Hace tiempo que el programa La Hojilla anda medio desfasado no por su conductor el voluptuoso Mario Silva -no que va- ese es un revolucionario chavista más chavista que ningún otro personaje que así se creé dentro del proceso venezolano, siendo además, uno de los que pisa duro y deja callos bien difíciles de extraer de la jerga política que abarca todos los linderos del territorio patrio y, el que se resbala lleva más palo que una gata ladrona y, el que escapa queda bien loco o desorientado con regaño incluido hasta el día de su muerte con rezos de ñapa hasta por quince días y, es que, por los vientos que soplan: el respeto ajeno se fue de vacaciones y no entra por casa ni es la ley a decir, de alguien bien definido en esos menesteres.
Si usted quiere clasificar para llegar hasta el final de su vida impoluto tómese su manzanilla en sana paz con “el señor de la noche” y, ríase con él hasta más no poder de quien le caiga mal o esté en la acera del frente detrás de la raya amarilla que, es bien sabido que las revoluciones se hicieron para decantar y, no para sumar voluntades en busca de caminos que se unan con ideas y hechos por el bien común de la mayoría que haga posible la convivencia entre los seres humanos y, no a ponerse o tratar de enderezar árboles torcidos o, a refregar con saliva la misma cantaleta nocturna para trasnochar a tanto ingenuo que acaricia los sueños de los más osados que no se deja engañar de las vaguedades sueltas y deseos de empreñar en el aire con sutilezas a los medios de la competencia y, entonces atraen a los asiduos noctámbulos hojillovisuales a compartir momentos de otros canales que han transcurridos en horas, días y hasta meses después para atosigar con situaciones desagradables el momento que aclame la inteligencia del dirigente que se ufana de su especialidad analizadora- delatora y, más de una vez no se da cuenta que más bien fastidia a su público con vídeos que repiten actos consumados que no son del afecto ni dejan ninguna enseñanza al telespectador sacado de la chabacanería que “enseria” la televisión internacional.
Se critica todo lo que vaya en contra de la revolución y se repite hasta la saciedad lo que no se debe hacerse por irrespetar los cánones del comportamiento humano dentro de la justicia social y, en un abrir y cerrar de ojos se cometen los mismos errores que antes se habían detectado como detestables -¿y, entonces? Lo que es igual no es trampa, queriendo ser más chavista que el Papa para enrumbar lo que es lo cotidiano, lo práctico entre los venezolanos como bien o como mal o como lo que sea, pero es y, para cambiar hay que cambiar los métodos o extrapolar otros o sino, hay que buscar la famosa linterna de Diógenes a ver si se “consigue” lo que busca.
Más hábil para desenredar entuertos con agilidad que Mario Silva no hay otro y, por el camino que va Globoterror lo tiene en tres y dos al borde, si acaso ya no está soñando todas las noches con Carla, Kiko y Roland pimponeando sin remedio.
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