No cabe duda que a los humanos nos guían los intereses. No quiere decir que esto sea un mal en sí mismo. Los padres orientan a sus hijos con el interés de que estos se conviertan en unos ciudadanos de bien y aprendan a valerse por sí mismo. Los escolares estudian con el interés de aprender y graduarse algún día. Los comerciantes le dedican tiempo a su negocio con el interés de prosperar y mejorar sus ingresos económicos. Como se puede ver, el interés no es un mal que hay que desterrar.
Por ejemplo, en una compañía anónima su interés fundamental es reducir en el máximo los pasivos y aumentar con avidez los activos. Por tal razón todos los socios de la empresa se ponen de acuerdo para que tal situación los conduzca a convertirse en millonarios. El fundamento primordial de sus miembros sin importar, en muchos casos, otras situaciones, es la forma de cómo se estén acumulando e invirtiendo los activos.
El caso palmario de lo expresado en el párrafo anterior se evidencia en los negocios de comida rápida, como por ejemplo, en la venta de hamburguesas, de perros calientes y de toda la comida chatarra comercializadas por las franquicias que tanto daño le causan a los niños y a los jóvenes. En este caso la ganancia (el interés) de los socios está por encima de la salud de las personas. Imposible dejar de lado los laboratorios farmacéuticos, los cuales elaboran muchas medicinas, en muchos casos nocivas o en mejor de los casos, no pasan de ser un placebo que no alivian ni tampoco curan la enfermedad. Se puede patentizar que los intereses económicos de muchas empresas prevalecen por encima de los problemas de salud de los afectados.
Lo malo de los intereses es lo que puede esconderse detrás de las aviesas intenciones de ciertas empresas o personas, en el caso particular, de algunos políticos siniestros. Con respecto a los dirigentes de los partidos hay que ser muy cuidadoso para entender a estos señores. En una acción de gobierno hay intereses políticos, sociales y económicos entre tantos. En todo caso, la gestión del gobernante debe propiciar que los intereses antes mencionados deban coincidir con los intereses del país y no con los de un grupo o un sector privado que busca beneficios personales o empresariales.
Como todos sabemos la MUD es una mesa, una cosa, una organización o quien sabe qué, formada por un grupo variopinto que no tienen nada que los vincule a no ser el odio a la Revolución Bolivariana: carecen de doctrina, no tiene objetivos comunes, no son solidarios entre ellos, cada uno representa una empresa diferente, sus egos están por encima de sus próximos…Esta cáfila de truhanes está configurada por personajes (adultos mayores y adultos requetemayores), algunos con experiencia política, otros que ocuparon cargos en la administración pública pero que no aprendieron y otros, sin ninguna experiencia política y que tampoco quieren aprender. La estadística nos refiere que la MUD está integrada por más de veinticinco partidos que nadie sabe cuántos militantes tienen y tampoco quienes la dirigen. Se conoce del nombre del partido porque cuando se reúnen a enzarzarse en una diatriba la prensa reseña esas organizaciones, sin mayores consecuencias para la buena marcha del país.
Según mi informante en la mesa desunida de lo único que se habla es de dinero, del billete verde: el sublime interés que mueve a sus integrantes. Entre la bullaranga de los pendencieros las cuestiones que más se escuchan son: ¿Quiénes van a viajar para Washington? ¿Cuántos dólares aprobó la USAID para la mesa? ¿Hasta cuándo la señora María va seguir echando vaina? Eso se lo buscó Leopoldo, pues que se joda. ¿Cuánto billete entregó a la mesa Henrique? ¿Por qué a mí nunca me entrevista el Nacional? ¿Por qué razón ese carajo va administrar los dólares, él no es más honrado que yo? No podemos permitir que ese pendejo dirija la MUD ¿ustedes no recuerdan que hasta no hace mucho saltó la talanquera…Tal como se desprende de las preguntas se conjetura que el único interés de los allí reunidos son los vinculados con el maldito y vil dinero. Así mismo, en las frecuentes peleas siempre afloran de los intereses personales de algunos de ellos, intentando opacar con su “tenue brillo” las actuaciones oscuras de los otros afiliados a esta especie de compañía toda desguañingada.
No cabe duda que una reunión de veinticinco carajos que representan veinticinco proyectos personales nunca va a dar pie con bola. No aprendieron con la fallida y olvidada Coordinadora Democrática que no supo coordinar el golpe de estado, ni la guerra económica, ni la guerra financiera, ni la huelga petrolera, ni las guarimbas… entre tantos disparates que intentaron para acabar con la Revolución Bolivariana. No entendieron y no entienden que el legado de mi comandante Chávez está sembrado en el corazón de millones de venezolanos. Por lo tanto, aquellos descoordinados, movidos por los intereses personales y los de un grupo económico, no podrán acabar con el proyecto que tanto nos ha costado.
Chávez plasmó un modelo político, social y económico para la mayoría de los venezolanos, con la única finalidad de resarcir la deuda contraída por todos los gobiernos anteriores con los desheredados de siempre. Parte de ese legado fue el amor hacia el prójimo y nos enseñó que el problema de Palestina era un problema de toda la humanidad. Lamentablemente, el nazi-sionismo tiene los brazos largos como todo imperio. Imposible no advertir que los avaros consorcios tienen intereses en el medio oriente y necesitan un cancerbero (los sionistas) que vigiles sus intereses. Como se ve, el problema de Palestina es una cuestión de grandes intereses económicos mundiales y de empresas globalizadas en las cuales el sionismo internacional tiene las manos metidas y tienen mucho que ganar.
A manera de información: si los interesados quieren leer las ocurrencias de un vago sin oficio pueden consultar en mi blog: notengodios.blogspot.es