El idioma, fue la primera derrota de nuestros antepasados, como fue la primera victoria concretada por los españoles y que aún le rendimos culto.
Las normas de este idioma que bien o mal usamos, son lógicas en la misma lógica de quien las construyó. No nuestras. Por lo que este artículo pueda considerarse gramaticalmente incorrecto.
Simón Rodríguez como muestra de su rebeldía escribía con i con j o v; todo lo que así le sonara. Por poner un ejemplo decía: “Hai una verdad que las luces del siglo van descubriendo” o aquella cita que tanto usan sin contexto proviene de esta: “La América Española es orijinal = Orijinales han de ser sus instituciones i su gobierno = i orijinales los medios de fundar uno i otro. O inventamos o erramos”.
Al respecto, muchos autores consideran que esa forma de escribir se debe a la época, sin embargo; representa una propuesta más, invisibilidad por la dominación española. Quienes comprendieron que destruyendo el idioma, modos de expresión y cultura, ganaban además de terrenos buenos para la siembra; cerebros que moverían las manos para la producción.
Si bien no podemos (ni pretendemos) volver a nuestras lenguas ancestrales, si considero importante comprender el origen dominador del idioma que hablamos. Encerrarnos en las normas estrictas de la real academia española (RAE), sin comprender el contexto de tales normas, es volver al guayuco y la biblia.
Hace algunos años, luego de que la constitución (CBRV) de 1999 incorpora el uso de lenguaje no sexista (LNS) en la CBRV, leí un artículo que trataba de enseñar sobre el uso del LNS en algunas palabras, referidas éstas a los cargos políticos de las mujeres. Por ejemplo, según una norma seudogramatical; las palabras terminadas en “ente” no tienen femenino. Un presidente es quien preside un ente, y “ente” no tiene femenino, por lo que decir presidenta (decía ese artículo) es un notable error.
En el sitio web http://www.manualdeestilo.com/
“Nada en la morfología histórica de nuestra lengua, ni en la de las lenguas de las que la nuestra procede, impide que las palabras que se forman con este componente tengan una forma para el género femenino. Las lenguas evolucionan y en esa evolución se transforman. Estos cambios se deben a muchas causas, algunas son causas internas (evoluciones fonéticas, por ejemplo); otras son externas, el contacto con otras lenguas o el cambio en las sociedades que las hablan. Para que una lengua tenga voces como presidenta, solo hacen falta dos cosas: que haya mujeres que presidan y que haya hablantes que quieran explícitamente expresar que las mujeres presiden. Si esas dos circunstancias se dan, ninguna supuesta terminación, por muy histórica que sea su huella, frenará el uso de la forma femenina (pregúntese el lector por qué no se han levantado voces contra el uso del femenino sirvienta)”.
Indiscutiblemente la sociedad acepta y visibiliza que la mujer puede ser sirvienta, pero se angustia cuando es “presidenta” y de allí vino todo un debate que terminó por aceptarlo en el lenguaje y porque no, en diferentes gobiernos.
En relación al gravísimo error cometido por el presidente Nicolas Maduro y que forma parte de la burla mediática que a través de la ofensa demuestran lo que son; me siento completamente orgullosa de ser miembra (no miembro) de una sociedad que cambió y que hace uso del lenguaje no sexista para visibilizar a la mujer. No sabemos si la palabra millonas o miembras serán aceptadas por su uso y cotidianidad en la sociedad; pero tengo claro que la distinción del femenino en palabras que “la norma” no acepta, representan un cambio en una sociedad que construye su independencia, por ahora y para siempre.