“Por fin cerraron esa mierda”, me dijo Esteban con tono de satisfacción, pero todavía indignado.
“Un momentico Esteban”, le dije. “Eso no es así; el gobierno no ha cerrado nada.”
“¿Cómo que no?”, me retó mientras se paraba súbitamente de la mesa donde almorzábamos juntos.
“¿Te parece poco lo que esa porquería ha hecho? Llamando a la insurrección militar, violando todos los días las leyes, atentando contra la paz y la convivencia. Cagándose en todo el mundo, pues. Lo menos que le sale es cierre”, sentenció mi amigo.
Despacio, lo tome del brazo y lo senté de nuevo en la mesa, y con tono pausado le dije: “Esteban, no puedes dejar que te engañen los medios golpistas. A RCTV nadie la ha cerrado, pero eso es lo que te quieren hacer creer.”
“Fíjate bien lo que ha pasado – continué explicando. Ese canal golpista y otras tres estaciones debieron salir temporalmente de la parrilla de programación de los prestadores de servicio de televisión por cable, porque no le notificaron a CONATEL que eran medios nacionales y tampoco le pudieron demostrar que eran canales internacionales, como asegura ser RCTV.”
“¡No me jodas, Eugenio!; ¿me vas a decir que RCTV es internacional?”
“Para nada”, le dije. “La normativa que rige a los canales por cable dice claramente que debes notificarte ante CONATEL como prestador de servicio audiovisual de producción nacional y cumplir con Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, a menos que el 70% de programación y publicidad transmitida no califiquen como producción nacional.”
“Claro,” me dice Esteban. “Lo que pasa es que RCTV se quiere hacer el pendejo diciendo que son gringos y que su sede está en Miami, pero toda la porquería que saca es para envenenar más al venezolano disociado. Seguro que en gringolandia los meterían presos si llamaran a una insurrección militar como lo hizo el heredero de Pedro el Breve.”
Esteban tiene toda la razón. La normativa en casi todos los países del mundo es mucho más rigurosa que en Venezuela a la hora de determinar el origen de un canal de televisión. En la Unión Europea, por ejemplo, no importa tanto el contenido, sino el lugar de la sede donde se toman las decisiones editoriales y de programación, el público a quien va dirigida la programación y la publicidad dirigida total o principalmente, el origen de los ingresos por publicidad y de los suscriptores, y el idioma principal del canal.
“En todo caso Esteban - le dije - lo que pasa con RCTV no implica su cierre ni la eliminación de los puestos de trabajo, ya que una vez que proceda a notificarse ante CONATEL como prestador de servicios de producción nacional audiovisual, y por lo tanto, comprometerse al cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y sus Normas Técnicas, podrá retornar a la parrilla de programación de la televisión por cable, y eso lo hace en menos de un día”.
“¿Entonces ese canal va a seguir jodiendo la paciencia del venezolano?”, me advirtió mi amigo. “Entonces está claro que todo esto es una marramuncia más de la oposición para generar escándalo, alborotar el gallinero de disociados y tratar de desestabilizar al gobierno.”
“Tienes razón”, le dije. Granier y Granierito juran que jamás reconocerán que su canal es nacional, pero cuando pase el escándalo mediático, saldrán por la puerta de atrás a llevar sus recaudos a CONATEL, y después que regresen a la programación por cable, dirán que fue un triunfo de la libertad contra la dictadura. Los disociados, como siembre, le creerán el cuento y lo utilizarán en su campaña electoral como un ejemplo de que sí se puede derrotar al rrrégimen.”
“¿Pero sabes qué, Esteban?”, le planteé yo esta vez. “Ya el pueblo no es pendejo, y esos vendepatria “¡NO VOLVERÁN!”
“Así es hermano”, me dijo Esteban ya más reconfortado.
“Pero en todo caso,” reflexionó. “No puedes negar que uno siente un fresquito al saber que al menos por unos días no nos tendremos que encontrar a esa mierda en el dial del televisor.”
Es verdad, justicia poética.
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