“A la hora de que alguien señale que él que no tiene moral, que lance la primera piedra, la “inmorelidad” no lanza una sino varios peñascos”. Afirma Pedro Cachamay, ante descabelladas declaraciones de un personaje, quien pretende ser ahora más papista que el Papa.
El amigo Pedro Cachamay, observa al grupo para ver si reacciona ante sus palabras, pero en vista que no lo hace, sigue su disertación, para argumentar sus palabras: “Sucede, amigos, que en la década del setenta ya el susodicho personaje estaba dentro del partido de la Antorcha, como dirigente juvenil y para ese tiempo tuvimos gobernadores de su tolda, por lo tanto debió influir sobre tales para que se hicieran las cosas. Pero no.
Más tarde por los años ochenta era Presidente del partido regional, fue parlamentario y hasta gobernador, o sea que en esa época, donde mandó el amante de Blanca Ibáñez, el mencionado personajillo, tuvo la oportunidad de una u otra forma de meter sus manos por esta tierra que lo vio nacer. Pero no.
Después en la década de los noventa y lo que va del dos mil, fue varias veces gobernador, es decir tuvo años y más años sentado en la silla del palacio de gobierno, sin que se diera cuenta que afuera vivían personas que clamaban a gritos por la solución de los problemas del pueblo y por el pago de sus respectivos salarios justos, e incluso cuando salió de su último mandato, les quedó debiendo los aguinaldos a los empleados y de paso dejó unos “gorilas” en la gobernación que a pesar de lo grande han venido desapareciendo”.
Pedro Cachamay, calló un momento, observó el grupo y como tomando aire, preguntó: “¿Han visto ustedes tamaño descaro de persona alguna? Y se respondió: Ni aquí ni en ninguna parte del mundo. Menos mal que aquí la gente aprendió y sabe que en apenas casi dos años, no se puede solucionar tanta desidia, pero se están haciendo los esfuerzos, y los hechos y las obras están ahí, sin duda alguna”, dijo Cachamay y se marchó.