¿Arroz con mango?

Pudiéramos afirmar que las campañas electorales realizadas durante los periodos de la cuarta república, más allá de la inequívoca alternabilidad entre AD y Copei como opciones predominantes, prefiguraron un ambiente de propuestas político-ideológicas bien definidas para un electorado adormecido y atrapado por el bipartidismo. Si se recuerda fue precisamente la campaña electoral de 1973 con José Vicente como candidato presidencial el inicio más claro de que exactamente había opciones y propuestas para disputar los espacios, sobre todo parlamentarios, a los partidos tradicionalmente aferrados al poder.

A propósito del discurso y programa del actual candidato de la oposición hacíamos referencia a la notoria diferencia con la dirigencia y candidatos de aquel periodo. Se trataba de un discurso con predominancia de la demagogia y gestiones caracterizadas por un populismo y el clientelismo aberrante y perverso. Lo cierto es que ellos no ocultaban ni vacilaban acerca de sus propósitos pro imperialistas. Practicaban un gobierno vasallo y entregado en cuerpo y alma a los intereses norteamericanos. De allí que nuestro país se convirtiera en un apetitoso enclave de las transnacionales del petróleo y lo explotaran sin contemplación por consecuencia alguna. Ni hablar de las ganancias sin límites.

Ciertamente estamos hablando de otro momento histórico, con la predominancia, más bien dominación, de medios de comunicación que actúan con toda carga de maldad, cinismo y un envenenamiento sicológico de imprevisibles consecuencias. Encontramos también que estamos en presencia de la proyección de aquellos modelos de hacer gobierno. Con la gran diferencia que éstos, los de la MUD, son incapaces a su pesar de imitar aunque fuese en el discurso a sus precursores.

El candidato Capriles ha dicho todo tipo de contradicción en el tiempo que tiene de campaña. Se aferra en algún momento a lo imposible, parecerse a Chávez en eso del contacto popular. Acude a lo insólito de presentarse como opción novedosa sin hacer propuestas que lo avalen. Ataca las exitosas Misiones pero a la vez proponen una Ley, y que para garantizar su aplicación. Nada dicen de su política exterior porque están claros sus propósitos pro yanquis. El petróleo y PDVSA le quitan el sueño, en especial a los zamuros de la mal recordada meritocracia. En fin, ese candidato que ha pretendido presentarse como una palomita de la paz tiene su mejor retrato de lo que realmente es y seguirá haciendo en aquellas oscuras páginas de abril del 2002.

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Juan Azócar


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