la animadversión contra el gobierno del dueño de uno de los periódicos de circulación nacional.

 Resultó que en la campaña electoral había apoyado a Chávez. Cuando este triunfó le pidió la hasta entonces consabida contraprestación. Le solicitó para un negocio que tenía con un socio, 7 millones de dólares. No había necesidad de decir que ese crédito tenía que ser blando, casi impagable. Chávez le dijo que él había llegado al gobierno para favorecer a las mayorías. Se abstuvo de ayudarlo. Ganó un enemigo que no pierde oportunidad para demostrárselo con mentiras, difamación, injuria y toda artería que le sirva para desacreditarlo.   

 El Estado ante estas conductas indecentes tiene que comenzar a conocer, primero el papel que juega en la sociedad cada tipo de ellos, para recién entonces definir con claridad a través de sus órganos competentes, sus obligaciones. Se comprenderá según el medio que sea, cual es su tipo de nicho de recepción. El impreso es el que lo tiene más sólido y definido. Tiene un destinatario que llega a él en una condición muy diferente al que lo hace con la radio o la televisión. Precisa este lector para aprehenderlo, un nivel de escrutinio diferente y más exigente que el que se requiere para escuchar una radioemisora o para ver televisión.

  Los medios también tienen sus objetivos bien determinados, y aplican para lograrlos determinadas técnicas de las cuales muchas son muy efectivas. El abordaje de este asunto tan complejo que requeriría ejemplos que lo ilustren, nos alejaría de lo que nos propusimos hacer aquí, por lo que soslayaremos todo aquello que no consideremos esencial para ese fin.

 El medio impreso que se especializa en una temática, tiene ante sí un lector que llega con un conocimiento previo al tópico que se trate, por lo que el profesional que incursione en él, debe ser versado en el mismo. En la medida en que el medio amplía su cobertura y se generaliza más su audiencia, se degrada también la calidad del lector.   

 Al medio impreso se recurre específicamente por temas muy concretos, y si no se satisface en ellos esa inquietud, se busca resolver esa carencia en otro y en otro y en otro, lo cual ya es una alternativa. No sucede lo mismo con los otros tipos de medios que son mucho más limitados en su oferta.

 Afirmamos también que mientras la nocividad del medio impreso por esa razón es tolerable, con la televisión por su condición de monopolizar un espacio público de difusión que es restringido en su cantidad, y que tiene por ese motivo un sujeto cautivo por excelencia, que no dispone de la cantidad de opciones que sí le ofrecen los impresos, tiene que ser mucho mayor su control y también más exigentes sus reglas. 

 En Ecuador por ejemplo, la ley regula la propiedad de los medios de comunicación, prohibiendo expresamente que individuos dedicados a actividades financieras lo sean también de aquellos. Por supuesto que en Ecuador no se cumple la ley y se encuentra allí esa mixtura ilegal, pues los dueños del dinero en ese país como en la parte del mundo que sea, creen que por esa propiedad pueden hacer lo que quieran, ya que ¿qué no compra el señor Dinero?

 Tal vez sea la hora, por lo menos para Venezuela, de discutir el asunto de la propiedad de las televisoras y de las radioemisoras como única forma de eliminar los desafueros y abusos que se comenten en ellas. No puede ser posible que estén al arbitrio y antojo de un muy reducido núcleo de individuos cuya única condición válida para ello, sea el dinero del cual disponen. La forma como los manejan es una perversión que el Estado debe imperiosamente enfrentar.

 No hay mejor forma de regular ese tipo de medio que ajustando la exigencia para la concesión del espacio. No puede en forma alguna, otorgarse como se ha hecho hasta entonces, que se concedía a un grupo familiar por sus influencias sin tomar en cuenta para nada, que se estaba otorgando el monopolio de un espacio público que da un  poder proclive al abuso como se ha visto y se sigue viendo.

 Pueden y deben de activarse con la condición de usufructuarios y deben ser gremios profesionales, sindicatos, grupos vecinales y todo aquello que propenda a lograr en su funcionamiento, la mayor responsabilidad colectiva posible. Educación, cultura y entretenimiento tienen que ser privilegiados en esa nueva televisión. Con total y absoluta libertad podrán expresarse creyentes y ateos, idealistas y materialistas, y toda aquella opinión que surja del debate.

 Los periodistas como gremio están obligados a buscar la excelencia, y como individuos en el medio que se desenvuelvan, tienen que ser determinantes en los editoriales y en las realizaciones de la profesión, al igual que con el planteo de aquellas discrepancias que tengan en los asuntos que sean considerados de fondo. Y tienen que tener todos los audiovisuales, un comité de usuarios aptos por ley para conminar y exigir la rectificación cuando se haga mal uso de ellos. Varios hechos son muestra elocuente de lo que afirmamos. Ahora escribiremos de algunos de ellos.

