Definitivamente la historia no les ha enseñado nada a ciertos políticos. Pareciera que, si nos remontamos a las épocas antiguas, los procedimientos para dirimir las cuestiones de gobierno no han cambiado mucho. Los romanos, los persas, los turcos, los franceses, los ingleses, entre tantos, resolvían la sucesión de la monarquía sobre la base de tremebundos asesinatos. La historia escrita nos refiere numerosos ejemplos de reyes envenenados, decapitados, apuñalados y pare usted de contar, entre la diversidad de maneras que mostraba el menú de opciones para liquidar a un gobernante. No solo se acababa con la vida del rey o una reina, también se atentaba contra la humanidad del delfín con la intención de romper la progenitura para que la sucesión se realizara de acuerdo con el deseo de la madre, la madrasta, el tío o el regente responsable de vigilar el mayorazgo de la realeza. Ni siquiera el Vaticano se escapó de tales prácticas. Varios fueron los papas que terminaron sus días en manos de un aspirante al solio pontificio o en peor de los casos, en manos de un marido celoso quien se veía deshonrado ante las sacras experiencias concupiscente del Vicario de Cristo.
Las prácticas asesinas no solo quedaron para las antiguas civilizaciones. A la pobre María Antonieta y su marido tuvieron que pagar con sus cabezas los denuestos de una aristocracia contra la “corte de los milagros”, es decir los excluidos, quienes obstinados se vieron impelidos a saciar su sed de venganza. Esta misma medicina la probó el revolucionarios Marat en manos de una criminal que lo apuñaló y Robespierre, quien no escapó de la “dama de rojo” (la guillotina) rodando su cabeza por el patíbulo junto con sus turbulentos pensamientos. Así mismo, el gran general Napoleón fue víctima de tales tácticas. Estando desterrado en una isla lejana fue envenenado con cianuro, acción descubierta muchos años después de su muerte y practicado por los “honorables” generales del Reino Unido. Y qué decir del exterminio de la familia Romanov de Rusia, cuya dinastía tuvo que cargar con las ignominias cometidas por la aristocracia zarista contra los siervos de la gleba.
Pasado el tiempo, en vista que tales procedimientos dieron excelentes resultados, el capitalismo acogió para sí tales prácticas. Actualmente vemos que los EE.UU. no tiene la menor reserva en utilizar aquellos métodos sanguinarios. En la minuta de asesinatos elaborados por la CIA, estos homicidios están clasificados en dos grupos: los individuales y los colectivos. En ambos casos no desestima el uso de las armas de fuego, envenenamientos, accidentes aéreos, terrorismo, atentados con explosivos, drogas, armas químicas y biológicas, entre tantos de los artilugios mortales que sus científicos fabrican para consumo interno y para la importación. Han sido numerosas las víctimas de los gobiernos de USA, incluyendo sus propios gobernantes como J. F. Kennedy. De igual manera, los verdugos de sus agencias actúan más allá de sus fronteras para acabar con la vida de presidentes y políticos, entre ellos: Lumumba, Torrijos, Allende, Husein, Gadafi, Roldos, Aldo Moro, Robin Cook (ex ministro de relaciones exteriores de Tony Blair), el Che Guevara, entre los que se han descubierto hasta ahora. Aparte de lo anterior, se incluye los genocidios con bombas nucleares, bombas de racimos, drones y la especialidad de la CIA: la desestabilización y el derrocamiento de gobiernos que no les son afines, por lo general, aliada con grupos apátridas locales. Indudablemente, las oficinas de espionaje internacional de USA han dado sus frutos y al presente tiene un discípulo que aprendió muy bien de sus enseñanzas, se trata del Mosad, agencia del gobierno sionista de Israel y entre sus envenenados está el finado Yasser Arafat. Otros mártires de esta sucursal de la CIA son los líderes palestinos asesinados bajo el criterio de víctimas selectivas sin ninguna fórmula de juicio, ante la mirada impasible de las democracias occidentales.
Por desgracia Venezuela cuenta con seguidores y lamesuelas del gobierno de EE.UU. y no tienen el menor rubor de utilizar los métodos desestabilizadores recomendados por la CIA. Se trata de un grupo ubicado en la oposición venezolana, ayer, confederada en la antigua Coordinadora Democrática y hoy, reunificada en la mal llamada MUD, con la misma vocación conspirativa que la primera.
