La MUD, como vulgarmente se dice, no haya de qué palo ahorcarse, pues está compuesta por los más disímiles grupos y personas, que hoy se van, mañana vienen y cuando no, se quedan y montan tienda aparte y hablar peste de sus compañeros, y eso deja mucho que pensar.
Debe ser bien traumático para los pocos que de una u otra forma quieren unidad en una mesa, que al parecer no tiene bien atada las patas, porque cuando se sientan se tambalea o cojea, y así no se llega a ninguna parte y muchos menos convencer a un pueblo que ya conoce sus derechos y deberes y está bien claro, quien es el que le está dando la mano y que lo ha sacado de aquella terrible exclusión en la que estuvo sometida por más de cuarenta años.
¿Pero quiénes componen la MUD? Responda usted amigo lector y luego piense sobre los personajes y haga memoria y se dará cuenta que con gente así la Patria y el pueblo no necesita enemigos, pues ejemplos sobran, o sea van y vienen y no se acaban, porque son errores tras errores, fracasos tras fracasos, que se empeñan en repetir la película, cuando saben muy bien que ésta no tiene espectadores, sino que ni siquiera quieren que la pongan en cartelera.
¿Pero quién le pone el tomate a toda esta ensalada insípida de personas y grupúsculos que no se ponen de acuerdo en ninguna materia, pues, al parecer, si alguien dice que el mar es azul, otros dicen, que es verde, otro que es amarillo y al final, abandonan el debate de “esas grandes ideas” que se les ocurre?
“A la MUD, me dice el amigo Pedro Cachamay, hay que buscar la manera de cómo extraerle, cual contrabando, los pocos pensantes que deben haber ahí, y darle entender que esos caminos que plantean, no son los más idóneos y comprendan que deben ser una oposición seria, que cumplan los principios constitucionales y de paso que presenten un plan o un proyecto de país, y no esos planes violentos que acostumbran pensar y poner en práctica”.