La palabra “bípedo” como muchas otras de nuestra riquísima lengua española tiene muchas accesiones que son utilizadas discrecionalmente según lo que se quiera expresar y, sobre todo, según el contexto de lo que se escriba. A veces se utiliza bien, y otras veces se utiliza muy mal. En este caso específico la queremos emplear con la precisión que la usa un apreciado amigo, el periodista Douglas González. Para Douglas un bípedo es un imitador de conducta, alguien que no tiene convencimiento de sí mismo, ni criterio propio, ni razonamiento adecuado. Es un sujeto sin personalidad, una marioneta. Pudiéramos decir que es el hombre masa que describe Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, o el ser intrascendente del que habla Mario Vargas Llosa en su último libro la Civilización del espectáculo. Pero bueno, no indaguemos más, no es necesario. Sin ir muy lejos, el ejemplo más ilustrativo de un hombre bípedo es nada más y nada menos que Alfredo Ramos, el candidato a la Alcaldía de Iribarren por la Mesa de la Unidad Democrática. Un personaje escuálido como salido de una película de Almodóvar, o para más señas de una novela de Balzac.
La semiótica de Alfredo Ramos da para muchas lecturas. Su figura y su espiritualidad a primera vista reflejan a un político anodino, irrelevante y pálido incapaz de comunicar algo auténtico, más allá de su empaque chimbo y los rasgos prominentes de un carácter ambiguo y de doble moral, incapaz de sostener un principio o de cumplir una promesa. Bastará con verlo y escucharlo en carne y hueso, o por televisión, para darnos cuenta que la buena imagen que intenta vender es evanescente, un tanto irreal. El candidato es la fiel representación de lo que cualquier simple mortal, en cualquier esquina de Barquisimeto calificaría como un político chimbo.
Bastará con observarlo durante sus intervenciones en los medios de comunicación para percatarnos de que una cosa es su discurso y otra su conducta en la praxis política. Por supuesto, que la doble moral no es un rasgo exclusivo del candidato de la MUD. Si a bien vamos eso ha sido moneda de curso legal en la fauna política vernácula. Solo que no se puede convencer a la gente , por ejemplo, cuando por un lado intentas mostrarte como un hombre de sensibilidad social y por el otro reniegas de tus orígenes de pueblo humilde. Tampoco cuando hablas de reivindicaciones sociales para los trabajadores y te persigue la mácula de la traición y la corrupción.
Candidato perdedor
Programa reciclao
Caso de os abuelitos