Imposible negar que cierta asociación, mejor dicho la oligarquía fascista amarilla, tiene catorce años intentando derrocar el gobierno socialista, primero, el presidido por mi comandante Chávez y en la actualidad el de MM, presidente chavista elegido por voluntad popular. Para tal fin utiliza los planes y programas emanados de la CIA, sin importarles las desgracias (muertos y heridos) que sus brutales procedimientos ocasionen.
Basta con una mirada retrospectiva de lo que ha ocurrido durante los últimos catorce años y el lector podrá sacar sus propias conclusiones. Desde que se juramentó Hugo en la presidencia comenzó la CIA a maquinar y planificar la forma de acabar con su gobierno, para tal objetivo se unió con la oligarquía lambucia y apátrida. La misma que durante la administración de mi comandante Chávez se vio privada de sus canonjías que por más de doscientos años disfrutó al lado de gobiernos entreguistas, bien sea las dictaduras o las mal llamadas democracias representativas.
Todos los venezolanos fuimos víctimas del sabotaje petrolero, del golpe de estado, del sabotaje financiero y económico, del acaparamiento y insuficiencia artificial de alimentos por parte de los industriales, huelgas, desinformación, atentados contra dirigentes campesinos…Tampoco podemos dejar de lado el vil ajusticiamiento del fiscal Danilo Anderson en manos de unos criminales que temieron las decisiones de este jurisconsulto sobre los implicados en el golpe de estado. Injusto olvidar el bloqueo de las principales arteria viales, las manifestaciones violentas con saldo luctuoso, entre tantas ignominias contra la revolución bolivariana. No cabe duda, secuela de tales acciones fueron los numerosos muertos, heridos y mutilados que en el algunos casos los culpables están en espera de un juicio justo, sin que esto subsane el daño causado a las víctimas y a la familia del difunto.
Aunado a las perlas anteriores, ahora se descubrió que la tragedia de Amuay fue producto del un criminal saboteo, con la esperanza de aquellos insensatos que tal hecatombe conduciría a la victoria al candidato de la oposición, sin importar las decenas de muertos de tan vil acto acarrearía. Son los lineamientos de la CIA, cuya manera de actuar apunta hacia un solo objetivo: Derrocar a MM y acabar con la revolución bolivariana. Al fin de cuenta, para estos siniestros los finados no son más que meras estadísticas.
Parece que a partir de ahora, hasta las elecciones de diciembre, debemos convivir con una oposición que entre sus planes incluye la desestabilización del gobierno por diversas vías: saboteo del servicio eléctrico, manifestaciones violentas, atentados, escasez artificial de alimentos, golpe financiero y económico, aumentos de precios para desvirtuar la economía, operación morrocoy en algunas oficinas de gobierno, bloqueo de las avenidas y autopistas, rumores malignos y quién sabe qué otra barbaridad se les podrá ocurrir con las consabidas víctimas, secuela de sus intentos ignominiosos de acabar con el gobierno socialista.
Para enfrentar lo anterior los chavistas y los simpatizantes del gobierno de MM debemos estar atentos para enfrentar tales propósitos. No debemos amilanarnos porque falte la harina precosida, o porque no se consiga papel higiénico, o porque la mantequilla y el aceite está escaso, o porque no hay tinte para el cabello, o porque no hay toallas sanitarias…Todo esto es parte de la estrategia de esa oligarquía pedigüeña y apátrida. Reflexionemos sobre lo que se vivió durante la cuarta república. Una Venezuela gobernada por aristócratas de pacotilla, de seguro que los logros obtenidos durante los últimos catorce años no serán más que un cuento urbano. No esperemos que la historia futura comience con la frase: “erase una vez un gobierno socialista”. Debemos trabajar por la estabilidad del gobierno y apoyar a MM hasta vencer esta guerra de cuarta generación. Nos corresponde luchar con denuedo hasta alcanzar la victoria, la única manera de lograr la tan anhelada paz y la convivencia entre los venezolanos. Algún día se cansarán de conspirar, en caso contrario, no debemos dar descanso a nuestros brazos hasta ver derrotados a los apátridas.