Hasta el siglo IXX los caballos y mulas fueron los vehículos de combate, utilizados por nuestros próceres, para realizar las gestas que culminaron con la derrota de los imperios dominadores de los países nuestroamericanos. Ejércitos de hasta diez mil hombres a caballo se enfrentaron cuerpo a cuerpo para darnos las patrias que hoy tenemos.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, los ejércitos están constituidos por brigadas de motorizados que se enfrentan en las ciudades y luchan por conquistar espacios en las urbes. Específicamente los policías, guardias nacionales, grupos organizados de opositores y del gobierno se desplazan en motocicletas, combatiendo unos por imponer el orden y otros por provocar el caos. Cada día caen en combates los nuevos guerrilleros urbanos que mueren defendiendo sus ideales, tal como sucedía con los caballeros de siglos pasados.
Hoy los enfrentamientos no se realizan a campo abierto, donde los contrincantes podían medir sus fuerzas, emplear tácticas y fijar estrategias, contempladas en los manuales de combate, que los grandes generales habían fijado como las reglas a utilizar para los enfrentamientos. Nada de eso funciona con las brigadas de motorizados. Todas las operaciones de combate con caballería, blindados, infantería, etc, de los ejércitos tradicionales han quedado en desuso y son los motorizados quienes marcan las pautas y crean las reglas para las luchas en las calles de nuestras ciudades.
Hoy los espacios se conquistan con el apoyo de los vecinos, que previamente han sido acondicionados por los medios de comunicación, TV e Internet, para que apoyen o ataquen a unos u otros de los grupos motorizados que participan en los combates. Ya no son las tanquetas, ballenas, piquetes de policías blindados y gases lacrimógenos los que se pueden arrogar la imposición del orden en una ciudad, si no cuentan con las brigadas de motorizados organizados y coherentes en su accionar.
Mérida ha sido un escenario especial para observar las nuevas tácticas de combate. Durante casi un mes los motorizados de la oposición han tomado zonas de la ciudad que controlan, gracias al apoyo que reciben de los vecinos que son opositores, que contribuyen lanzado piedras, bombas molotov, tomando imágenes y disparando contra las fuerzas públicas, cuando estas se acercan para derribar las barricadas, que estos han colocado para evitar el libre transito de los ciudadanos, a lo cual tienen derecho constitucional.
El gobierno regional, con maquinarias pesadas, ha intervenido con el fin de limpiar la ciudad y vecinos de esas urbanizaciones, han contribuido para evitar que esto se realice. Barricada que se quita, barricada que se pone de nuevo; esta parece ser la contrapartida a la consigna gubernamental de: ”candelita que se prende, candelita que se apaga”.
Cada vez que se ha intentado utilizar a la fuerza pública, para restablecer el orden en alguna zona de la ciudad, los heridos y muertos salen de las filas gubernamentales y en los medios de comunicación lo que aparece, son imágenes donde los agredidos son los agresores. Esto se produce gracias a las cámaras y celulares, que en forma permanente son utilizados para tomar imágenes desde los apartamentos y sólo captan cuando llegan las fuerzas públicas, pero no las respuestas que reciben desde ellos. Esta estrategia coloca a la opinión pública a favor de los guarimberos que siempre aparecerán victimizados en los medios de comunicación social.
Una estrategia mediática que ha tenido excelente éxito, es la criminalización de los colectivos de motorizados que apoyan a la revolución. Según la prensa escrita y demás medios de comunicación, éstos son bandoleros asesinos que vendrán a robarles y matarles y en consecuencia ésta debe apoyar a los guarimberos, para evitar que entren a las urbanizaciones a sembrar el terror. Las primeras imágenes divulgadas, por todos los medios, mostraban a motorizados encapuchados entrando a las residencias rompiendo los vidrios de los carros allí estacionados y disparando al aire y a los apartamentos. Al grupo al cual le colocaron la etiqueta fue a los Tupamaros.
En la ciudad de Mérida, específicamente, las guarimbas van para rato. Tienen todas las condiciones favorables para mantener a raya a las fuerzas del Estado que tratan de erradicarlas, utilizando métodos de dialogo y persuasión como son las Conferencias de Paz. Esos grupos radicalizados viven y se alimentan de la violencia; para ellos la Paz es como el insecticida para los zancudos. La Paz los mata y no se van a dejar matar sin luchar y usar hasta el último recurso de sobrevivencia.
La lucha continúa, sólo que ahora son los caballos de hierro, los que se baten en las calles de las ciudades para darnos patria y la mayor suma de felicidad posible.
Nota: terminando de escribir este articulo oí las declaraciones del arzobispo de Mérida, donde explicaba las razones por las cuales no había asistido, a la convocatoria que ayer hizo el gobierno, para la constitución de la Conferencia de Paz en el estado y ratificó lo que aquí he explicado: “No participo por la existencia de grupos de motorizados que aterrorizan la ciudad”.