Apenas apenitas que veo una pizca de la reposición de esa entrevista y eso me bastó para inferir que Villegas es –periodísticamente hablando- un homicida porque lo mató mataito, le sacó unos trapitos sucios a flote y por si fuese poco le leyó, o mejor decir, le deletreó la cartilla al rufián.
López se puso a guabinear y parecía tener hipo pero es porfiado, en vez de rendirse siguió diciendo embustes pensando que nosotros somos bolsas, y todo, con su cara bien lavá.
Se ve que esos carajos son caraduras y desvergonzados, lo único que le faltó al tal Leopoldo López fue contarnos el cuento de “Ricitos de Oro y los tres cochinitos”.
Olvida el avieso burgués que el recuerdo del golpe de abril liderado por él, entre otros, es una herida en carne viva para el pueblo trabajador, así que se vaya a zapatear para otro lado si no quiere que el pueblo le zampe una patada en el culo.
Ese carajo es una llaga, mire que asesorarse con Álvaro Uribe Vélez para intentar traer a sus matones a llenar de sangre y sufrimiento al pueblo.
Capriles y Leopoldo López, tal para cual y cual para tal, no son menos ni más que hombres de conducta peligrosa que quieren ser presidentes de un pueblo al que durante cuarenta años, cuando ellos mandaron, le faltaron ojos para llorar del sufrimiento; pero llegó Chávez y acabó la pesadilla.
Bien por Villegas, un homicida del periodismo, quiero significar que él le mata los piojos ahí mismitico al más pintao, lo escachapa.