“Chacumbele” es una guaracha cubana de 1941 del compositor Armando Mustelier, según la leyenda habanera Chacumbele parrandero y mujeriego fue víctima de los celos de su compañera sentimental, que sabiéndolo con otra decidió matarlo. De ahí el estribillo: “Pobrecito Chacumbele, él mismito se mató.”
La metáfora evoca a quien se daña a sí mismo con sus actos, exactamente el caso de líderes opositores venezolanos que con su proceder le dan muerte a su credibilidad. La conducta de pseudolíderes adversarios del chavismo, hace víctimas a sus seguidores ocasionándoles engaño tras engaño, a punto que muchísimos deben estar hartos de las “metidas de boca y de extremidades” en que incurre Chacumbele el candidato y el liderazgo contrarrevolucionario, con declaraciones y propósitos repletos de imprudencias desinteligentes. Lo del plebiscito, que (lo pronuncian mal porque dicen ples-bi-cito y se debe decir ple-bis-cito-), fue la mayor pifia opositora, la torta mayúscula del multiderrotado candidato presidencial que hasta en donde es gobernador perdió, no solo en la capital, Los Teques, sino que la votación total el 8 de Diciembre dejó un porcentaje de votantes mirandinos favoreciendo al chavismo-madurismo en 52 %, casi 4 puntos, rondando el millón de votos por encima de los mud-caprilistas.
Es de advertir que esa insistencia machacona de hacer análisis y discriminación entre “sociedad civil urbana” predicando los triunfos en determinadas ciudades y tratando de diferenciarlo de las mayoritarias 242 Alcaldías conquistadas por el PSUV más otras once de factores pro gobierno, resulta un estúpido argumento explicar que donde ganó la oposición fue en lugares de gente educada y sensatos por ser antichavistas, pues así discriminan a los habitantes de ciudades igualmente importantes y en donde la revolución triunfó en las capitales, como por ejemplo: Maracay, Los Teques, Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz, Guanare y varias más. Si algo le hacía falta a los Chacumbeles venezolanos es matarse a sí mismos impulsando discriminación ciudadana, insultando los sectores populares mayoritarios.
Mientras tanto el colectivo sigue dando lecciones de democracia en cada cita electoral y en este caso el nuevo triunfo socialista de significativa participación humanista y protagónica, permite continuar desde el Ejecutivo y la Asamblea Nacional la lucha ejemplar contra usureros, ladrones, acaparadores y especuladores, acostumbrados a vivir bajo la cultura antipatria de la adecopeyanquicracia disimulócrata hasta 1999, cuando reinó la influenciocracia capitalista salvaje y el cuánto hay p´a eso.