3

 Para comenzar digamos que ver algunos espacios que ofrece la televisión venezolana enardece. Cuesta trabajo soportarlo. Muchos de sus personajes habituales, son detestables sujetos para los cuales ningún desprecio les es exagerado. El uso que hacen del medio, esa forma vil con la que manipulan y deforman el hecho que comentan, tiene que tener alguna restricción. No es posible que el televidente esté expuesto a tales aberraciones. La indiferencia hacia el dolor ajeno de estos canallas que encuentran en los medios, el canal para excretar sus miserias, lo menor que genera es indignación. Estamos refiriéndonos a los comentarios que se están realizando sobre la tragedia que una oligarquía oprobiosa, nunca saciada, está provocando para recuperar sus insultantes privilegios en esa hija dilecta de Bolívar que es Bolivia.

 Uno de los peores errores de estos canallas -esa oligarquía boliviana y también ¡cómo no!, estos comentaristas que patrocinan y aúpan esas miserias-, de los tantos en los que incurren, es en el profundo desprecio que sienten por los desvalidos, por esos, los olvidados de la fortuna, esa de la que ellos lucran como de una ubre infinita. Unos los asesinan mientras los otros los aplauden, los encubren o los esconden.

 Presentan el problema como si este fuera una cuestión de enfoques sobre cosas específicas, muy concretas, evadiendo la realidad, que es el agudo conflicto de clases que ahí se está dirimiendo. Así asomó y va tomando su cariz cada vez más patente. El foco inmediato del conflicto aunque la oligarquía no lo plantee, es la regulación que se establece en la reforma, de la extensión de la propiedad de la tierra. ¿Cuánta será la que posee esa oligarquía cuando se opciona en el referéndum constitucional regularla entre 5 y 10 mil hectáreas ¿Cuánta, para que lleguen hasta el crimen para conservarla?  

 Pero, los desheredados de la tierra dijeron basta, y comenzaron a andar. Han sido en exceso respetuosos de los derechos de aquellos que a ellos no les respetan, como hemos visto hasta el hartazgo. Hace poco tiempo leímos en algún lado que ha llegado el momento de decir las cosas por su nombre. ¿Por qué razón tenemos que usar términos anfibológicos para decirle al ladrón o al mentiroso, ladrón o mentiroso? Hagámoslo así.

 Hay un “internacionalista”, al cual presentan como “el embajador”, que dejó de ser hace ya mucho tiempo. Este personaje adscrito a esa troupe de hipócritas que hace de la forma la cuestión de fondo, lleva varios días hablando que la intransigencia y la imposición que pretende ejecutar Evo sobre las Provincias, es la que ha generado una justa reacción. Pero no menciona los muertos que “esa justa reacción” ha causado. Nos estamos refiriendo a un mendaz sin ningún tipo de vergüenza que mentan Julio César Pineda.

 Para él no existe un país al que quieren incendiar, no han habido muertos violentamente en los enfrentamientos pues en forma vil se reseña que “ya han habido muertos”. Pero, si ha habido muertos ¿quién las mató, cretino, quién? ¿Fue o no fue esa gente humilde que murió, acosada, perseguida y asesinada vilmente por sicarios de los señores feudales? Elude deliberadamente señalar a los asesinos. Para este canalla que hace de la mendacidad, la ambigüedad y la omisión un oficio, la culpa de todo es de Evo que quiere imponer una constitución por encima de la opinión de la oposición.

 En este tren de canallitas se monta también un mequetrefe de nombre Gerardo Arellano. A este lo presentan como profesor universitario, lo que sí sería una verdadera desgracia para quienes puedan ser sus alumnos. Pero, vayamos con este tipo. Enfatiza, que se quiere imponer una constitución “ilegítima”, que se hizo a escondidas de la oposición. Esos dos cretinillos que dicen lo mismo sobre el punto, saben pero lo omiten, que no hubo forma de discutirlo en los ámbitos donde se debatía, porque esa oposición lo impedía con violencia. ¿Ignoran ambos que varios legisladores fueron ferozmente agredidos cuando pretendían ingresar al recinto a debatir ese proyecto?

 A los legisladores no les quedó otra opción que esa a la que acudieron. La oposición les impedía con violencia, reunirse para discutir esa reforma ¿tenían acaso otra posibilidad para hacerlo? Por supuesto que no.

 Estos dos farsantes, mentirosos y manipuladores, deyectan en el mismo canal, colector de lo peor que se vierte en TV. El segundo concurre de invitado, siempre al mismo programa deformante constante de lo que difunde.

 El primero tiene diariamente su espacio de una hora. Con todo lo que han mostrado las agencias internacionales de noticias, este no ha exhibido sino aquello que roza la violencia y no permite identificar con claridad quiénes son los agresores. Estos pseudos demócratas ocultan que esa constitución para ser aprobada debe de ir a un referéndum donde también puede no ser aceptada. Que no está supeditada su aprobación a la voluntad de Evo, sino a lo que la mayoría decida. Claro, la mayoría en este caso no es de su agrado, sobre todo cuando como ahora auspicia lo contrario de lo que ellos quieren.  Para la felicidad de Bolivia y de su pueblo, lo que se está tratando de erradicar en ese país es la injusticia que, para desgracia de sus habitantes, todavía abunda.



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Roosevelt Barboza


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