El 26 de septiembre...¡¡venceremos!!

Una triste, lamentable e impresentable oposición va directa a otro fracaso

Una oposición desmadejada, amorfa, mutilada, informe, apátrida, sin voluntad ni fuerza, enredada en su propia falta de nervio, aliento y motivos éticos, se dirige, casi inevitablemente, hacia la entrega total de sus propios espacios. Un proceso de alineación lento pero firme, mediante el cual los partidos políticos han ido enajenando su derecho a la dirección política en favor de unos cuantos plutócratas dueños de medios que a su vez obedecen el libreto proveniente del amo imperial para la desestabilización y eliminación del gobierno democrático y legítimo de la República Bolivariana de Venezuela.

Eso es lo que el pueblo venezolano y el mundo pueden ver con la actitud de estos grupos ante el proceso electoral del 26 de septiembre. Ante la suma de garantías de transparencia ofrecidas por el Consejo Nacional Electoral, refrendada por todos los representantes y técnicos de esos mismos partidos, se empeñan en arrojar sombras sobre el árbitro electoral. Ya no hablan del satélite ruso, del cisne negro, del informe Hausmann, de la teoría de los topes o de las cien mil pruebas de Tulio Álvarez, el “disco duro” de Pablo Medina, o las pruebas “irrefutables” de Ramos Allup, argumentos todos ellos cansosamente esgrimidos en procesos anteriores. Ahora el problema no es el cambio de los resultados a favor del gobierno. Ahora es el supuesto ventajismo que las fuerzas revolucionarias exhiben al mostrar un músculo que –a pesar de todos los medios de desinformación a su servicio- no logran igualar y ni siquiera invisibilizar.

Las garantías ofrecidas por el CNE ponen de manifiesto que cualquier grupo político, por muy desconfiado y hasta torpe que pueda ser, no puede atribuir a estas cuestiones la causa indudable de una derrota que presienten con horror. Allí se dilucidan todas las dudas. Las garantías de auditoria posterior del comprobante físico en las cajas de votación y el funcionamiento impecable de las máquinas debería zanjar toda duda. Sin embargo no es así. No lo es porque esa no es la estrategia del amo imperial. Lo que habría sido satisfactorio para cualquiera sin cartas bajo la manga no lo es para un comando que tiene claro lo que planea. En el plan no existe la derrota democrática de las fuerzas revolucionarias. Ni ahora ni en Diciembre de 2012, ni nunca. El libreto pasa por otros caminos. Pasa por el asalto al gobierno por cualquier medio. Se inscribe en la misma estrategia que aplicaron en Abril de 2002, en Diciembre de 2002, en las guarimbas, en los paramilitares o en actos de terrorismo. Pasa por la creación de un escenario que provoque o justifique una acción desestabilizadora, alzamientos militares o acciones de “resistencia”.

Estos cascarones vacíos en que convirtieron a sus partidos no tienen fuerza ni voluntad para resistir el poder de quienes pueden cerrarles las “ventanas”, a través de las cuales mantuvieron apariencia de vida: Los medios de la plutocracia criolla y mundial. El CNE debería tener claro que no importa cuantas concesiones se les haga, siempre plantearán otras nuevas. Porque el objetivo no pasa por las mesas electorales. Allí, sin importar cuantas garantías se les brinde, se saben derrotados de antemano. Mal que bien conocen el pulso del país. Saben perfectamente que van a una derrota cantada. Derrocharon un capital político en una población que hoy no cree en ellos ni quiere saber nada de ellos.

¿Qué les queda?, les quedan los medios, les quedan los auxilios económicos de la NED, de la USAID y la CIA. En definitiva les queda mucho y no les queda nada. Les queda mucho, porque es mucho el daño que pueden causar con sus estrategias macabras. Pero no les queda nada, salvo seguir las instrucciones de la única estrategia en la que ponen la “carne en el asador” los gringos, que sí saben de “cabellos porque es su especialidad”. Les queda el libreto del terror que paralice. Se pliegan a esta macabra estrategia dirigida por los medios privados -verdaderos centro de aplicación del plan conspirativo- o se quedan sin nada. En ese dilema se encuentran. Se saben sin pueblo, sin militancia, no pueden desconectarse de la ilusión virtual de seguir existiendo. Es improbable que puedan adoptar una actitud de independencia respecto del verdadero poder de la oposición. Si no la ponen a la entrada la pondrán a la salida. Si tuvieran los arrestos de marchar al proceso electoral del 26-S, el país los verá, -como los vio la mañana del 16 de agosto de 2004, los verá volver a su redil, a la pomada, al escándalo. Gritarán ¡FRAUDEEEE!, sin una prueba. No la necesitan. Para tener razón se requieren argumentos para gritar sólo un micrófono y unos medios. Donde manda capitán (EE.UU.) no manda marinero (Oposición). Y punto. Esa, creo, es la que nos espera en esta batalla. Pero este pueblo rebelde los volverá a derrotar. El 26 de septiembre, en las urnas (las de votar), volveremos a gritar con voz clara e inconfundible: ¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE!, ¡ESTAMOS VENCIENDO!


martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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