Pasearse -así sea ligeramente- por las consecuencias de una derrota o una victoria no suficientemente contundente el 26S, debería ser razón suficiente para volcarse con todas las energías posibles en pos de una contundente victoria. La unidad más absoluta del lado de las fuerzas revolucionarias es una condición imprescindible. Vacilar sería perdernos. Los revolucionarios que respaldamos este proceso liderado por el Comandante Chávez no tenemos otra opción que la victoria. "No podemos optar entre vencer o morir... ¡Necesario es vencer!
No obtener una victoria contundente en este escenario donde la batalla se plantea, no sólo retrotraería al movimiento revolucionario a las cotas que poseía antes de la llegada de este personaje marcado por el destino que es Chávez -eso sería un regalo de la providencia- sino que convertiría la patria en un campo de horror y muerte. No son profetismos desastrosos los que nos persuaden de lo asertivo de esta idea, es la historia la que nos lo enseña. La historia de cuanto aconteció allí donde por errores propios y aciertos ajenos se perdieron procesos revolucionarios. La España republicana o el querido Chile de Allende están allí como recordatorio de ese horror. Las figuras tenebrosas de Francisco Franco y Augusto Pinochet se asoman en el horizonte histórico con sus colmillos sangrantes como ángeles de la muerte. Los revolucionarios fieles fueron masacrados y perseguidos hasta extirparlos; aquellos que con sus egoísmos, desviaciones y errores contribuyeron a la derrota igualmente fueron masacrados. Otros se convirtieron en verdugos, algo que al parecer siempre fueron.
De nada
valdrían los lamentos o el rechinar de dientes de los bien intencionados. Si el
fruto cosechado por causa de la incoherencia, el burocratismo grosero y la falta
de conciencia revolucionaria se repitiera, la magnitud del desastre sería de
consecuencias incalculables. Se perdería todo: patria, libertad, soberanía,
sueños de justicia y hasta la vida misma. Equivaldría al retorno de los brujos.
Una suerte de tsunami que todo lo arrasaría. Es bueno tenerlo en cuenta al
momento de priorizar acciones y medir cuanto decimos y hacemos. Dilemas como la
inflación, la inseguridad u otras preocupaciones temporales serían poco menos
que temas angélicos o discusiones bizantinas. Con todos los errores y defectos
que puedan atribuírseles a la Revolución Bolivariana la alternativa probable es
definitivamente inaceptable. El dilema es simple: Patria o Imperio; Oligarquía o
Pueblo; Vida o Muerte.
Es necesario ubicar claramente al enemigo.
Atentos, alertas y decididos, hemos de no gastar ni un miligramo de pólvora en
zamuros. Se han de seleccionar con claridad y precisión los verdaderos enemigos
del proceso revolucionario. Ordenar los objetivos a fin de priorizarlos con
precisión quirúrgica. La Revolución es un proceso dialéctico. Es con paciencia y
sabiduría que se irán logrando las transformaciones y cambios cuantitativos en
cualitativos. Aceleramientos impertinentes sólo nos dejarán como saldo la
frustración y el desaliento. Paso a paso, sin carreritas engañosas, se debe
alcanzar el objetivo. Ya está bueno de seguir empeñados en la búsqueda de
objetivos parciales y subalternos. Ya está bueno de enguerrillamientos internos
y mezquinos. El primer y único objetivo ahora mismo es profundizar la revolución
socialista y garantizar la conducción del Comandante Chávez y para ello es
imprescindible endosarnos una Asamblea Nacional con mayoría calificada a todo
evento. Quien no tenga eso claro, dolorosamente, trabaja para el enemigo aún
animado por las mejores intenciones, que respeto aunque condeno firmemente.
Nuestros enemigos históricos y de clase son: la oligarquía apátrida, una
burguesía comercial agringada, los Estados Unidos de Norteamérica y por sobre
todos ellos, una plutocracia mundial que todo lo controla y domina. Todos los
demás obstáculos son circunstanciales y responden a la coyuntura. Vencer estos
enemigos no sólo es prioridad sino causa esencial y hasta única. Alcanzado el
objetivo cardinal, eliminar todos los obstáculos intermedios será cosa del hacer
cotidiano de la limpieza y la profundización del proceso revolucionario. Hasta
hoy, históricamente, la reacción ha sido más sabia a la hora de aunar esfuerzos
y seleccionar sus objetivos que los sectores revolucionarios casi siempre
heridos de protagonismo. El imperio y la oligarquía criolla lo tienen clarito:
el enemigo es Chávez. Todo cuanto se interpone entre ellos y la recuperación
absoluta de sus privilegios está personificado en Chávez. Saben que si logran
eliminarlo -por la vía que sea- lo demás sería coser y cantar… ¿o debo decir,
matar, torturar y arrasar? Los sectores patriotas y revolucionarios, al menos,
deberíamos reconocer lo que debemos defender como un solo hombre y una sola
mujer con sólo mirar hacia donde apuntan los cañones de la reacción.
¿Qué faltan muchas cosas por hacer y mucha basura por barrer a lo
interno? Quien lo dude es ciego o pertenece a la basura con boina roja que
debemos purgar. La casa está sucia porque no podía ser de otra manera. ¿De que
planeta llegaron estos revolucionarios químicamente puros? ¡Llegaron de un
planeta llamado IV República! La mayoría eran adecos o copeyanos. AD y COPEI,
llegaron a tener el 86%% del padrón electoral. ¿No es suficiente ese dato? ¿No
es esclarecedor que la izquierda histórica nunca llegó a tener más del 7% de los
votos? Todos sabemos que sí, que está clarito como agua de tinajero. Estos
“revolucionarios” llegaron de esos partidos con todos los vicios y perversiones
bien aprendidos. Están ahí, no se en que proporción, pero están ahí, copando la
burocracia, obstaculizando, proporcionando el peor de los ejemplos. Sin embargo…
hemos de vencer al enemigo con ellos y a pesar de ellos. Hemos de hacer triunfar
la Revolución por encima de ellos y a pesar de ellos. Representan un enemigo
formidable pero circunstancial. Contribuyen con el enemigo real pero la
coyuntura no debe cegarnos hasta perder de vista al verdadero enemigo. Si se
alcanza el objetivo de profundizar la revolución, sembrar los valores propios de
la espiritualidad socialista y conservar a Chávez en el timón de la nave, todo
lo demás será relativamente manejable, sobrarán las oportunidades de barrer la
casa, reeducar a los camaleones, asimilarlos...o lo que sea. En cambio, si se
pierde esa batalla fundamental con esas mismas escobas barrerán nuestros huesos,
barrerán la patria hasta desaparecerla, extirparán todo lo que pueda oler a
sueños ¡Que nadie tenga duda en estos momentos!, al modo del clamor
bolivariano... ¡Vacilar es perdernos!
¡EL 26 DE SEPTIEMBRE TODOS Y TODAS A VOTAR POR LA REVOLUCIÓN!
¡LA PATRIA SERÁ SOCIALISTA O NO SERÁ PATRIA LIBRE Y SOBERANA!
¡NOSOTROS… VENCEREMOS!