-Oye,
chiquito –le dijo con dulzura inusitada- te llamo luego, que estoy
haciendo un quesillo de coco en la estufa para la reunión de mañana,
te parece? Y así se sacudió a su colega.
-Además, estoy
releyendo a Flaubert, te llamo a las 5 –le dijo y cortó. Pero Velásquez,
que no tiene un pelo de tonto, recordó ese nombre y le dijo: “Ajá,
sí, ese no es el carajo que se entendía con tu Mamá y una tal Bovary,
a quien Don Pedro Carmona iba a recibir el 11 en Miraflores? Un beso,
mami, nos hablamos”.
Esas últimas palabras
quedaron grabadas en el black de la Diputada.
Dos sonidos simultáneos
se anidaron en su tímpano al momento de salir del dormitorio: el aullido
de sus perros y el de la campanilla que sólo para cosas consideradas
urgentes, utilizaban sus sirvientas ancestrales, compradas a precios
de gallina flaca por su Madre a un pariente de Alberto Adriani en alguna
comarca remota de los Pueblos del Sur de Mérida.
-¡bonne cieux !
–dijo para si misma, muda y con un brote de reflujo de acidez en el
guerguero. « Debe ser de la Embajada », pensó. Y se apresuró a ejecutar
ciertos actos que no acostumbraba a hacer bruscamente, sino con la parsimonia
que le había inculcado su Madre, para que nunca jamás le ocurriera
aquel bochornoso descuido de irse en mototaxi sin pantaletas el 11 der
abril del 2002, cuando Carmona Estanga la requirió de urgencia para
« redondear » unos asuntos pendientes con Bush, y ella, aprovechó para
firmar el decreto que institucionalizaba el golpe de estado contra Hugo
Chávez.
El
modo francés del brassier es una varita mágica. Se puso lo que pudo,
más no lo que quiso, o lo que en ese instante deseó lucir, como si
su lingerie, en vez de prendar su intimidad, le otorgara también un
donaire fantástico, de superheroina, o le diera el chance de ostentarla
por encima de sus bluyines.
Se
topó con una de sus mucamas en el umbral del dormitorio.
-Mi señora –dijo en voz baja la doméstica –ahí está esa gente
que sale por televisión. Dicen que vienen a registrarnos. Yo mejor
me escondo en el sótano de los vinos.
La
diputada se asomó por una rendija del ventanal y vio a un apuesto
muchacho ataviado con el uniforme del INE. « Ah, vienen a censarnos »,
pensó.
Ella
misma abrió la puerta y saludó al funcionario como si éste
fuera un rodilla en tierra de su parte en la MUD. El chamo no pudo articular
palabras cuando la vio : « Coño, es Maricori. Qué suerte la mía »,
pensó emocionado.
-Buenos días, Diputada, vengo a empadronarla.
-¿A empadronarme no se dice, mi amor, se dice, vengo a censarla.
-Es igual, Diputada. Dígame, esta mansión es de su propiedad, vive
usted sola o con gente. Sus hijos, los perros, la servidumbre, todos
viven aquí ?
La
acidez de la Diputada arreció cuando, al término de una conversación
telefónica breve con Ramón Guillermo Aveledo, quien le dijo que por
consenso se había decidido en la MUD « socializar » con los empadronadores
y de paso ver si los reclutaban para el voto contra Chávez.
-Yo te contesto todo, pero te diré algo, tú no pareces venezolano.
Eres hijo de europeos ?
-Si –dijo el chamo del INE –mi madre es italiana y mi padre del
sur de Francia.
-¡Ohlala !, exclamó y besó en la mejilla al joven. Lo invitó a pasar,
desayunaron juntos, se tutearon, ella le dijo que odiaba a Chávez,
él la esquivó con una verónica magistral, ella le ofreció villas,
castillos y un sueldo en dólares, él le dijo Je suis fasciné.
Ella se echó a reir. Le contó que su madre todavía jugaba tenis.
Que ese tío Juan Carlos Prisca que es comunista lo volvió loco Alí
Rodríguez. El se hizo el pendejo y mostró curiosidad por su perfume.
Ella le confesó que desde adolescente usaba sólo fragancias los sábados
hasta al mediodía, pues la pituitaria está demasiado sensible hasta
esa hora. El asintió y le preguntó si era verdad que Carmona Estanga
era un « Señor muy inteligente ». Ella le dijo : « Es un palo de hombre ».
El la empadronó sin que ella lo sintiera. Quedaron en verse para « cuadrar ».
El le dijo « todo en la clandestinidad, María ». Ella lo abrazó. Le
regaló una foto de ella con Bush. Quedaron en verse pronto.
El
joven funcionario del INE se marchó y fatigado, con su propia
personalidad revuelta por el impacto y las fragancias y los caprichos
de la Diputada, se dirigió al Parque Miranda : allí se acostó en la
grama y abrió al azar la Obra Completa del Chino Valera Mora, su autor,
su poeta favorito.
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