Twitter: El susurro de los espantos

Yo pensaba que ya había sido suficiente con Internet y faceboock. La masificación tecnológica de las comunicaciones vino vestida de frases cortas, muy cortas que casi no decían nada, era más el snobismo de reencontrarse con todos los amigos del pasado y el cuchicheo acostumbrado. Se rompía el ciclo del tiempo en lo que a relaciones personales se trataba. Mesengers y faceboock se hacían cargo de buscar por todo el mundo a todos los que estudiaron en nuestra escuela, los que fueron compañeros de trabajo, de rumba, novias y novios, etc. ¿Grato? Claro que fue grato saber en donde estaba tanta gente que ya habíamos dejado atrás en la ventana de nuestro tren en marcha, ¿pero y para qué? ¿Por cual razón la tecnología nos brindaba esta fortuna?

Hoy recuerdo esas largas láminas pegajosas que se vendieron una época y que no servían para otra cosa que para atrapar moscas. Toda la red empezaba a ser la gran trampa caza bobos en la que muchos caímos. He sucumbido a la idea de que ya estoy en la lista, que de alguna manera yo mismo escribí mi ficha en los archivos de la CIA. Más allá solo quedaba sospechar que por medio de órdenes satelitales o de microondas, pudieran manejar nuestros ordenadores y encenderlos para ver lo que hacemos usando nuestra propia cámara, o escuchar lo que sucede alrededor nuestro por medio de nuestros audífonos.

Luego empezaron las llamadas listas y grupos. Entonces se entendió que luego de haber realizado su censo con la tentación de recolectar viejas amistades y amores perdidos, ellos tenían la intención doble de agruparnos en chavistas o no chavistas y en el enjambre de club y grupitos tan mediocres que se ofertan por faceboock.

La vieja epistemología epistolar había sido ya cercenada, las oficinas de DHL quedaron solo para enviar paquetitos, y las de correo solo para el envío de catálogos de Avón. Hasta el espacio para escribir trae estipulado que no debemos usar más de 200 caracteres para contar lo que queremos contar a quien estemos escribiendo. ¡Claro! Con el apoyo de las caritas virtuales ¡que expresan tantos sentimientos! Todas estas eran mis reflexiones cada vez que recibía la multiplicación de páginas de redes sociales creadas en la red. El complejo de haberme entregado yo mismo a los archivos del imperio se me fue haciendo costumbre y pensaba que de igual forma, este oficio de bloguero igual les da hasta mejores pruebas de lo que orgullosamente soy: un subversivo.

Ya una vez consumada la invasión virtual, descubrimos que es una autopistas de dos vías, que así como para ellos era la gran red del espionaje y la mediocridad hecha oficio cotidiano, representaba otra vía muy novedosa para la expresión rebelde. Así comenzaron a apareces grupos undergraund y contestatarios, así apareció Aporrea en Venezuela después del frustrado golpe de Carmona en el 2.002 y Kaosenlared en España, Rebelión, Noticias Bolivarianas y tantas páginas y periódicos virtuales que empezaron a convertirse en campos de batalla. Ya hoy hay una guerra virtual declarada. Las últimas declaraciones de la Clinton en su paseíto por Chile y Brasil nos lo dijo casi de frente, sus “embajadores” traen la orden de enfrentarnos con estas mismas armas. No pasaron muchos días para que quienes escribimos por estos medios sintiéramos la arremetida de mediocre y afinados “nuevo comentaristas” sobre nuestros foros. La orden es crear la confusión babeliana para usarla como arma de desinformación, descalificar y confundir dándole un mayor rango de intervención a la mentira.

Yo me negaba a preguntar de que se trataba Twister. Las dos o tres veces que hice el intento me parecía hasta menos atractiva que faceboock, no habían álbumes de fotos para ver como habían envejecido los amigos o como estaban de gordas las señoras, no era tan divertido “hurgarle la vida al otro” me parecía que si ni siquiera sus miembros podían mandarse regalitos y besos virtuales, Twitter no tendría vida. ¡Que equivocado estaba! Hoy Twitter es un arma de guerra de primera línea de fuego. Tuve que inscribirme para saberlo. Caí en la trampa. Fue una orden revolucionaria responderles, pues lo que me llamó la atención fue sus denuncias desde el programa La Hojilla del camarada Mario Silva, en el canal VTV desde Venezuela. Pero déjenme decirles: ¡Que mayor inoculación de mediatización! Es que solo se trata de una web para mandar mensajitos tipo telegrama desde tu Black Berry cada vez que te toca pararte en un semáforo.. ¡Por dios! Y lo peor es que funciona. Es el chisme hecho chinazo, el susurro de los espantos. En verdad que no imaginaba tan bochornoso espectáculo.

Ayer pase un buen rato metido en Twitter , seguidores y seguidos. Apenas entre ya contaba con casi 50 seguidores y ya yo estaba siguiendo casi a 200. “Misterios de la ciencia”. Me fui detrás del más famoso desempleado de la oposición: Alberto Federico Ravell, el Presidente de Globovisión a quien sus socios le dieron un golpe de Estado. Empecé a seguir a Miguel E. Otero, el famoso bobolongo y dueño del periódico el Nazional, otro emporio derechista de Venezuela. Yo los invito a todos a que hagan lo mismo. Tan solo pongan estos magnos nombres de la lujosa oposición venezolana y esperen tan solo minutos. Es que los señores o se convirtieron en adictos compulsivos a sus Black berrys sus paginitas de Twitter o le pagan a grupo de palangristas para que cumplan este oficio. Si fuese lo primero, no diré más nada sino que la revolución está salvada. Si este el oficio de este par de mequetrefes, no puede haber enemigo a la vista. Pero lo más probable es que no sea así. Este envío de comentarios necios y tontos de forma masiva, que si Patín esto que si Putín lo otro, que si vino a reunirse con Chávez y Evo para joder al imperio o que si se murió el millonario aquel que hacía de dueño de Falcon Crest o Dinastía, no es más que un arma de dominación mediática en los bolsillos de todos.

Venezuela compra el 79% de los Black Berrys que se venden en Suramérica. Estos comenzarán a transmitir fuertemente, por ejemplo, el 26 de Septiembre y trataran de crear un “sismo electoral”. La mediocridad hecha costumbre, la ridiculez afectando las neuronas de tantos disociados si es algo que se debe tomar en cuenta.

Definitivamente la paloma azul de Twitter no es igual a la paloma blanca de la paz. Es un arma de guerra masiva que tenemos que aprender a usar a favor nuestro. Al espantoso susurrar de los espantos que guturan por su garganta, debemos enseñarle a trinar el canto de la revolución.


brachoraul@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2533 veces.



Raúl Bracho


Visite el perfil de Raúl Bracho para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Medios de Comunicación



Revise artículos similares en la sección:
Oposición