Al cabo de 10 años de gobierno bolivariano se hace pronunciadamente notorio los avances que ha tenido la sociedad venezolana en todos los órdenes de la vida nacional. Los venezolanos de hoy somos testigos presenciales y sujetos activos de un extraordinario proceso de transformación revolucionaria que se expresa en los cambios que se han venido operando en las esferas políticas, económicas, sociales, institucionales y culturales del país. Que han significado avances importantes en las condiciones de vida materiales de las grandes mayorías populares y, sobre todo, en el fortalecimiento de la espiritualidad y del sentimiento nacional.
Ciertamente, el transito hacia la sociedad socialista está impregnado de muchas fallas, obstáculos, errores y deficiencias, que debemos empeñarnos en superar en este largo, complejo y contradictorio camino de reconstrucción social. Impulsar una revolución teniendo en contra la acción y el hálito maléfico y constante del imperialismo, no es una tarea fácil; allí esta el ejemplo luminoso de la revolución cubana sometida durante medio siglo a la presión, al asedio y a la perturbación imperial estadounidense, no obstante, se erige como digno testimonio de lo que un pueblo es capaz de hacer cuando ha alcanzado plena conciencia de su determinación histórica. Pero, si bien, hay que exaltar los avances y logros alcanzados más aun hay que puntualizar las fallas que arrastramos como proyecto político, como condición previa para su nivelación y posterior superación. Siendo, a nuestro entender, en lo comunicacional donde se hace presente una alta dosis de las deficiencias existentes en la instrumentación y proyección de la política revolucionaria bolivariana.
Política comunicacional bolivariana
De lo que se trata no es poner en duda la existencia de una política comunicacional. Por supuesto que contamos con una política en el área de la comunicación que, por lo demás, ha venido resultando exitosa en este decenio de gobierno revolucionario. Si la efectividad de una política se mide por los resultados tangibles que arroja no nos debe quedar la menor duda en cuanto a los logros alcanzados, muestra de ello son los indicadores siguientes: se han ganado todas las contiendas electorales (excepto la de la Reforma Constitucional, que se perdió por un margen muy estrecho); la popularidad del presidente Chávez y de su gobierno se mantiene alrededor del 60% en la aceptación de los venezolanos; es ostensible el crecimiento y mejoramiento de la infraestructura comunicacional gubernamental, el potencial y la cobertura de los medios oficiales ha aumentado notablemente; los medios alternativos y comunitarios (MAC) se han extendido a lo largo y ancho del país, a pesar de las dificultades y limitaciones que confrontan.
A todo ello habría que agregar, como activo fundamental, la condición del presidente Chávez como comunicador excepcional que se sustenta en su liderazgo efectivo y en sus dotes propiamente comunicacionales que le permiten un relacionamiento constante con el pueblo generando la reproducción de un vínculo de profunda afectividad.
Estrategia y aparato mediático imperialista
Sin embargo no todo es color de rosa en esta compleja realidad político – social venezolana. Quienes adversan la propuesta de país que implica el proyecto bolivariano, es decir, el imperialismo y los grupos lacayos elitescos locales, si bien, derrotados en estos 10 años no se dan por vencidos; mantienen el asedio y el acoso permanente dentro de la idea de producir unas determinadas circunstancias que les hagan posible el derrocamiento del gobierno bolivariano o dar al traste con la revolución venezolana.
El acoso del imperialismo y sus lacayos locales, en contra del gobierno y del pueblo bolivariano, ha estado sustentado en una diversidad de mecanismos e iniciativas que conjugadas conforman lo que se ha dado en llamar la guerra asimétrica o guerra de cuarta generación, en la que la manipulación mediática juega un papel de indiscutible relevancia, que combina desde el propiciamiento del golpe de estado, el saboteo económico, los planes magnicidas, el desconocimiento de la institucionalidad hasta la guerra psicológica, estimulando la disociación y la siembra de miedo y odio en un sector de la población, la generación de angustia e incertidumbre en el colectivo social y, en consecuencia, como corolario, la concepción del caos virtual, haciendo gravitar sobre la sociedad la terrible idea de la guerra civil como posible salida a la situación planteada, creada mediáticamente.
