La intolerancia criminal

Por estos aciagos días han ocurrido centenares de esos casos, pero, voy a mencionar cuatro de ellos, a mi modo de ver muy sintomáticos, sucedidos durante el pasado mes de marzo y ampliamente reseñados por los medios de comunicación:

  • El viernes 7 de marzo los actores Jorge Reyes, Roque Valero y sus parejas, fueron agredidos por ser chavistas, cuando cenaban en un restaurante de El Hatillo.
  • El martes 18 de marzo manifestantes encapuchados incendiaron, con perdida total, las instalaciones de una Universidad en San Cristóbal.
  • El viernes 21 de marzo otros manifestantes encapuchados procedieron a incendiar las instalaciones de la Universidad de Naguanagua.
  • El domingo 30 de marzo, un grupo de clientes de un restaurante agreden a golpes y botellazos al actor Winston Vallenilla que pretendió comer allí. Los cuatro sucesos en territorios opositores.

Cierto que los asesinatos de numerosas personas (la mayoría ocasionados por manifestantes que actúan con pasmosa libertad), es mucho peor que lo cuatro casos mencionados, sin embargo, los cito porque ellos evidencian, no la ira opositora, sino el odio obsesivo-compulsivo que los enferma. El derecho a manifestar no es un tranquilizador de conciencia que hace tolerable incendiar universidades y golpear gente que va, en paz, con su familia. Y la gravedad de eso la deberían saber, mejor que nadie, monseñores y académicos.

Es por eso que preocupa verlos como se desgarran sus negros talares ante un suceso, también reprochable, ocurrido en la UCV, donde motorizados armados rescataron a golpes a un grupo de estudiantes chavistas, acorralados por estudiantes opositores, en la escalera del edificio de Arquitectura; pero, callan la boca ante los que aquí referí.

Tales conductas me producen un gran desasosiego, traen a mi memoria oscuros recuerdos de mi familia materna, seguidores de Cristo y de la falange española en la época franquista. Ellos, cuando les preguntaba por un tío-abuelo desaparecido, al que, por su filiación republicana, llamaban Pepe el rojo, cantaban: en el fondo del mar, mararile rile lon



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José Manuel Rodríguez


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