Instalada en el hospital ortopédico Frank País, no pude bajar hasta donde se reúnen los pacientes del convenio con los que llegan hasta allí en forma privada, hasta tanto no se marchó la 5ta columna que me acompaño durante los primeros 15 días en la tierra de Fidel y Martí.
A mi juicio ambos "ortopédicos", Fructuoso Rodríguez y Frank País, no deben considerarse como tales, puesto que, hay muchas limitantes para las personas con impedimentos para caminar y se movilizan en sillas de ruedas, ni de tercera edad, por la cantidad de escalones, de 2 o 3 centímetros pero peldaños que hay que subir y bajar para entrar y salir del cuarto, igual para el baño y un balcón que tiene la habitación del Frank País, además las puertas se fijan con un brazo que impide que se abran con facilidad y la o él paciente, debe apelar a la fuerza bruta para entrar o salir del cuarto.
Bueno como decía, instalada en el Frank País, los viernes de cada semana ocurre la visita de la "Junta Médica", un grupo de ancianos acompañados de la enfermera jefe, cubana muy nado o poco simpática, quien solamente se mostro cordial cuándo visito la habitación en compañía de una supervisora, esto lo digo porque el propio Eduardo (mi sobrino y acompañante) al salir las dos mujeres del cuarto, acoto ¡tía se dio cuenta lo cariñosa que estuvo la jefa de enfermeras! y se sonrió.
Me demostró que no puede caminar y mascar chicle a la vez: En una ocasión fui hasta el puesto de enfermeras, (en la silla de ruedas, por supuesto) y le conté que tenía una dificultad con la TV porque había cambiado de idiomas y no sabía cómo regresarlo a español. De verdad que no esperaba una reacción tan violenta de su parte creo que no me dio con las carpetas que tenía en la mano en el momento porque se contuvo a tiempo.
Dijo cosas como: ¡usted se puso a manipular ese aparato, ahora tendré que llamar al técnico¡ casi le escuche decir que sólo se usan los botones de prender y apagar y el de volumen…… uuf! Me regaño porque andaba sin mi acompañante y dijo otra sarta de amenazas que borre de la memoria. Presentada la jefa de enfermeras, voy con los viejitos de la revista médica, cuatro ancianos de verdad ancianos, mascando el agua, como se acostumbra decir por estos lares, dos de tercera edad 60 años aproximadamente y dos estudiantes de la especialidad. Uno de los doctores de 3era edad me hizo la propuesta del caliper explicándome de que era lo único que podían ofrecerme. Lo acepte, con el convencimiento que el calvo del Fructuoso Rodríguez, había hablado con ellos y entre bomberos no se pisan las mangueras. El caliper es una solución de mediados del siglo pasado. El especialista en caderas de ese eminente grupo, le susurro a uno de los ancianos que el caliper había sido la solución para las fracturas de cadera durante el periodo especial en Cuba, yo lo escuche, (hablamos del lapso 89/91, qué Tal?)
No solo se trata de una solución caduca sino que se requieren por lo menos dos meses de trabajo diario para lograr dominarlo, pues bien la misma semana que me lo dieron martes y el viernes me regresaron a mi País. Otro día una de las enfermeras me contó que el exMinistro, ahora candidato a la gobernación del edo. Miranda, estuvo como paciente del Frank País, pero por supuesto lo llevaron al verdadero hospital. Nada que ver con el sitio donde me condujeron, que por cierto se llama Hospedaje (dónde quedó aquello que somos iguales?)
En el primer artículo sobre mi último viaje a Cuba, exigí respeto por parte del personal del hospital Fructuoso Rodríguez, para los pacientes del Convenio Cuba-Venezuela, en los primeros días de agosto vi en la TV un documental del comandante Fidel, donde relataba con mucho respeto su deseo de conocer la tierra de Simón Bolívar, igual que los escritos del prócer José Martí.
Para el conocimiento de todas y todos, una importante mayoría de los venezolanos que van a la Isla por el Convenio Cuba-Venezuela, desde el propio Palacio Blanco en Miraflores, son tratados como ciudadanos de segunda, amparados en la máxima que el comportamiento de los venezolanos en Cuba, había socavado las bases del Convenio, es decir que pagamos la culpa o los delitos de otros. Esa importante mayoría de pacientes que viajan en busca de salud y solidaridad, venezolanos de a pie, son confinados en los hospitales, limpios de bola porque el bolívar no se reconoce en la Isla y completamente incomunicados. (Entonces?)
Deje para ultimo el comentario acerca de las fisiatras del Hospital Ortopédico Frank País, dos mujeres cuyo afecto y profesionalidad, lograron curar (aun que sea en parte) mis desencuentros con los cubanos. Reconocidas en el titulo de este artículo, afecto que continua vigente. Para ambas mi agradecimiento y lo prometido es deuda aun.
El sol de Venezuela nace en el Esequibo……………….Nace en el Esequibo
*periodista