Lo siento. Es inevitable que Teochoro y el ratón Miqui se me parezcan a los dos carcamales jodedores que critican a la rana René desde el balcón del teatro. Y más en estos momentos, cuando han sido captados “cuadrando el show” por teléfono. Pero chico, aunque la rana René definitivamente dirige el espectáculo a diario, siempre sospeché que le hacían mella muy en el fondo las ironías de los dos vejetes. ¡Ah! ¿Que todavía no saben quien es el batracio? ¡Coño, Alberto Federico! Dirige Cloacavisión, pero a la final es el muchacho de los mandados porque son “Los viejitos del balcón” quienes le dicen cual candidato es la estrella invitada de la noche.
Ahora bien ¿Cuáles son los parámetros para entrar a formar parte del elenco? Eso está fácil. Sobre todo al observar que le están echando la burra pal monte a Zámpate y otras “rocolas de encuestas” al no darle prioridad a quienes, según ellos, las encabezan. “Ta´ bien, fulano gana, pero el que va es mengano porque me da la gana”.
En fin, quienes califican como candidatos son aquellos con verdadera alma de trapo y conciencia de estopa. Deben tener vocación de payasos y porte de títere. Los ungidos deben ser dóciles marionetas sujetas al tinglado del fascismo insepulto de la república cuaternaria. Si algún pinocho trasnochado asoma un indicio de independencia, puede llegar a ser algo así como el gusano despreciado por las aves del gallinero opositor, aunque estén hambrientas de poder.
Los vejetes, las momias opositoras (si sumamos las edades de Teochoro, Miqui Mouse, Pompeyo, Diego Arria, CAP, etc., podemos remontarnos a los tiempos de Tutankamon) son quienes marcan pauta y gruñen en sus sarcófagos si alguien se rebela. Pero como quiera que traidor no se acomoda ni que lo fajen chiquito, hizo lo propio Rojas Suárez por tierras guayanesas y les ha robado el show grabando una conversación donde lo descartan como candidato aunque aparece de primero en “sus encuestas” ¡Carajo, don Miqui ¿con qué se come eso?
Este cerdito descarriado del chiquero mediático les ha metido un strike en sus propios hocicos y ahora dice la rana René que le “ha perdido la confianza para siempre”. Cachicamo y morrocoy no se rompen el flux, Alberto Federico.
Mientras en camerinos y bastidores la guiñolada impúdica se prepara para montar su show electoral con sus mejores plumas y peluches, por las puertas traseras de “los teatros comunicacionales” salen y entran aspirantes a magnicidas con ínfulas de súbditos imperiales. En las totumas forradas de papel maché que ostentan por cabezas, exhiben cofias tocadas por las vistosas plumas de la impunidad, lamentable atractivo de un show que solo debería ser visto como elemento pedagógico sobre el significado de traición e inmoralidad.
Allá aquellos que quieren llenar con su voto el aforo de un teatro donde las burlas y rechiflas son en su contra. Ustedes tienen derecho a divertirse, pero cada vez que van allí por risas, regresan llorosos. Que necedad, compa.
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