Como profesora universitaria, una de las cosas en las que más me he ocupado, ha sido en propiciar un aprendizaje crítico reflexivo. De nada sirve la gran apertura e inclusión que se ha generado en estos 14 años de revolución, si no viene acompañada de comprensión dialéctica.
Leer cualquier cosa que publiquen los diarios, páginas web o ver un noticiero de oposición, es muestra lamentable de esa necesidad de pensamiento crítico, comprensión del mundo y sobre todo aceptación de la diferencia.
Quien diga que en Venezuela no hay libertad de expresión por ejemplo, se contradice en todo el sentido de lo que está queriendo decir, por cuanto, ha tenido oportunidad de decir algo que de hecho no es. Ha dicho “no hay libertad de expresión” y eso ya es un derecho a decir algo que incluso es falso (pero eso no importa, hay que dejar que lo digan). En tal sentido, en Venezuela hay tanta libertad de expresión que la gente tiene derecho a decir mentiras.
El gobierno por su parte, para garantizarle el derecho a mentir a mucha gente, digo, la libertad de expresión, se ha ido inventando mecanismos para combatir la canalla mediática, que van desde el sistema de medios públicos, hasta la participación del pueblo en la calle con megáfonos o cualquier medio para informar. Pero prohibir esa llamada “libertad de expresión”, es una fantasía de la oposición paranoica que sueña con una dictadura que sólo existe en sus mentes torcidas y esquizofrénicas.
En Venezuela, los estudiantes manifiestan tantas y cuantas veces deseen, cierran calles, avenidas, impiden el libre tránsito, se acuestan en embajadas, declaran por televisión y para cerrar las locuras dicen “aquí no hay libertad de expresión”. ¿Qué libertad será la que quieren?. El candidato de la oposición por su parte, se dirige al presidente acusándolo de cuanta cosa lo quiere acusar, sin pruebas, sin fuente, incluso sin base ni fundamento, pero cuando a él lo llama un tribunal para una averiguación por sus demostradas infracciones, sale diciendo que aquí hay una dictadura. Por favor, ¿será que creen que la gente tiene problemas mentales?
En Venezuela, puede salir cualquier Bernard-Henri Lévy, salido de cualquier país, con su nombre y apellido y nacionalidad a opinar con su discurso cantinflerico (permitiéndome usar el término del Profesor José Padrón) sobre la muerte de Chávez, tratando de rescatar los ataques que en vida que hacían desde esa llamada dictadura y prohibición de libertad de expresión que hay en Venezuela, al presidente Chávez.
Este “filosofo” extranjero, que haber sido estudiante de Louis Althusser de poco le sirvió, no deja en su artículo de opinión un espacio dialéctico para comprender la realidad. Me sorprende especialmente entre todo lo que menciona, el hecho de que en Venezuela se haya aumentado el gasto público (para el capitalismo los beneficios sociales son gasto público) y que éste haya salido de la renta petrolera. Asegura el filósofo, que fue una especie de “suerte” el hecho que el petróleo haya subido a $106 y advierte de los problemas que le devienen a Venezuela cuando ese precio vuelva $20.
He aquí entonces, una de las cosas en las que me ocupo en mi labor docente. “Generar pensamiento crítico”. Porque quien no entiende el contexto en el cual el petróleo estuvo subvalorado (por no decir que fue regalado), jamás podrá entender el contexto en el cual se ha mantenido en alza, ni podrán analizar cuál fue la influencia del socialismo bolivariano en ello. Bernard no menciona que el precio del petróleo obedeció a la diferencia de clases que el socialismo trata de superar generando oportunidades para el desposeído, no dice que la distribución de la renta estuvo distribuida en toda la historia de Venezuela para atender a las clases dominantes, como tampoco dice que esa diferencia de clases y distribución de las riquezas son las que manipulan los medios para los cuales él escribe.
Y en fin, si Bernard mencionara algo de eso, ya su artículo no tendría ningún sentido porque podría explicar las razones por las cuales Chávez no negoció con los sindicatos de derecha o porque se empeñó en rescatar la memoria histórica alienada por el capitalismo.
El problema es que, discursos como ese han dominado y siguen dominando una parte de nuestra población, que lejos de ayudar, entorpece la construcción y transformación que desde esta revolución estamos trabajando para consolidar en Venezuela.
Mientras los afectos al gobierno nos ocupamos de transformar, construir o producir, hay otra parte que se encarga de rechazar, destruir, desprestigiar, individualizar, separar y pare de contar. Pero para colmo, además de destruir, se quejan porque no los dejan echar a perder y sobre todo porque los medios de comunicación del gobierno no les dan cobertura.
Así como Ali Primera le decía al Don que no sabía filosofar, yo les digo que me tiene jorobada que la derecha se quiera victimizar mientras tratan de quitarle al pueblo lo que en este gobierno se le ha devuelto y lo que se de sobra es que “no volverán”.
@profgloria
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