Esta estrategia imperial que ha sido implementada y probada en diferentes partes del mundo, donde se ha puesto en cuestión los intereses de las grandes empresas capitalistas transnacionales. Esta siendo aplicada en Venezuela, con más fuerza y vehemencia, en virtud de la existencia de los grandes recursos energéticos que subyacen en nuestro suelo, tan necesarios para el desempeño de la economía mundial, como por la condición de faro luminoso que simboliza el proceso bolivariano para los pueblos latinoamericanos y caribeños y, por extensión, para todos los pueblos del mundo.
De tal manera que el imperialismo y sus lacayos le tienen declarada una guerra mediática al gobierno y pueblo bolivarianos. Y esta claro que cuentan con un poderoso aparato comunicacional que comprende desde las grandes agencias transnacionales de la noticia y el entretenimiento hasta el dispositivo mediático local que abarca varios impresos nacionales, la inmensa mayoría de los diarios regionales, la red de cadenas de emisoras radiales comerciales y la red de televisoras nacionales, encabezada por Globovisión, junto con las televisoras regionales cubriendo todo el espectro radioeléctrico nacional.
Este aparato mediático actuando las 24 horas del día, todos los días del año y durante todos estos años por supuesto que hace mellas en la psiquis de muchos venezolanos; tan es así que han logrado sustraer para sus intereses y concepciones ideológicas a una porción significativa que gira alrededor del 40% de la población venezolana, que no es poca cosa a la hora de que se active un plan desestabilizador o de guerra civil; que es lo que está en la mira estratégica del imperialismo: dividir a la población en grupos antagónicos, destruir o socavar el sentimiento nacional propiciando la hecatombe civil.
Estrategia comunicacional revolucionaria
Frente a la guerra mediática imperialista se impone diseñar y construir una estrategia comunicacional revolucionaria, la guerra popular comunicacional, dirigida a movilizar y activar a todo el pueblo bolivariano en la actividad comunicacional.
Por supuesto que una estrategia de guerra popular comunicacional lleva implícito la ruptura con un conjunto de paradigmas o esquemas que hasta ahora han privado en el trabajo comunicacional desarrollado desde el campo bolivariano, o bien por falta de formación política de quienes le compete dirigir la política comunicacional, que les imposibilita comprender la complejidad y el carácter de la coyuntura actual o bien porque son agentes concientes – o actúan inconscientemente- a favor del enemigo. En esta guerra comunicacional planteada hay que profundizar la lucha de clases teóricas, para poder superar las posiciones endebles o medias tintas.
En este sentido, se hace perentorio confrontar la práctica que expresa el modelo comunicacional vigente, que se inspira en las relaciones sociales capitalistas y que se manifiesta en lo concreto comunicacional en el vedettismo, la competencia, la insolidaridad y en que, retórica aparte, el pueblo, lo colectivo solo sirve para el relleno.
Así mismo, hasta ahora hay mucho de retórica en la comprensión y ubicación que se le asigna a la comunicación alternativa y comunitaria en la política comunicacional que hasta ahora se ha venido desarrollando. Las aprehensiones, descalificaciones, rechazo de que son objeto los comunicadores populares y el trabajo que realizan no son más que reflejo de la débil formación revolucionaria de quienes así piensan o actúan, que lamentablemente son la mayoría de los funcionarios gubernamentales sobre los cuales recae el diseño y ejecución concreta de la política comunicacional. No entienden, o les cuesta entender, que si algo tiene de estratégica y de revolucionaria la política comunicacional bolivariana es, precisamente, por la insurgencia y proliferación de medios alternativos y comunitarios, que con todo y las fallas que puedan arrastrar (y que deben superar, naturalmente) son la manifestación más auténtica y definida de la participación popular en el quehacer comunicacional.
Las limitaciones que se les impone a los MAC en los aspectos financieros, institucionales y de capacitación son indicadores evidentes de la incomprensión del proyecto bolivariano. Mientras, los medios de la burguesía gozan de toda la solidaridad de la clase anunciante burguesa, a los MAC los funcionarios gubernamentales les niegan o le limitan o condicionan en extremo el apoyo que, por lo demás, esta contemplado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
La estrategia de la guerra popular comunicacional concita la articulación de todos los factores o agentes de la comunicación revolucionaria. Ya es hora de que ¡por fin! se asuma la comunicación como un asunto de máxima importancia estratégica nacional, lo que está en juego así lo exige…
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