Si no fuera por quienes están detrás de ella, léase el Departamento de Estado norteamericano, legisladores conservadores canadienses y europeos, el paramilitarismo uribista, buena parte de la godarria criolla y otra porción de nuevos ricos que no pertenecen a la casta oligarca por mucho billete que tengan, las destemplanzas y los arrebatos de soberbia de la ex diputada María Corina Machado podrían hasta resultar graciosos.
MCM, ahora convertida en la protagonista principal, porque el otro está preso y el tercero como que está meditando las consecuencias del berenjenal en que se metió, tiene más de tres meses empeñada en que Maduro renuncie; que sí, porque no se la cala más, porque ultimadamente a ella no le gusta su gobierno. No importa que la nada despreciable cantidad de siete millones quinientos ochenta y siete mil quinientos setenta y nueve venezolanos hayamos votado para que él continúe el proyecto bolivariano iniciado por Chávez hace 15 años.
Pero no, la señora se cansó, está harta y está recorriendo la Ceca y la Meca para lograr su objetivo. Ya sabemos que tiene una billetera muy gorda, más grande que las arcas del Gobierno según leímos por ahí. Pero resulta, pequeño detalle, que Maduro es un presidente designado por una votación 30 veces superior al casi cuarto millón de personas que la eligieron a ella como su representante ante la Asamblea Nacional.
Esa misma señora obtuvo hace apenas dos años, en las votaciones primarias que la oposición convocó para elegir al contrincante de Chávez, la esmirriada cantidad de 110 mil votos, apenas 3,73 por ciento de quienes sufragaron ese día. ¿Qué legitimidad pretende esgrimir para exigir que Maduro se vaya? Creemos que le falta una buena dosis de “Ubicatex”, ese remedio popular que se le indica a aquellos que no tienen idea de dónde están parados y se creen con derecho a orinar fuera del perol, como la sabiduría de las abuelas solía llamar a los engreídos.
Lo más triste de esta historia de traición a la patria, de conspiraciones, es que a algunos opositores se les encogen los testículos al momento de fijar posición, y no se atreven a marcar distancia, creyendo que con ello dan un espaldarazo a Maduro, cuando en realidad estarían consolidando el liderazgo que ellos tanto necesitan. La señora los está arrastrando en su barranco.